‘Kenya’ de Gisela Delgadillo: aventuras y desdichas de otras mujeres

El 29 de septiembre de 2016, la trabajadora sexual Paola Buenrostro, mujer transexual, fue asesinada con saña por un sujeto, por los rumbos de Buenavista. Aunque esto ocurriera a plena noche, el homicidio fue registrado por video y fotografía, se viralizó y abrió la conversación y la defensa de una comunidad marginal y estigmatizada: el de las trabajadoras sexuales trans. Al frente de este ejercicio de activismo social estuvo Kenya Cuevas, amiga de Paola y mujer trans de gran influencia en su comunidad.

En su ópera prima ‘Kenya’, la documentalista Gisela Delgadillo hace un registro de esta lucha, que logró llamar la atención de todas las esferas de gobierno para procurar justicia, visibilización y formas de apoyo a la comunidad trans de la Ciudad de México. Aunque el documental tiene en su centro la denuncia, también da cuenta de las formas de convivencia de esta comunidad. Kenya es un ejercicio de dignidad y reconocimiento, no exento de momentos de humor y mucha emotividad. 

Kenya forma parte de la Competencia oficial Premio Maguey del 38 Festival Internacional de Cine en Guadalajara. También compite en la Selección Oficial Largometraje México del 26° Festival Internacional de Cine Guanajuato y forma parte de la Gira Ambulante 2023. 

Gisela Delgadillo platicó con nosotros cómo fue la filmación de esta historia, sobre los peligros, las luchas y los gozos de la comunidad trans en México

 

¿Cómo conoces a Kenya? Y, sobre todo, ¿dónde te hace el click para contar su historia en un documental?

En 2016 preparaba mi postulación para la maestría de cine documental del CUEC y buscaba un tema. En marzo estuve en un conversatorio donde habían unas mujeres trans, quienes impulsaban trabajos en centros penitenciarios varoniles, donde había mujeres trans privadas de la libertad. Fue mi primer acercamiento al tema. Con él entré a la maestría, en agosto de 2016. 

El 29 de septiembre matan a Paola. Kenya cerró Insurgente con el cuerpo de Paola en el ataúd. Me entero de la noticia por Facebook y busco a Kenya, para saber de este crimen de odio hacia una trabajadora sexual. Cuando pasa lo de Paola y Kenya, automáticamente cambio mi historia del centro penitenciario y me voy en esa dirección. Acompañé a Kenya y documenté su vida cotidiana a partir de lo de Paola, cuando Kenya empezó a asistir a más chicas; ese fue el comienzo.

 

En el centro de tu documental está Kenya y su labor como activista. El transfeminicidio de Paola funciona como vehículo para mostrar su vida. ¿Cómo llegaste a esta decisión argumental?

Al inicio no pensaba hacer un documental sobre Kenya, sino sobre Paola. Kenya hizo una búsqueda desde redes sociales de los familiares de Paola. Hubo una negativa general a venir al velorio por temas económicos y Kenya se hizo cargo del cuerpo, hasta la fecha es responsable del cuerpo y de la carpeta de investigación. Y lo que me sorprendió fue cómo una familia puede abandonar a su hija. 

Le propuse a Kenya hacer un viaje para encontrar a la familia de Paola. Pensé que el documental sería un road trip, saber quién era Paola y desde ahí dar luz sobre la problemática de las mujeres trans. En el viaje entrevistamos a la mamá de Paola, sus primos y sus tías. Después buscamos a la tía Maura, la última persona con la que vivió Paola antes de migrar a la Ciudad de México. 

Fue bueno entrevistar a la familia de Paola, pero el material no daba mucho para un documental. Pero fue un viaje catártico para Kenya, es justo la escena donde llora y da una entrevista súper linda. El tema ya no era la familia de Paola, sino hacer un llamado a la sociedad para que respete estas identidades, que no las discriminen. Esa entrevista valió todo el viaje que hicimos, Kenya dice cosas muy potentes, un mensaje para la sociedad y fue el punto de partida para el documental.

 

Algo interesante es cuando el transfeminicidio de Paola se mezcla con momentos de humor negro: el asunto de cómo vestir a Paola en el funeral, cómo maquillarla, da una arista distinta. Kenya es un documental que va por varias pistas: la denuncia, pero también un retrato de las actividades de Kenya y el grupo.

Estas chicas tienen muchísimo humor y mucha personalidad. Ellas en general son así, súper extrovertidas. Son una comunidad muy golpeada, todas cargan con historias de violencia física y emocional, es una comunidad estigmatizada y este humor es una forma de defensa.

Yo trabajo en un albergue que fundó Kenya y recibimos muchas mujeres trans, entonces es un común denominador este humor para exorcizarse, además son súper graciosas. En el documental sigo viendo las escenas del funeral y me dan muchísima risa. En los velorios de las chicas se fuma, se toma, si alguien se quiere meter algo, se mete algo. Ella siempre piden dos días de estar ahí, es entender los tiempos de esta comunidad y pues también es esta forma mexicana de relacionarse con la muerte, no tan solemne, acá hay fiesta, hay show, hay chicas que le cantan al ataúd. Ellas son muy libres, las personas más libres que he conocido en mi vida. Están libres de prejuicio, han sido muy señaladas y ya pasaron esa línea, lo que sigue es pura libertad.

Claro, este humor sólo tiene sentido en México, el documental se estrenó en Ámsterdam y los mexicanos estábamos a las risas, mientras había silencio total del resto de la audiencia. Sí es muy de este lado del continente. 

 

 

¿Cómo era la relación de Kenya con la cámara?

Kenya se acostumbró mucho a las cámaras. A veces se desconectaba totalmente y hacía sus cosas, como cuando está fumando y está gestionando el velorio. A veces le pedía que no mirara a la cámara porque le hacía ojitos, desfiles y esas cosas. Pero en general, todo lo hacía de forma muy natural y ahorita ni se diga, que es muy famosa y reconocida. Ella entendió los códigos y nunca me pidió que dejara de grabar, siempre se mostró abierta. Fue la puerta de entrada a ese mundo, porque sin ella hubiera sido muy complicado. Kenya es una persona de peso en su comunidad, se ha ganado el respeto de muchos.

 

Kenya, Dir. Gisela Delgadillo

 

Tienes muchas escenas de las mujeres trans ejerciendo trabajo sexual en la noche, una actividad que es de alto riesgo. Te pienso ahí con la cámara ¿No fue difícil hacer este registro?

Siempre me sentí segura con ellas. Yo tenía auto y mis traslados eran al Estado de México, a Chimalhuacán o Chalco, donde vivía Kenya, ahí iba sola y tal vez esos viajes si eran de cierto riesgo. Pero una vez con Kenya me sentía muy segura, las chicas la respetan mucho, sabe cómo manejarse y ellas de inmediato también me cuidaban. 

Sí es un mundo fuerte, y es fuerte verlas navegar en él. No quise mostrar escenas donde hay violencia entre ellas o se están drogando. Pueden ser violentas, pero es un poco lo que les ha dado la vida. Y mi función como documentalista no era agregar imágenes que colaboraran con su estigmatización.

 

¿Qué te provocó la experiencia de conocer a Kenya y al resto de las mujeres trans?

Kenya me involucró en su proyecto del albergue y la asociación civil. No es un albergue propiamente, es un programa donde se les acompaña en temas de salud, educativos, de trabajo e identidad. Las chicas necesitan cuidados: la vida las ha hecho estar a la defensiva todo el tiempo. Es sorprendente como mujeres que son súper autónomas, capaces de generar un montón de dinero en una noche, aceptan ponerse al cuidado de otras personas. Asumen este cuidado maternal que les damos de enseñarles, de ponerles reglas, a veces dibujan con colores, hacen cosas que hace una niña de primaria, te agradecen y hasta te dicen mamá. Es una comunidad que me causa mucha ternura y un montón de admiración, 

Ellas tienen un montón de fortaleza, no se autocompadecen: hay espacios donde cuentan sus historias y se ponen a llorar, pero nunca es algo que determine lo que hacen, siempre tienen buena actitud. Tengo la posibilidad y el privilegio de trabajar con ellas ya sin una cámara de por medio, y me ha enseñado un montón. He aprendido más de la comunidad y me ha permitido admirarlas mucho también.

Kenya (México, 2022). Dirección: Gisela Delgadillo. Guión: Gisela Delgadillo. Producción: Gisela Delgadillo. Música: Josué Vergara, Juan Pablo Villa. Sonido: Gisela Delgadillo. Cinefotografía: Gisela Delgadillo, Juan Nasra, Sergio Silva. Edición: Leandro Motta. Elenco: Kenya Cuevas.