‘Vientre de luna’ de Liliana K’an: maternidades en las comunidades tsotsiles

Liliana tiene temor de embarazarse. Cuando ocurre, acude a las mujeres que tiene cerca, en busca de apoyo. Encuentra una rica coleccion de consejos, rituales, reflexiones, dolores y sueños, que tejen las mujeres tsotsiles alrededor de la maternidad. Y esto es lo que recoge Liliana K’an en su cortometraje Vientre de luna.

Bitácora fílmica, registro de las memorias, retrato propio y de las mujeres que la precedieron, así describe Liliana K'an a Vientre de luna, valioso testimonio de las mujeres tsotiles que viven en San Juan Chamula y Zinacatán, en Chiapas. 

Un bosque introspectivo, voces en off que se duelen o se maravillan ante los milagros de la vida: un documental elegante e introspectivo, con testimonios, mitos, atmósferas que rodean el enigma dar la vida: vientre de luna hechos de luz, que se abren para seguir ofreciendo luz. 

Vientre de luna es una película que tuvo el apoyo del ECAMC y se presenta en la sección Cortometraje Iberoamericano del 39° Festival Internacional de Cine en Guadalajara. También, participa en la sección Cortometraje Mexicano Documental de ficmonterrey 20. 

Platicamos con Liliana K’an sobre un ejercicio, que trasciende desde la poesía y la delicadeza la buena labor audiovisual que ya conocíamos del cine tsotsil.

 

Vientre de luna, Dir. Liliana K'an

¿Cómo te empezaron a interesar los testimonios de las mujeres de tu comunidad sobre la maternidad, para crear Vientre de luna?

Mi bisabuela Dominga me contó la historia de su sobrina: adoptó a una niña y me sorprendió cómo se volvió prácticamente su hija. Entonces empiezo a investigar. Yo no pensaba ser mamá en ese momento, pero el tema de la maternidad me llamaba la atención desde diversas perspectivas. Descubro la existencia del rezo tradicional que se le ofrenda a los bebés y a las mamás, antes del alumbramiento. Mi mamá me cuenta de este rezo que se me hizo sorprendente, y esta curiosidad me llevó a investigar de qué se trata.

Tomé los talleres del CCC en 2013. Ahí descubro esta herramienta poderosísima de la cámara que tiene movimiento, forma, textura. Entonces pensé que tenía que contar una historia con esto.

 

En Vientre de luna propones diferentes experiencias sobre la maternidad, ¿cómo elegiste las historias?

Mis personajes no son personas ajenas, son mi familia. Por ejemplo, la mujer que habla del duelo maternal es mi mamá. Ella perdió un hijo y fue algo muy duro. Yo conocía esta historia desde hace mucho tiempo y sentía que debía agregarla en mi cortometraje, porque tiene mucho que decir respecto a ese dolor de haber perdido a un hijo. Además, ella había experimentado el duelo de su propia madre. Es una persona que tiene muchísimo que decir sobre estas ausencias. 

El duelo maternal es algo de lo que prácticamente no se habla. Se queda en un espacio vacío, no es interesante para ciertas personas, pero en el alma de una mujer se queda para siempre. 

 

Son interesantes las imágenes de Vientre de luna, la fotografía se nutre con atardeceres, bosque, insectos… ¿Cómo elegiste esas tomas?

Mis personajes habitan esos espacios, viven en la montaña e interactúan todos los días con la tierra. Era falso contar una historia en una selva de concreto, por ejemplo, cuando mis personajes habitan el bosque, viven en la montaña, interactúan todos los días con la Tierra. 

La naturaleza nos cuenta distintos momentos de la vida de las mujeres, las acompaña a todas. Las acompaña en momentos de incertidumbre, de felicidad; en la espera y la alegría, la naturaleza está al lado de ellas.

He visto demasiados documentales dentro de la cocina, pensé que esta vez tenía que abordarlo desde un espacio donde se abrieran conmigo y siempre en el patio de sus casas: mientras caminábamos, mientras estábamos sentadas en el pasto, entre las ovejas, salían todas estas verdades. Aquí dije: “la naturaleza también tiene que ser un personaje de la película”.

 

Justamente, las películas sobre comunidades originarias hacen ver a sus personajes como parte de un algo social, comunitario; Vientre de Luna es íntima, incluso solitaria.

Quise grabar a mi bisabuela en su cocina pero ella se sentía mejor entre las flores, debajo de su árbol de durazno o los cipreses. Pensé que así tenía que mostrar a mis personajes, donde mejor se sienten, y no en espacios donde no se sienten ellas mismas, o que están sujetas a estar ahí, sólo porque yo quiero verlas preparar un café o hacer las tortillas. 

La naturaleza acompaña sus voces y eso lo hace misterioso, onírico, las sigue entre sus miedos o sus sueños. Para mí también tiene un vínculo fuerte, porque así crecí y los mismos rituales te llevan a eso. Los relatos acerca del ombligo, los rezos o las herencias que nuestros padres nos dejan, metáforas como las tres ramitas de ocote, te acompañan en el medio natural. Todo sucede allá afuera. 

 

Vientre de luna, Dir. Liliana K'an

 

Otro elemento interesante son las voces en off del documental. Pudiste haber puesto los testimonios de tus personajes a cuadro, pero prefieres que solamente sean sus voces. ¿Cómo llegaste a esta decisión?

La voz en off la elegí porque sentí que era más atractivo escuchar las voces de mis personajes mientras vemos lo que estaba sucediendo, su espacio, con la voz detrás. Ver y oír al personaje sería un distractor; en cambio, con la voz en off sería más ágil. Me inspiré un poco en la película Tarachime de Naomi Kawaze, que también toca el tema de la maternidad de una forma interesante e intercala diálogos y voces en off; me gustó esa forma de narrar una película. 

Incluí mi voz porque también fue mi proceso, yo también soy parte de esta historia, al elegir embarazarme. Pensé que incluirme podía parecer saturado, pero me aconsejaron que podía acompañar la historia y a los personajes, porque también son mi familia. 

 

Iniciaste tu formación en el CCC con Patas; después, tu cortometraje partició en el ECAMC del Imcine ¿Cómo ha sido este proceso formativo?

Siempre quise estudiar artes visuales, además de la carrera de comunicación. El amor que le tengo al dibujo, a la pintura, a la música, me llevaron a encontrar el séptimo arte. Ha sido un camino largo, porque provengo de una comunidad donde pocas mujeres han terminado una carrera, y tienes que salir de la comunidad para buscar lo que te gusta. 

Cuando empecé a interesarme por la cámara me aconsejaron que tomara un taller del CCC que llegó a San Cristóbal, a partir de esta oportunidad empecé a formarme con más talleres de guion y fotografía. 

Es algo que me gusta mucho, sigo estudiando, me encanta aprender y soy una cinéfila total porque leo los guiones, veo el reparto, analizo las cintas y el sonido. 

 

Vientre de luna se inscribe en un grupo de películas de las comunidades originarias, en las que el trabajo de los tsotsiles está muy fuertes.Pienso en Xun Sero, Juan Javier Pérez, Humberto Gómez Pérez, Florencia Gómez Santiz... hemos estado viendo varias de sus películas en los últimos años. ¿Qué te parece este movimiento de nuevos cineastas, de los que tú formas parte?

Me parece maravilloso, somos una generación nueva que va surgiendo; ahí están María Dolores, José Alfredo o Mariana Estrada, que fueron precursores del cine y video en las comunidades. 

Son nuevas propuestas, que surgen desde la visión de distintas comunidades y vienen más. Es un momento en el que el cine se abre camino y posibilidades para generaciones que también tienen el sueño de contar una historia. 

Nosotros llevamos historias a espacios donde antes sólo éramos un personaje secundario. Ahora también somos directores, sonidistas o editores, son nuevas posibilidades para nuevas generaciones. 

 

¿Las mujeres que participan en Vientre de luna ya vieron la película? 

La verdad es que me dicen: “ay, no recuerdo haber dicho eso”, y claro, hace ocho años grabé la cinta, pero son las voces de mis predecesoras y son la memoria de otras que ya se fueron, como Andrea, que ya no vio la película, pero si la vio su hija.

Están contentas por ese legado que han heredado para otras mujeres de la comunidad. 

 

Liliana K'an, foto de José Julián Zanate 

Vientre de luna (México, 2024). Dirección y guión: Liliana K'an. Producción: Liliana K'an, Daniela Contreras, Nicolas Défossé. Compañía productora:Terra Nostra Films. Fotografía: Liliana K'an. Edición: Nicolas Défossé, Liliana K’an, Delmar Penka. Sonido: Julián Hernández Zanate, Liliana K’an. Música: Julián Hernández Zanate. Locaciones: San Juan Chamula, Zinacantán, Chiapas.