‘Zona Norte’ de Javier Ávila: el barrio del caballo

En uno de los barrios más bravos de Tijuana, Zona Norte, se reúne un grupo de jóvenes y adultos que vive su dia a día alrededor de la adicción a la heroína. Quizá no lo han leído pero siguen el precepto de William Burroughs: “la droga no es, como el alcohol o la yerba,  un medio para incrementar el disfrute de la vida. La droga no proporciona alegría ni bienestar. Es una manera de vivir”

¿Cómo viven Alex, Hugo, Alan, por mencionar a sólo algunos de los que aparecen en esta historia? De esto trata el documental Zona Norte, de Javier Ávila, quien tras haber hecho un retrato íntimo y desolador del asesinato de la adolescente Cintia en Niña sola, ahora ensaya en el tijuaxplotation para sumergirse en lo más áspero del universo de los adictos de la ciudad. 

Zona Norte revisa con detalle, también con empatía y respeto, esta comunidad de adictos al caballo, quienes viven entre el remordimiento, el intento de dejar la droga, la gloria o la fatalidad de las recaídas. Y con este retrato le entra sin tapujos a alguno de los mitos más oscuros de Tijuana, el de ser una ciudad violenta. Y pues bien, parece decir Javier, vamos a mostrar cómo se vive esa violencia en el bordo, al lado del muro fronterizo.

Zona Norte es parte de la Selección Oficial Largometraje México del 26° Festival Internacional de Cine Guanajuato. También forma parte de la Gira Ambulante 2023.

Javier Ávila nos contó los retos y los riesgos de retratar esta zona conflictiva de la ciudad fronteriza.  
 

¿Desde dónde te entró el interés por documentar a esta banda de compas adictos a la heroína? 

Yo soy Tijuana y desde niño me he topado con esta banda en la calle y en los semáforos. Siempre me ha intrigado mucho saber de sus vidas y cómo son las circunstancias que los lleva a estar donde están. 

A través de un amigo llamado Alfonso Chávez, quien es coordinador de salud de Prevén Casa, una clínica comunitaria ubicada en la Zona Norte que brinda atención a la comunidad en situación de vulnerabilidad. Le pregunté si le interesaría crear un proyecto.  Él hace fotografía y tiene un proyecto llamado "Fragmentos de una frontera". Así empecé a ir a cotorrear, fumar cigarros, tomar sodas y estar ahí, entendiendo la dinámica de esta colonia en particular.

Zona Norte tiene todo lo negativo que alguien se puede imaginar sobre Tijuana, todo ese mito que no es necesariamente un mito. Es la zona de tolerancia, donde se encuentran todo tipo de sustancias y servicios. Así que empecé a ir para que me conocieran. Y de ahí, a decirles que quería hacer sus historias de vida. Así se fueron sumando aquellos que se interesaban en exponer su historia. Fue la dinámica de colaboración, digamos.

 

La colonia se llama Zona Norte

Así es. Está justo pegada al bordo fronterizo del muro, que recorre toda la avenida internacional. Ahí, o sea, tienes la barda que puedes ver continuamente.

 

¿Qué retos implicó ganarte la confianza y acompañar a varios de tus personajes, que tienen historias terribles? Pienso que debes haber hecho un importante trabajo de acompañamiento y construcción de confianza. 

Lo primero que les dije es que yo no iba a meter una cámara hasta que no me ganara su confianza, y hasta que yo no me sintiera seguro también de meter a mi gente y a mi cámara. Estuve como tres meses, y más o menos en ese tiempo ya me ubicaban, ya podía caminar ahí o los encontraba en el centro, la otra colonia pegada a la Zona Norte.

Siempre debes tener precauciones, por más que seas compa o carnal con quien sea. Después de esos tres meses ya empecé a llevar la cámara y a partir de ahí todo fue mucho más sencillo en el sentido de construir las historias, pero más complejo en términos de seguridad. 

El entorno es volátil, todo el tiempo cambia y ni ellos mismos tienen seguridad de nada, algunos están en contacto con células del crimen organizado y tenemos que pedir permisos para grabar en ciertas áreas. Tienes que cuidar de todo. Pero hay un gran respeto hacia la labor que hace Prevén Casa y siempre nos movíamos a través de esta organización. Eso es lo más interesante, el tema del respeto. Durante el rodaje pasaron varias cosas, hubo una balacera y casi secuestraron a uno de los personajes mientras estábamos ahí. Nos pudo haber ido peor o mejor, no se sabe. Pero es todo un tema adentrarse y llevar el chip de la supervivencia, que ellos también llevan consigo.

 

Me quedo pensando en los conflictos éticos que implica retratar esto. Algunas escenas son tremendas, la que más me impactó fue la del muchacho drogándose en las escaleras, vemos su transición, desde que se inyecta hasta que está completamente perdido, me pareció muy íntima. Me preguntaba dónde está el límite entre la ética y quizás no caer en algo sensacionalista. 

Yo le dije a Alfonso: "Tú eres la persona que nació en este barrio, eres respetado por esta comunidad y tú marcarás ese límite ético. Esto es lo que propongo filmar, tú me dirás hasta dónde". Él fungió como una brújula moral, así lo llamaron en un festival y me pareció interesante. Él ha estado trabajando allí durante años y entiende más que yo el contexto.

Todas las escenas de consumo y todo el rodaje estuvo supervisado por Alfonso. Yo estaba a su lado, con un botiquín de rescate, ya que esa es su labor, revertir sobredosis y asistir. Todo fue conversado con ellos, diciendo: "No estás actuando para la película, estás viviendo y disfrutando de un momento que queremos capturar". 

Esas escenas donde la gente se inyecta y consume, eso sucede, exista o no la película. Si alguien se sentía incómodo con algo, entonces no grabábamos. No importa si alguien decide cruzar esa línea, esa es su decisión y se respeta. Pero lo que buscamos con la película es crear empatía, que veas y sostengas la mirada mientras disfrutan de esto. Es su elección y es lo que sucede en las banquetas de la Zona Norte. Para mí, es un reflejo de la realidad y también un cuestionamiento.

 

 

¿Tú crees que a estos chavos les afecta de alguna manera el hecho de ser documentados? 

Sí y no. En el momento de la filmación, por ejemplo, Alex, uno de los protagonistas, filmamos algunas escenas en las que él se veía a sí mismo, pero luego sentimos que estaba interpretando demasiado y que se notaba nuestra intervención. Decidimos alejarnos de esa narrativa. Queríamos que la película fuera más orgánica. Además, pensamos que sería mejor que ellos vieran el proyecto completo antes de hacer cambios. Algunos de ellos no sienten mucha conexión con la película, pero otros sí la valoran como un documento artístico, como un registro de los lugares y momentos de sus vidas. Alex, por ejemplo, está muy interesado en la película y sigue su progreso. Le gusta el cine y disfruta participando en ello.

Ya se ha exhibido en otros lugares, como en el Festival de Cine Documental de Múnich, donde tuvimos nuestra premier mundial en la competencia internacional, y nos fue muy bien. Ha sido bastante complicado lograr que la película se exhiba, especialmente en México, donde ha sido aún más difícil.

 

Zona Norte, Jaime Avilés

 

Perdón, ¿por qué ha sido tan complicado? Si puedes explicarlo.

Bueno, nos han rechazado de varios lugares. Parece que hay cierta resistencia hacia el contenido, pero en Guanajuato se ha mostrado una actitud positiva y están dispuestos a arriesgarse. Ven la película como lo que es, no como otra cosa. Eso es lo valioso del festival, la oportunidad que le brinda a la película de ser vista. Además, recientemente Ambulante también nos seleccionó, lo cual significa que hay gente en México que está interesada en ver este tipo de historias. No todos en el país están directamente afectados por estos temas, pero la frontera es algo distinto, con historias muy valiosas.

Zona Norte (México, Catar, 2022). Director: Javier Ávila. Fotografía: Alejandro Guzmán, Javier Ávila. Producción: Javier Ávila, Pamela Rendón, María José Córdova, Fernando de la Rosa. Guión: Javier Ávila. Edición: Omar Guzmán. Música: Dani Shivers. Sonido: Jay González, Daniel Rosas, Omar Juárez. Reparto: Alejandro Iturrios, José Antonio Negrete, Hugo Arroyo, Alan Meza, Alfonso Chávez.