Caminos de Cine Comunitario del ECAMC: películas como herramienta de transformación

Caminos de Cine Comunitario es un programa de inducción, que da a conocer el Estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para Comunidades Indígenas y Afrodescendientes (ECAMC) a las distintas poblaciones del país. 

 

Hasta ahora se ha realizado en los estados de Sonora, con las comunidades yoreme mayo, yaqui y makurawe; en Hidalgo con la comunidad hñahñu-otomí y en Tabasco con las comunidades yokot'a y otomí. Se espera que al terminar 2022 también llegue a Yucatán y Chiapas.

La revisión de la convocatoria del ECAMC es punto de partida para que las comunidades reflexionen sobre las historias que podrían crear desde la cinematografía. Trascender la condición subordinada o pintoresca que siempre han tenido las comunidades en las producciones cinematográficas hegemónicas, intentar un discurso, una imaginación, una forma de narrar y expresar su identidad, propios de cada grupo. 

Este taller lo dirige Juan Antonio Flores, quien desde hace 24 años ha trabajado muy cerca de las comunidades tzeltales de Chiapas, desde la asociación civil Patronato Pro Educación. Juan Antonio insiste en que él sabe poco de cine, que su labor está más cercana a la formación y a ser facilitador de procesos. Sin embargo, su conducción de estos talleres también le ofrecen una nueva mirada sobre las formas en que las comunidades están aprendiendo a contarse a sí mismas.

 

Platicamos con Juan Antonio Flores sobre este proceso de inducción y reflexión del cine que pronto harán las comunidades.  

 

¿De qué trata Caminos de Cine Comunitarios? 

Es un proceso de inducción, facilitamos el acceso al ECAMC. Mi trabajo es de facilitador: primero te mando la convocatoria para que le eches un ojo y luego transitamos juntos el camino que implica la convocatoria. 

Primero reflexionamos cuál ha sido el papel de los pueblos originarios en el cine mexicano, su papel secundario y de sumisión ante una cultura dominante. Les preguntamos si los pueblos no tienen algo que decir, de una manera diferente. A partir de esa reflexión hablamos del esfuerzo que hace el Imcine por abrir una brecha en este mundo cerrado del cine; animamos a la gente que es importante lo que tienen que decir y que éste es un espacio de oportunidad. 

Después nos centramos en la convocatoria: la desmenuzamos y tratamos de que la gente se dé cuenta que tienen que cumplir con ciertos procedimientos legales y de normativa. La revisamos punto por punto, vemos sus fundamentos, sus objetivos, los principios en los que se basa. Usamos proyectos de gente que ya ha recibido este estímulo como ejemplo, para que vean cómo se elaboran, después hacemos un trabajo práctico donde ellos, a partir de una historia que deciden contar, elaboran un vídeo de presentación. Lo revisamos entre todos, nos criticamos, vamos diciendo qué le faltó, si se veía bien o si estaban nerviosos. Es como agarrar confianza y entender que no es tan complicado . 

Son dos días intensivos de trabajo, tratamos de hacerlo de manera divertida. Una vez que están ahí identificamos gente con posibilidades y en un complemento de estos talleres se les brinda la capacitación para armar una carpeta. Es decir, ahora sí desarrollamos el proyecto, que quede listo para presentarse en octubre o noviembre, cuando salen las convocatorias.

 

Estos talleres se han hecho en Sonora, Hidalgo y Tabasco, donde todavía no existe una comunidad audiovisual fuerte, ¿Cómo es la experiencia de platicar con gente que aún no tiene los mecanismos que ya hay en Oaxaca o Chiapas?

En el sur ya hay una tradición muy grande de organizaciones de la sociedad civil y de procesos comunitarios; en el caso de Chiapas, después del zapatismo hay muchísima gente vinculada a los procesos de comunicación en los que se forma la gente. Por otra parte están las universidades interculturales, con la carrera de comunicación intercultural, que forman a la gente . Aunado a eso, hay productoras independientes que trabajan en las comunidades y es el caldo de cultivo que permite que florezca esta corriente de cine desde las comunidades.

En Sonora fue grato conocer gente con mucha experiencia, hay algunos procesos colectivos, pero no había llegado la difusión del estímulo allá. Algunos tienen un documental prácticamente terminado, y como están cerca de las oficinas de Vinculación de Imcine, les pueden brindar un acompañamiento más cercano. 

En Hidalgo había un colectivo que acababa de ganar una convocatoria del Estímulo a la Formación Audiovisual Independiente (EFAI), buscamos cómo combinarlo y tener posibilidades con el ECAMC. Hay chavos y chavas que están trabajando en elaboración de guiones, en fotografía o sonido, aquí la idea fue aprovechar los recursos y armar un grupo que pueda sacar proyectos interesantes. Hidalgo está cerca de la Ciudad de México; desde ahí el Imcine puede brindarle atención a esa gente. 

El caso de Tabasco es particular, ahí fue gente que prácticamente no estaba vinculada al cine. Hacían teatro, escultura, pintura; hubo muchos promotores culturales. Gente vinculada a los procesos culturales con las comunidades, pero desde otro lado. Los de teatro preguntaban si se podrían montar trabajos con carácter de ficción, porque luego se piensa que el cine de los pueblos a fuerzas tiene que hacer documental y trabajamos mucho en no encasillarnos. Entonces pusimo el ejemplo de gente que explica el mundo occidental desde su propia cultura y les dijimos que esto también se vale.  Como Chiapas está cerca, mucha gente de allá puede ayudarles. Todas las personas que reciben el estímulo del ECAMC tienen una cláusula de responsabilidad social, tienen que devolver algo y lo pueden hacer con formación. Entonces vamos a lograr que se vincule gente que ya tiene el estímulo y que tiene que dar formación, con gente que está necesitando esta formación; es cosa de de ligarlos y eso tratamos de hacer, esto redunda en producciones que valen la pena desde los pueblos. 

 

¿Existe alguna región del país que sea un reto mayor, porque están aislados de la actividad audiovisual?

A partir del pilotaje del año pasado suponíamos que todo mundo estaría aislado, pero nos dimos cuenta que no lo están tanto, siempre hay alguna posibilidad de vinculación; seguramente habrá lugares donde sea más difícil y otros no tanto. 

Este año el Imcine lanzó la invitación a muchas secretarías de cultura. De éstas, cinco vieron con buenos ojos la actividad. Para que podamos evaluar el proceso habría que afinar cuánta gente de Sonora se apunta al ECAMC, o si se presentan proyectos de Hidalgo, para afinar una estrategia que nos permita llegar a puntos más lejanos.  

Si queremos que el ECAMC tenga continuidad, tenemos que ir encontrando las regiones que tengan más posibilidades, para ir jalando más gente. La idea de ir tejiendo redes y de ir divulgando lo que se está logrando, es por donde se tiene que ir.  

 

Me parece interesante cuando dices que las comunidades no sólo están buscando retratar a sus comunidades, sino también contar historias con elementos dramáticos, que tengan alcances que trasciendan a la comunidad.

Ha sido muy interesante, de pronto pasaban cosas como unas chicas de Hidalgo, por ejemplo, muy fans del manga, que planteaban hacer una historia con ese tratamiento animado, que además jalaría a un público joven. En Sonora tenían historias con temática de terror o de intriga, situaciones que son parte de su cultura pero que en la manera de contarlos provocan emociones, sentimientos, conciencia en el público.

Porque hay otro fenómeno y es parte de los que reflexionamos también: lo que ha ido saliendo del Imcine producido desde los pueblos, tiene gran éxito en otros países, pero en nuestro país Cinépolis no proyecta Vaychiletyk , por ejemplo, mientras estas películas han ganado premios en festivales internacionales y se están distribuyendo en otros países. Es normal porque allá es una cosa de otro mundo y nosotros lo tenemos aquí. Entonces, una reflexión en el taller es qué tanto interés va a provocar su película en México, para que eso nos obligue a buscar modos alternativos de contarlas. 

Entonces están saliendo cosas de salirse del género documental, para presentar otras narrativas, probablemente hasta comedia, otro modo de presentar nuestro humor. 

Al final esta inducción no es sólo sobre la convocatoria, sino sobre el sentido profundo que puede tener el cine como herramienta de contracultura, de creación de una cultura nueva.

 

Ahora que estás reflexionando sobre la actividad cinematográfica con las comunidades, ¿tú qué crees que les da el cine? 

Es una súper herramienta. Pero la herramienta en sí misma no es nada. Siempre les pongo este ejemplo: tú puedes usar un machete para limpiar tu campo y generar una cosa nueva en tu comunidad, o para cortarle la cabeza a alguien. ¿Qué quieres hacer con el cine? 

Desde mi punto de vista, el cine es esta gran herramienta de denuncia, difusión, de pensamiento, pero sobre todo es una gran oportunidad. Durante muchísimos años nos han mostrado el cine de una única manera, pero es una gran posibilidad de acercarme a propuestas alternativas, que nos haga reflexionar qué es nuestra cultura. El cine tiene un potencial enorme, pero tenemos que hacer cine de calidad desde estos espacios y estos huecos que se nos están abriendo. Ahí está la apuesta para mí.