3ra Muestra de Cine en Lenguas Indígenas en septiembre: hazañas y desafíos de la identidad

En septiembre, la 3ra Muestra de Cine en Lenguas Indígenas propone tradiciones, costumbres, creencias y modos de vivir que les brindan identidad a las comunidades y a quienes las habitan. 

 

Desde el cultivo del maíz y los cantos que convocan a la lluvia, hasta las lenguas de señas que permiten el diálogo de una familia. El último cantador de Ángel Estrada Soto, Boca de culebra de Adriana Otero Puerto y El maíz en tiempos de guerra de Alberto Cortés: tres películas que siguen mostrando la diversidad del cine mexicano que se habla en distintas lenguas. 

 

La 3ra Muestra de Cine en Lenguas Indígenas se realizará del 18 al 20 de septiembre en contigoenladistancia.cultura.gob.mx y del 21 al 30 de septiembre en sedes presenciales, televisoras públicas y FilminLatino, la plataforma del Imcine

 

Conoce la Programación

 

‘El último cantador’, de Ángel Estrada Soto: el canto para preservar un pueblo

 

El último cantador, cortometraje documental de Ángel Estrada Soto, sigue la vida de don Alberto Vargas Castellanos, la última persona del pueblo pima que a través de sus cantos ceremoniales puede comunicarse con dios para llamar a la lluvia y pedir buenas cosechas. Don Alberto tiene la preocupación de que con él se vayan estos conocimientos y tradiciones; por eso busca enseñar su lengua y sus cantos a los niños de la comunidad.

“Los Pimas, u O’oba, como ellos mismos se identifican, habitan entre Sonora, Chihuahua y Arizona”, cuenta en entrevista Ángel Estrada Soto. “Son un grupo étnico que quedó dividido por la frontera y, por desgracia, del lado mexicano quedan ya muy pocos habitantes, esto ha provocado la desaparición de la lengua pima.” 

El cortometraje fue filmado en las comunidades Yepachi y Pima de Madera, Chihuahua. Ángel Estrada Soto antes había hecho El ladrón de violines, proyecto con el que ganó el Premio al Mejor Corto Chihuahuense y Premio al Mejor Director, en el Festival Internacional de Cortometrajes Chihuahua, así como Me llamaban King Tiger, sobre el lider chicano Reies Tijerina. El último cantador fue un proyecto que, al inicio, realizó por encargo.

El director cuenta: “En 2014 querían nominar a don Alberto para que obtuviera el Premio Nacional de Ciencias y Artes, así que me pidieron que hiciera un vídeo cortito sobre su vida y obra para acompañar la postulación. Sin embargo, cuando conocí a don Alberto y su comunidad, de inmediato sentí que tenía que hacer algo más que un vídeo de cinco minutos, con una voz en off que relatara su biografía.”

En la actualidad, se calcula que el pueblo pima consta sólo de entre 600 y 800 personas, distribuidas en comunidades ubicadas en Chihuahua, Sonora y Arizona. Dichas comunidades se encuentran en riesgo constante, debido a los problemas de narcotráfico que existen en las regiones. 

“Después de mi primera visita seguí sacando material del pueblo pima” cuenta Estrada Soto, “de hecho realicé tres viajes a Yepachi y Pima de Madera, y sentí que podía salir un largometraje. En el último viaje acababa de suceder una balacera muy fuerte, en la que tuvimos que refugiarnos en la iglesia de la comunidad. Encontramos muchas casas quemadas y un ambiente muy tenso, me pareció peligroso y que nos estábamos exponiendo mucho, así que decidí suspender la idea del largometraje.”

Tras recibir el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2014, los cantos de don Alberto fueron grabados para su preservación y difusión en un futuro próximo. A pesar de estos esfuerzos, el pueblo pima continúa enfrentándose a un panorama complicado, provocado por la inseguridad y la pérdida de su identidad.

 

Boca de culebra de Adriana Otero Puerto: un pueblo que habla con señas

 

Adriana Otero Puerto producía su documental ¿Qué les pasó a las abejas? cuando tuvo noticias de Chi’Kaan, una comunidad en el sur de Yucatán,  a 45 minutos de Mérida, en la que la mayoría de sus habitantes eran sordos. En 2018 visitó el pueblo para investigar. “La primera persona que encontré en una tiendita fue una chica, mi tocaya Adriana, me dijo que en la actualidad no todas las personas eran sordas, sin embargo todos conocían el lenguaje de señas, y que en su familia cuatro personas eran sordas. Conocí a su familia, ellos ya habían participado con la televisión y esto facilitó el acercamiento.” 

Aunque al inicio pensó en contar la historia de toda la comunidad, Adriana pronto entendió que sería demasiado material para un cortometraje, pues el proyecto participaba en el Concurso Nacional de Cortometraje por Regiones del Imcine. Decidió concentrarse en la familia Colli, en la que la mayoría eran sordos. “Podía mostrar una forma de vivir en la que los cuatro son sordos y no hay ninguna barrera para ello; me gustaba hablar de eso porque esta historia también me refleja, toda esta cuestión de alcanzar los sueños, de ir a contracorriente”. 

Boca de culebra está narrado como cuento fantástico, en por motivos inexplicables se vive la sordera en Chi’Kaan. “Todavía hay mucho misterio; unos dicen que fue porque el pueblo lo fundaron dos familias, que al unirse hubo una cuestión genética y todos nacieron sordos; otra cuestión tiene que ver con el acceso a la salud, o la ausencia del ácido fólico en las mujeres. ” En los últimos tiempos, la gente dejó de nacer con esta condición. “Eso te habla de una transformación del lugar: ahorita ya hay centros de salud, también por la migración ya no se juntan entre sí, mucha gente sale a la ciudad o a otras comunidades y rompen con esta genética de décadas atrás.”

Para filmar Boca de culebra, Adriana enfrentó importantes retos del lenguaje: tanto la traducción a la lengua maya, como al lenguaje de señas. “Mi tocaya Adriana es bilingüe y además conoce el lenguaje de señas, gracias a ella pude expresarme. Pero cuando llegué con la familia Colli me doy el tope, porque no sé si dirigirme a ellos o a la intérprete, y me daba temor que no pudiera lograr la confianza con ellos.” La documentalista aprendió el lenguaje de señas de Chi’Kaan, incluso pronto le dieron un nombre en señas: pasar las manos por el cuello, describiendo el largo de su pelo. Así pudo ganarse a la familia y sobre todo a Geli, quien se convirtió en la protagonista del cortometraje.

“Gelli me decía que se quería ir, y cuando estaba analizando cuál sería la historia, recordé su deseo de hacer algo diferente. De ahí me agarré para escribír la estructura del corto y es cuando en la segunda fase de rodaje voy con toda la idea de seguirla a ella”

A pesar de la pandemia, Boca de culebra se ha presentado en diversos festivales nacionales. Ganó el Cabrito de Plata al mejor cortometraje documental en el ficmonterrey y estuvo nominado al Ariel 2021. También ha puesto su grano de arena para debatir sobre la sordera. “Hasta el día de hoy me llevo muy bien con Geli”, reconoce Adriana, “hace unas horas nos mandamos unos whatsApp con emojis, estoy muy contenta con esa relación.”

 

El maíz en tiempos de guerra, de Alberto Cortés: la cotidianidad de la semilla

 

Director de dos clásicos de nuestro cine como Amor a la vuelta de la esquina (1986) y Ciudad de ciegos (1991), Alberto Cortés dirigió en Chiapas, en alianza con la Junta de Buen Gobierno del Ejército Zapatista la película Corazón del tiempo (2008), con argumento y personajes que existían en las comunidades de Los Altos de Chiapas. Esta película lo llevó a un ejercicio de más ambición, en tanto implicaba participar en varias regiones del país: El maíz en tiempos de guerra

El maíz en tiempos de guerra era hablar de la urgencia del maíz”, cuenta Cortés. “Con la introducción del maíz transgénico se nos ocurrió hablar de las bondades del maíz, en lugar de hablar de las perversidades del transgénico. Para eso nos planteamos lo que es la película, seguir a cuatro milpas durante un año agrícola.” 

La película presenta a cuatro familias, dueños de cuatro milpas, que se encuentran en tres regiones del país: los tsotsiles en Chiapas, los wixárikas en Jalisco y los ayuujk en Oaxaca. “A los indígenas siempre los vemos en momentos de lucha, de dificultades, y nunca los vemos en un ambiente que se trató de mostrar, su propio ambiente, que nos contaran lo que saben, que son muy sabios. También tuvimos la intención de que las mujeres participaran, entonces era importante que fueran familias completas, porque siempre hay esta idea de que sólo los hombres son los campesinos y las mujeres, y realmente el trabajo de la Tierra es una labor conjunta y participan todos.”

Junto con las milpas y las familias vino el reto de hacer la película en la diversidad de sus lenguas: tsotsil para Chiapas, wixárika para Jalisco y ayuujk para Oaxaca. “Es muy diferente que hables en tu lengua materna a que lo hagas en otra lengua, entonces te expresas mejor, lo cuentan como cualquier persona. Yo hablo un poco de inglés pero prefiero que me entrevisten en español, me siento más cómodo, y eso era lo que importaba, no llegar con prisa, estar ahí con todo el tiempo del mundo, esperar el mejor momento para fotografiarlos.” “Hay otra manera de acercarnos y mirarnos, esto cambia nuestra forma de estar con ellos, como que ellos nos van diciendo cómo querían que viéramos, no andar a las prisas y que lo dijeran en su idioma, favoreciendo más a ellos que a la producción.”

El verdadero reto de la filmación radicó en visitar cada una de estas milpas tres o cuatro veces durante el año agrícola, “íbamos intercalando una visita con otra y no fue una filmación continua, fue descontinuado, pero tenía una continuidad narrativa en relación al maíz.”

Aunque el planteamiento de la película podría implicar una cosmovisión amplia, que llegue a niveles de lo religioso, Cortés reconoció las limitaciones de su misión. “Hay toda una manera de relacionarse con el maíz y toda una mística, la cual no metí en esta película por respeto, porque al no tener tiempo de meterme bien en una cuestión religiosa y de ese mundo espiritual, preferí no hacerlo. Sin embargo, ahí está presente, en el discurso de estos campesinos no, que dicen que sin maíz no hay fiesta, ni país, no hay vida, pues.”

Y recupera la mitología que se ha generado en Mesoamérica alrededor del maíz. “A partir de la planta del maíz se creó el ser humano, hay una cantidad de mitos con las que no nos metimos, creo que la película aborda más otros temas que no puedes separar, como lo es la lucha por el territorio.” Cada una de estas comunidades tiene una relación fundamentas con un territorio y eso tiene que ver con el maíz y la vida. “Esa defensa también es una cosmovisión, ahí está el tema que se traduce en la manera que estos personajes se refieren a esta planta”, resume Cortès.