'Retiro' de Daniela Alatorre: el poder de las mujeres que rezan

Abuela, madre e hija: no podrían ser más diferentes Zoila, Marina y Perla. Marina realiza trabajo doméstico; Perla está obsesionada en estudiar, Zoila las contempla con esa cansada sabiduría de la vejez.

 

Algo tienen en común: cuando acuden, cada año, al retiro espiritual del Santuario de Atotonilco, por los rumbos de San Miguel de Allende, en Guanajuato. Ahí se unen, durante una semana, con miles de mujeres y realizan oración y reflexión religiosa. Pero también hablan de sus familias, sus temores, establecen una solidaridad que escapa a lo católico, también a lo que designan los feminismos urbanos. Juntas generan una poderosa comunidad de mujeres que se procuran a sí mismas, entre las pláticas y los rezos.

 

Daniela Alatorre ha hecho labores de programadora en el Festival Internacional de Morelia y de productora en la compañía No Ficción. Con el documental Retiro se lanza a su primera experiencia como realizadora. Lo hace con una exploración curiosa, empática, hacia este mundo femenino que se crea entre rezos y murmullos.

 

¿Cómo llegas al tema del retiro religioso en el Santuario de Atotonilco para realizar tu ópera prima?

Después del trabajo que había hecho en el Festival de Morelia quería experimentar la realización, salir a la calle, agarrar la cámara, contar historias y obligarme además a hacerlo sola, porque es difícil viniendo de un rol de productora y programadora salir sola con la cámara, a ver qué quieres contar.

Retiro empezó con una curiosidad sobre la vida de mujeres que tenía cerca. A las protagonistas las conozco desde hace más de veinte años; a Perla, la adolescente, aún recuerdo cuando nació. Y empiezo con tratar de entender dónde construyen su fortaleza estas mujeres que viven en el campo, grupos femeninos que se organizan alrededor de temas femeninos pero que no se autodenominan feministas. 

Había escuchado desde hacía muchos años sobre este retiro en Atotonilco, quería conocerlo. La primera vez que fui decidí grabar sola. Llevaba cámara, sonido, yo cargaba mis baterías. Lo más difícil fue quitarme mis propios prejuicios. Me di cuenta que es un espacio de camaradería femenina que genera una experiencia poderosa. Por supuesto que es hay un contexto religioso, una Iglesia que siempre busca mantener el statu quo y una serie de contradicciones y ambigüedades que constantemente generan tensión. Pero encima de todo, esa reunión de miles de mujeres es una experiencia que genera solidaridad y poder, y para mí era importante reconocer eso. 

Fue un proceso largo, tardé unos cinco años en terminar la película porque estuve peleando con mis propios prejuicios durante mucho tiempo, hasta que me di cuenta que me tocaba escucharlas a ellas.

 

Retiro, Dir. Daniela Alatorre.

 

Imagino que tenían que haber distintos acercamientos con cada una de ellas para que te compartieran su realidad.

Me interesaba esa diferencia. Estoy hablando de generaciones de mujeres dentro de las familias: un conocimiento que pasa de las abuelas a las mamás y de las mamás a las hijas, o de las abuelas a las nietas. 

Perla está obsesionada con el estudio, y también hay una parte muy linda donde ves la relación de Marina con la tierra, los árboles, el campo, un conocimiento innato del mundo que la rodea, que probablemente Perla ya no va a tener. Es interesante resaltar cómo hemos creado una jerarquía del conocimiento, como si un conocimiento fuera más valioso que otro. 

Me interesaba una película que subrayara estas contradicciones, pero que entraras un poco de ladito, como si hubiera algo que te ayudara a ver más allá de lo evidente. Para mí era generar preguntas, precisamente porque a mí me las generó. Y decidí que así era, una película que fuera provocadora dentro de su sutileza, en el sentido que permitía la complejidad y la ambigüedad.

 

 

¿Cómo fue trabajar en el Santuario de Atotonilco?

Durante muchos años no habían dejado entrar cámaras; antes hacían videos para que la gente se los llevara de recuerdo, pero tenían mucho tiempo que ya no lo permitían. Yo pude entrar porque venía con una familia que tiene muchísimos años yendo; al final son comunidades que se conocen y que cada año se ven.

El primer año podía entrar en la mañana y en la noche me iba a dormir fuera del retiro; el segundo año me dejaron quedarme. Llevaba una cámara muy grande porque para mí era importante que se viera que estaba ahí y que tenía curiosidad con lo que sucedía en este lugar. Había espacios en las noches donde se hacen sesiones de canto y penitencia; ahí me dijeron desde el principio que no entraba, y no solamente las autoridades, también las mismas mujeres. Cuando respetas esos espacios generas un acuerdo.

Yo venía con una familia que ya tiene esas relaciones, yo era como la hija de Marina y al final todas querían saber de qué iba a ser la película y me contaban sus historias. 

Hay una escena donde ves un juego entre una mamá y una hija, están peleando por el celular para ver un mensaje; yo estaba en la cama de al lado. La única manera para obtener esa escena fue porque yo estaba durmiendo ahí.

 

¿Cómo ha sido la recepción de Retiro?

De lugares religiosos o congregaciones religiosas no he tenido la oportunidad de conversar con ellos y me encantaría escucharlos. 

Con organizaciones que apoyan mujeres o que tienen una agenda feminista, es interesante, porque miran los espacios religiosos de mujeres como espacios de resistencia. Son lugares donde las mujeres se reúnen porque no necesitan permiso, hay una sensación de autonomía, es un espacio de intercambio y camaradería femenina que ha existido históricamente. 

Hay muchos grupos de mujeres organizadas en el campo que no se autodenominan feministas, porque esta terminología no les hace sentido, pero eso no quiere decir que al interior no tengan un proceso de lo que significa ser mujer, de lo que significan los grupos de mujeres, de lo que significa esta construcción de ser mujer. Ésta es una película, por ejemplo, que toca el tema del cuidado y el autocuidado y cómo eso construye las relaciones de género en las estructuras familiares. Creo que Retiro permite preguntarnos estas cosas.

 

Seguramente programar y producir documentales te ha permitido tener una opinión sobre este oficio, pero es distinto a hacer uno. ¿Qué aprendes del documental cuando ya tuviste la experiencia de dirigir Retiro?

Hacer una película después de tantos años de estar programando y produciendo me acerca más al proceso del director. Me enseñó la humildad que se necesita para dirigir una película, la paciencia que hay que tener, la responsabilidad. Para mí es una experiencia, una clase de humildad bien difícil. Es difícil no perder de vista la película que quieres hacer, no dejarte llevar por lo que funciona comercialmente, porque al final hay fórmulas que ya están aceptadas, que ya tienen un lugar, es difícil apagar ese ruido y mantenerte en lo que quieres hacer. Hay que ser muy paciente y muy tenaz.

Mi admiración creció enormemente por el proceso de creación cinematográfica, porque la verdad es un proceso bien difícil.

Retiro (México, 2019). Dirección: Daniela Alatorre. Guión: Daniela Alatorre. Fotografía: Daniela Alatorre. Sonido: Daniela Alatorre, Alejandro de Icaza. Edición: Daniela Alatorre, Sonia Sánchez. Música: Dave Cerf. Compañía productora: No ficción, FOPROCINE. Elenco: Marina Guadarrama, Zoila Ávila Guadarrama, Perla Ávila.