Basada en las novelas de Carlos Montemayor Las armas del alba y Las mujeres del alba, la tercera película de Jimena Montemayor, Mujeres del alba, es un ejercicio coral que complementa la crónica de la guerrilla que tomó por asalto el cuartel de Madera.
La adaptación de estas novelas se acompaña de los testimonios que se pudieron recoger con algunas de las mujeres que participaron en este asalto, además de un sello característico de Jimena Montemayor: la creación de una atmósfera fantástica, onírica, que recrea la participación de estas mujeres a un ámbito mítico: ellas también son parte de los movimientos sociales, en tanto son las que preservan, las que dialogan con la naturaleza, también las que encabezan la búsqueda de los suyos.
Mujeres del alba es parte de la Competencia oficial del Premio Mezcal en la edición 38 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara. También se presenta en la Sección Oficial Largometraje México del 26° Festival Internacional de Cine Guanajuato.
Compartimos la plática que tuvimos con la directora Jimena Montemayor.
¿De dónde viene el interés de hablar del salto al Cuartel de Madera desde el punto de vista de las madres, las hijas y estas mujeres?
La película está basada en la novela póstuma de mi padre, Las mujeres del alba, que cuenta la labor de las mujeres en la guerrilla. Ellas también son parte de la guerrilla, los hombres pueden irse justo porque ellas se pueden encargar, además de que ellas pasaban armas. Eran los años sesenta en el norte, lo que se les dejaba hacer era bastante restringido; con las guerrillas urbanas y la entrada del feminismo empezaron a darles más cabida.
Esta historia surge de haber leído la novela, era con la que yo tenía más conexión: tenía este elemento de realismo mágico que me gusta que se utilice en las novelas. También, de alguna otra manera era cerrar una promesa que tenía con mi padre, de llevar a la pantalla grande una de sus novelas.
Yo conocí a algunas de estas mujeres, una de ellas es una mujer increíble que hasta la fecha sigue luchando y creo que es un gran ejemplo de vida. Eso también fue inspiración para esta película.
¿Cómo fue tu trabajo de guionista y adaptadora de la novela Las mujeres del alba?
Las mujeres del alba y Las armas del alba son muy visuales, pero ésta es mucho más visual. Es la misma historia desde dos puntos de vista distintos, como un lado A y un lado B. Ya estaba contado el lado A, más político y militarizado. Las mujeres del alba es más visual y yo tenía acceso a las entrevistas que mi padre le había hecho a estas mujeres. Yo misma pude entrevistar a cuatro de ellas, quería que me contaran desde que empieza el asalto y cuándo se corta la historia, porque evidentemente la historia de estas mujeres continúa y la persecución también; mi trabajo era cómo atacar la línea de tiempo.
Fue un proceso fluido; tuve tropezones más adelante, entre decidir qué funcionaba para la película de lo que estaba escrito en el guión y lo que había sido la realidad. El guión y el libro son piezas literarias que funcionaban bien al leerse, pero al ver la película me vi en la necesidad de quitar muchas voces en off, textos que estaban en la novela y habían sucedido en la realidad, pero que en la película no aportaban.
Me pareció interesante esta atmósfera fantástica, como los niños queriendo atrapar la luz, o la fosa que late. Recuerda planteamientos fantásticos que haces, por ejemplo, en Restos de viento.
La novela tiene ciertos elementos, por ejemplo, cuando se llevan a los cuerpos de los guerrilleros después de que los golpean, ese hubo lluvia y la gente del pueblo decía: “claro, llovió para limpiarlos”. O en el caso de Estela: ella y su padre soñaron en distintos lugares que su hijo y su hermano fallecía. Eran elementos que había que darles más de acento e irlos entrelazando.
Para mí era fundamental trabajar esta idea de que la naturaleza está del lado de las mujeres y la guerrilla, porque al final es una cuestión de defensa del territorio, y tanto la naturaleza como las mujeres son victimizadas por el hombre de igual forma. Se cree que la naturaleza y las mujeres están al servicio del hombre, ya sea para sacar recursos naturales o para tener hijos, cuidarlos y servirles. Había esta idea de que las mujeres y la Tierra se volvían aliadas en una cuestión de cuidado y amor, de luchar desde el mismo lado.
Estas cosas que están mencionadas en el libro, las fuimos uniendo con este realismo mágico que me gusta trabajar, siempre me ha encantado esta magia que existe y que a veces te toca ver.
Además de ver a un primer movimiento guerrillero en el país, en Mujeres del alba también vemos a un primer grupo de mujeres que se convierten en buscadoras, y de manera intuitiva en representantes de derechos humanos, como los grupos contemporáneos. No sé si pensabas en ese contexto actual.
Alma Gómez, la adolescente de la historia, ahora es de las defensoras que organizó las marchas de madres y padres en búsqueda de sus hijos. Ella no pudo recuperar el cuerpo de su padre, que es una manera de romper el espíritu de las comunidades y de la gente. Ella empezó estos movimientos porque vive en Chihuahua y está en la zona caliente, resistiendo y defendiendo a las que buscan.
Al final hay algo de la recuperación del duelo, no poder cerrar un duelo porque hacerlo es muy sanador y no poder hacerlo inhabilitas a las personas y las dejas débiles, no dejas que crucen a ese umbral de más fuerza y de aceptación. Al final es eso, no poder cerrar un capítulo.
Me cuentas que conociste a cuatro de estas mujeres que retratas en la ficción. ¿Cómo fue el contacto y, sobre todo, cómo influyó en la película platicar con ellas?
Las entrevisté al inicio de la escritura de guión, antes tuve acceso a las grabaciones que había hecho mi padre con ellas, pude regresar a lo que habían dicho y preguntarles sí podían recordar más. Una de ellas, Luz María, la niña de la película, tiene una memoria espectacular y nos ayudó en cosas de preproducción, como hacer el croquis de la cabaña, detallarnos cómo vestían, cómo eran los militares, cómo se peinaba su mamá o su tía. La invitamos al rodaje y tiene un cameo cuando los agarran los militares en la camioneta.
A Luz María y Alma les preguntamos todo; incluso, Luz María pudo hablar con quien la iba a interpretar, con la niña actriz, también con quien iba a ser su madre, Myriam Bravo. Hicimos una comida para que se preguntarán cosas que quisieran saber del personaje. Quienes pudieron, estuvieron en el rodaje ayudándonos en todo.
Después de haber realizado dos películas que, de alguna manera, implican lo privado, En la sangre con un triángulo amoroso en la Ciudad de México, Restos de viento con un tema de duelo de una familia, le entras a una propuesta entre política y social.
Siento que sigo hablando de un duelo. Al final, en Las mujeres del alba sigo hablando de vínculos entre familias, algo que sucede dentro. Creo que ya terminé las triadas y ahora quería intentar algo coral. Cuando empecé a escribir esta historia estaba ocurriendo lo de Ayotzinapa, entonces tienen esa energía.
Pero sí hubo un cambio, pude exigirme un poco más y ver qué pasa. Considero que es una película que te exige más como espectador, no puedes estar viendo el reloj porque son muchos personajes, muchas líneas de tiempo. Fue como un: “bueno, vámonos ahora sí con todo”.
Otra cosa que me parece importante, de nuevo hablando de los contextos, es presentar esta película en el contexto del feminismo actual. Le das luz a estas mujeres que quizá ni siquiera habíamos considerado su existencia, las sitúas de un modo protagónico, que hace más redonda la historia del asalto al Cuartel de Madera.
Pareciera que no formaron parte de ningún movimiento, es como si sólo hubiera una manera de pelear, que tiene que ver con estar en la zona de combate, con las armas y no existiera lo demás. Si las mujeres abandonaran los espacios creo que las comunidades se perderían al final. Siempre han estado ahí, nada más que no se les había visto o no parecía importante su labor, se les dejaba participar de cierta manera, pero al final siempre hemos estado ahí.
Mujeres del alba (México, 2023). Dirección: Jimena Montemayor Loyo. Guión: Jimena Montemayor Loyo. Producción: Víctor Léycegui. Música: Emiliano Motta. Sonido: José Miguel Enríquez. Cinefotorgrafía: Santiago Sánchez AMC. Edición: Ana Castro. Dirección de arte: Nohemí González. Elenco: Valeria Torres, Shaula Ponce, Myriam Bravo, Chantall Frías, Berenice Mastretta.
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