'El reino de Dios' de Claudia Sainte-Luce: una historia de comunidad y fe

¿Cómo filmaste El reino de Dios?

Fue especial porque no tenía fondos para levantarla, y hacer las cosas por tus propios medios cuesta. Desde El camino de Sol que tuve que buscar locaciones gratis, convencer a los actores pero estaba bastante complicado, entonces venía con este esquema en mi cabeza, y al haberme costado tanto realizar El camino de Sol, en 2021 me estaba cuestionando si debía seguir en esto, porque no estaba siendo fácil.

Fue ahí donde entró también la historia de Neimar yEl reino de Dios. En la pandemia me puse a escribir una escaleta y cada mes iba a visitar a mi abuela y buscaba a la gente que me parecía mejor para hacer de mamá o de abuela; con esta escaleta iba ensayando con ellos durante los fines de semana, hasta que llegó un momento en que sentía consolidada la película, y no sentía la necesidad de traer a nadie fuera de ese entorno.

Nos lanzamos a hacerla en mayo de 2021, fuimos nada más cinco personas de la Ciudad de México: el fotógrafo, el sonidista, el asistente de cámara y mi gaffer. Después nos ayudó la gente de allá: mi prima y unos amigos traen a los chavos aquí, mueven a la gente para allá, traen la comida que hacía mi tía, entonces fue parecido a El camino de Sol pero más guerrero, porque el clima estaba a 40°C y no había tantas comodidades.

Filmé en quince días y pareciera que podría ser más complicado con gente que no es actor, pero me pareció muy lindo, un trabajo distinto, saber cómo llegarles, se me hizo muy divertido también.

Cuando la acabé no estaba pensando en mandarla a ningún lado, la edité rápido y me puse a hacer otra que ya tenía fondos grandes, y no sé en qué momento mi marido, que es el productor, la metió a Berlín. Entonces empezó mi ola de ¿qué hacer?, apurate y acábala, la corrección de color, el sonido, y gracias a toda la gente que siempre me ayuda en mis películas pues pude acabarla.

Posiblemente sea de tus películas menos planeadas, en el sentido de llevar dos tres años escribiendo y haciendo preproducción, pareciera que ocurrió de una manera espontánea, y sin embargo es una película que ha tenido un recorrido importante. 

Como bien dices, parece que desde afuera que salió muy fortuito, pero creo que una escribe más cuando no escribe, cuando estás viendo a alguien o estás sintiendo algo.

Yo tenía la idea de hacer algo en mi pueblo pero no tenía claro qué. La cosa se unió bien cuando vino este sentimiento de falta de fe, que perdí la fe y lo transladé a la historia de Neimar, que pierde la fé en Dios. Eso me alimentó para crear esta ficción. 

Saliste de los temas de la ciudad que has abordado en películas anteriores, que son muy urbanas. Ahora escoges un ambiente rural, ahí hay un rompimiento con lo que venías haciendo. 

Pues yo ya me había ido a Haití en la segunda película, me había sentido muy cómoda ahí; en la tercera si me hubiera querido ir pero no me daban los medios. En El reino de Dios era natural pensarla así, porque era algo que quería hacer en mi pueblo, algo que hablara de muchas cosas que he sentido ahí, que he vivido ahí, del entorno como es.