‘Amor y matemáticas’ de Claudia Sainte-Luce: el amor después de los Greatest Hits

Es posible que el mejor momento de tu vida ocurriera en tu adolescencia, cuando estabas en el grupo Equinoccio y cantabas “Cada vez que tú estás cerca / mi corazón revolotea/ y no tengo esperanzas / tengo mariposas en el alma”. Y es posible que ahora estés en un limbo posterior a la fama, con un hermoso bebé, una esposa que ama a su perro y largas noches hipnotizado con un videojuego.

Pero entonces tienes de vecina a una fan. Sabe tus canciones, recortó tus fotos: representas lo mejor de sus años de secundaria ¿Se puede retroceder el tiempo? ¿Se puede recuperar el brío? ¿Las casas idénticas y los fines de semana de carne asada son la mejor forma de vivir?

Algo así le pasa a Billy Lozano, ex boy band a la deriva que podría recuperar nuevos brío si alguien le ayuda a salir de su zona de confort. Y también le ocurre a Claudia Sainte-Luce, cuando se aleja de sus Greatest Hits y elige trasladar sus temas graves como los desaparecidos (El camino de Sol) o la pérdida de la fe (El reino de Dios) por una historia de juventudes trasnochadas y nostalgia por las baladas que inventaban futuros.

Amor y matemáticas, quinto largometraje de Claudia Sainte-Luce, tendrá su estreno en el mes de abril, en salas de todo México. Platicamos con Claudia de cine, de dirigir actores y de los gustos inconfesos por las baladas juveniles. 

El guión de Amor y matemáticas es de Adriana Pelusi, quien también ha escrito películas como Qué despadre o Malvada. ¿Encontraste un guión terminado o se lo encargaste? ¿Cómo se empezó a crear la historia de Amor y matemáticas

Adriana y yo nos conocímos desde 2012 en el taller de Paula Markovitch. Yo escribía Los insólitos peces gato y ella hacía esta historia. Cuando hacíamos las rondas de asesoría a mí me gustaba mucho su historia. Adriana escribió para otras personas, pero éste era un guión al que le tenía especial cariño. Trató de levantarlo con otros, pero enfrentaba que querían cambiar algo del personaje, o que no fuera en Monterrey, sino en otro sitio. 

Yo por miedo o pena nunca me atreví a decirle que quería dirigirlo. En 2021 hice un corto con imágenes de archivo y fotos de mi familia, ella lo vio y me dijo: “Yo no sé por qué nunca te he pedido que hagas Amor y matemáticas. ¿Quieres hacerla?” Y por supuesto que acepté. Levanté fondos en 2020, para filmar en 2021 y estrenar en 2022. Fue más bien fortuito y también yo quería ponerme ese reto de dirigir algo que yo no hubiera escrito.

 

¿Qué te atrajo de esta historia? Son personajes, tonos y temas distintos a lo que nos han acostumbrado tus personajes. 

Tiene cobardía, tristeza, nostalgia, los personajes a veces son patéticos, pusilánimes, son personas que se quedan atrapados y piensan que el último tren va a aparecer pero no. Billy es su propio enemigo y eso me gusta de los personajes.

 

Vienes de películas con temas más graves, de repente hay un cambio de tono que podría ser arriesgado para quien mira la filmografía de Claudia Sainte-Luce desde fuera: una comedia romántica de humor agrio. Me parece un riesgo interesante.

Si en la vida no te atreves a algo nuevo, entonces para qué estamos. Yo quiero seguir exponiéndome, teniendo retos, eso te hace crecer, no garantizo que el resultado le va a gustar a la gente pero lo importante es seguir creciendo tú, para eso haces las cosas. Si las hiciera en función de agradar o conforme a lo que a la gente le gusta, me hubiera matado desde hace ocho años. Eso me gustó de hacer esta película.

 

El suburbio regio que usas de locación puede ser de una novela de Cheever o un capítulo de Esposas Desesperadas, no lo he visto en tus películas. Eres una directora de los ambientes, te gusta sentirlos y decir algo con ellos. ¿Qué te daba este territorio, nuevo para ti? 

Para mí era muy importante hacerlo en Monterrey porque todas las casas son iguales, todos tienen el mismo baño, todos usan el mismo jaboncito de manos. Todos están en una esfera y hacen las mismas actividades. Es una cosa aspiracional rara y en Monterrey es muy evidente: está Cumbres, que es la zona donde grabé, y luego está San Pedro, donde viven los súper millonarios. 

La gente aspira a eso, a ir a las plazas, a los restaurantes cuando tiene un juntadito, todo eso me pareció muy lindo; no es sólo de ese estado, pasa en muchos países y muchas partes de México.

 

En El camino de Sol tenías a un personaje en el extremo de su desesperación, eso implicaba un trabajo importante con tu actriz. Aquí todo es mediano. Pensaba, por ejemplo, en Diana Bovio, que siempre la he visto estallar en sus comedias, acá es lenta, contenida, y en general todos los personajes. ¿Cómo trabajas con ellos para conseguir este tono medio?

Lo que más me gusta de este trabajo son los actores, es muy bonito trabajar con ellos. Tienes a un sujeto, hay cosas maleables, pero también tienen ideas, entonces hay que ver cómo le quitas esas cosas para llegar a la profundidad, porque con las ideas no se actúa, sino con emociones, comprendiendo al personaje sin juzgarlo, aproximándonos a través de la emoción. 

Trabajo las escenas de a poco, con ejercicios que tengan que ver con la escena y luego la abordo. Cuando decíamos un texto, buscábamos palabras que se acoplaran al actor y a sus emociones del momento. 

Otra cosa es la gente, no me gusta tener actores famosos y enseñarles el cantadito de otras regiones, luego no les sale. Por eso la decisión trabajé con actores de Monterrey. Tuve la fortuna de que Diana Bovio es de Monterrey, me obsesioné con ella porque me gustó mucho cuando la vi en Mireyes vs Godinez, es una gran actriz que puede hacer drama y todo tipo de cosas. 

Roberto Quijano hizo muy buen casting, y los demás fueron de Monterrey, una chica es de TikTok, el hermano de Billy imita al gobernador Samuel García, los papás de Billy son de teatro y hay otros de televisión. La pregunta era: ¿cómo le hacemos para que todos estén unificados? Es trabajo y trabajo, porque a uno se le pegan los vicios de actuación y dirección, si me meto a trabajar en La Rosa de Guadalupe seguramente vendré con algunas costumbres del set. Acá la cosa es bajar, limpiar y ver qué necesita esta partitura, este texto, estos diálogos. 

 

 

¿Tú habrías sido Billy o habrías sido la fan que lo ven en el escenario?

Yo escribía cartitas a Gloria Trevi cuando ella estaba buscando chavitas que fueran sus coristas, estuve a nada de ser parte del clan Trevi-Andrade, pero a mi papá se le prendió el foco y lo impidió. Yo quería ser de ese mundo. Luego intenté otras cosas en la escuela, pero la voz nunca se me dio. Y hoy día, sí hago mis cosas. Por ejemplo, en el Festival de Morelia escogieron un grupo de directoras, nos pidieron hacer una narración de nosotras, a mí me da flojera eso y pensé en hacer un videoclip y aprovechar para hacer mi flow. Nunca he cantado bien, ni siquiera reguetón. Fue un sueño que tuve, pero no va a pasar.

 

Amor y matemáticas me parece generacional, ya sea por los que están en el escenario, o por quienes los vimos, que teníamos esa conexión de niños y adolescentes, los fuimos siguiendo y ahora vemos los reencuentros con miedo o nostalgia. Tu película habla de un paraíso perdido.

Cuando veo los pósters de los reencuentros de grupos como 90’s Pop Tour, me da una depresión asquerosa, se ven bien mal, imagínate como me veo yo, hay mucha tristeza y sufrimiento cuando lo veo.

Los primeritos que existían y me gustaban mucho eran Microchips, ahí estaba Jay de la Cueva y tenían esa canción de “Somos Números”, luego empezó Tierra Cero, Kairo, Moenia, luego siguió todo Mercurio, y también estaban en los soundtracks de las novelas.

 

Amor y matemáticas, Dir. Claudia Sainte-Luce

 

Hemos crecido con toda esa gente; por ejemplo, en Cómo matar a mamá, el centro de la película es “La calle de las sirenas” de Kabah. Allí encontrábamos un sentido de pertenencia y quizá por eso nos emocionaba tu ópera prima, Los Insólitos peces gato, que de alguna manera nos creaba un hogar; ahora somos supuestamente más maduros pero aplaudimos los afanes de Billy, aun cuando parezcan fracasados.

No sabría decirte sí los chavitos de ahora conectarán con esta película, la Generación Z, no sé sí les guste o no. Quien sabe sí entiendan a Billy, sería una sorpresa. Estoy nerviosa porque no la he presentado aquí y cuando he estado fuera la mayoría del público es más grande, no es tan chavo, a ver cómo nos va. Bueno, puede ser que yo hubiera yo metido K-pop y por ahí hubiera levantado.

 

¿Quién hizo la canción? Sobre todo “Amor y matemáticas”, la que resalta más.

Las dos las escribió Adriana y los arreglos son de Dan Zlotnik y Camilo Froideval. Ellos también hicieron los ruiditos de Dimensión Desconocida y la música de la película. La coreografía está en YouTube, tenemos grabado el making of para hacer los pasos.

Amor y matemáticas, Dir. Claudia Sainte-Luce

Amor y matemáticas (México, 2022). Dirección: Claudia Sainte-Luce. Productores Ejecutivos: Adriana Pelusi, Adán Pérez, Erick Peña, Raúl Villarreal. Productor: Christian Kregel. Guión: Adriana Pelusi. Fotografía: Carlos Correa. Edición: Julián Sarmiento. Música: Dan Zlotnik & Camilo Froideval. Diseño de producción: Los Moran. Vestuario: Monique Vilfort. Maquillaje:  Berenice Ocaña. Diseño sonoro: Sergio Diaz. Mezcla de sonido: Vincent Arnardi. Reparto: Roberto Quijano, Diana Bovio, Daniela Salinas, Jorge Alberto Silva, Marco Polo, Homero Guerra.