'Fiesta nacional’ de Augusto de Alba: rituales y sacrificios como forma de identidad

“Más que una película, intentamos crear un ritual iniciático, estabularasa. Una especie de borrón y cuenta nueva para que podamos resignificar una identidad”, dice Augusto de Alba sobre Fiesta nacional, el documental que presenta en la Selección Oficial Largometraje Mexicano del GIFF 24

 

Desde la mirada íntima de la artista wixarika Kena Bautista, el torero Diego Silvetti y el intérprete de Cristo en la Pasión de Milpa Alta Arturo Ruiz Becerril, Augusto de Alba genera una reflexión mítica y filosófica de la identidad nacional.

 

“La identidad no es un ente inamovible», explica, «está en cambio constante y no depende de los medios, de los políticos, ni de una estrategia creada a partir de una aspiración política, como fue después de la Revolución. En el siglo XXI, la identidad es una masa que se puede manipular a voluntad. Esa es la invitación a nivel personal: apropiarnos de nuestros símbolos, resignificarlos para crear identidades nuevas, que de alguna manera nos hagan evolucionar como personas”.

 

¿Cómo nació la idea de este documental?

Tuvo su origen en mi formación temprana en esta literatura que revisa la conformación de la identidad. Por supuesto está Octavio Paz con El laberinto de la soledad, también Carlos Fuentes, Juan Rulfo, incluso Carlos Castaneda o Juan José Arreola. Tuvo un engranaje más profundo con la experiencia, espiritual diría yo, de mirar dos películas que para mí son hitos importantes en la cinematografía nacional: ¡Viva México! de Sergei Eisenstein y La fórmula secreta de Rubén Gámez. Estas películas cerraron un círculo sobre cómo se conforma una identidad colectiva nacional, qué símbolos hacen que un grupo de personas se identifiquen dentro de una cultura.

En esta abstracción había un eje conductor y es el rito, particularmente el sacrificio, que es lo que le llamó la atención a Eisenstein. Entonces, la premisa fue encontrar las simientes del mestizaje en términos míticos, sin ser un documental teórico o demasiado abstracto, sino que pudiera leerse de manera amena y empática.

Decidí contarlo a través de tres historias de personas, que representan estas tres líneas que conforman nuestra identidad. Por una parte la herencia de los pueblos originarios, con Kena Bautista. Quería bosquejar en ella la figura de la madre, el apego a la tierra. En segundo lugar Diego Silvetti y la herencia judeocristiana occidental traída de España, el rito de sacrificio que siguen siendo las corridas de toros. El hijo, el mestizo, es el ente sincrético, ahí entra Arturo, que interpreta a Cristo en la Pasión de Milpa Alta, él conecta con este México apegado a las costumbres y tradiciones.

 

En los tres relatos es importante la figura del toro: en el torero Diego Silvetti es obvio, pero también está el ritual del sacrificio del toro en los wixarikas e incluso al protagonista de la Pasión le apodan el Toro. No sé si lo planeaste pero terminó siendo una presencia importante.

Es lo que te regala el documental, estas serendipias y sincronicidades junguianas. A Arturo fue el primero que filmamos, en 2012 llegamos a MIlpa Alta, dos semanas antes del viacrucis. Lo conocimos y era una persona muy extrovertida, que nos daba el personaje. Además le dicen Toro y para mí fue una indicación de que por ahí había que seguir.

En el caso de la cultura wixarika sabíamos que hacían ofrendas con sacrificios de animales bovinos; de ahí siguió la parte de la tauromaquia, me interesaba retratarla desde el punto de vista del rito, que es más pagano que cristiano. Hay un círculo interno que consciente o inconsciente sabe lo que hay en juego: la activación mítica del ritual de paso. Por eso, cuando uno asiste a una corrida, parecería que asiste a todas las corridas que han existido. El toro se convirtió en un protagonista de la historia, su figura ayudaba como puente entre el tiempo lineal y el tiempo mítico.

 

Es un documental episódico. Cada capítulo logra un ritmo particular, ¿cómo fue ese proceso de composición?

¡Viva México! fue el punto de partida para la división episódica. De algún modo quería crear una obra que fuera su continuación reflexiva. Me guié a través de la concepción histórica de Joaquín de Fiore, que habla que la historia de la humanidad desde el tiempo del Padre, el tiempo del Hijo y el del Espíritu Santo. En la postura de Joaquín el Padre es la herencia, el Hijo es la continuación del linaje y el Espíritu Santo es la sublimación de esta herencia mítica o espiritual. También hay un prólogo y un epílogo, ahí se consolida esta idea del eterno retorno de Mircea Eliade, un eterno retorno mexicanizado.

 

Kena, Diego, Arturo, cada quien en su contexto, son personajes mediáticos, están acostumbrados a tratar con periodistas, ¿cómo llega un documentalista, con un aliento distinto a la prensa, a convencerlos de participar en su propuesta?

La propuesta fue hacerlos importantes, no como figuras sino como personas. Me interesaba encontrar las motivaciones detrás de los personajes, cómo una persona cotidiana encarna un arquetipo.

Kena, aunque ella es una artista con gran trayectoria, todavía tiene muchos retos como mujer, como madre viviendo en la ciudad y sufriendo el desarraigo con respecto a su comunidad. Ella fue muy empática porque se dio cuenta que nosotros vimos esa parte que necesitaba ser contada.

En el caso de Diego me interesaba conocer a este muchacho con un peso tan grande por nacer en una familia de toreros, cómo respondes a ello y haces de tu vocación un acto de libertad. Él se dio cuenta de nuestro interés genuino, que queríamos romper el discurso que tiene con los medios y que se soltara a través de la convivencia diaria.

Con Arturo fue más fácil porque entramos desde la camaradería, es un hombre muy extrovertido, nuestra relación siempre estuvo llena de bromas, de albures, eso sembró el camino.

También nos ayudó la parte técnica, usamos cámaras portátiles DSLR que no se notan mucho, entonces no requieres de un equipo grande de producción. Íbamos solamente el fotógrafo y yo, éramos un crew muy pequeño, que de alguna manera hacía que está cercanía detonara otras reacciones.

 

Fiesta nacional (México, 2021). Director: Augusto de Alba. Producción: Augusto de Alba, Alexandra Delgado. Guión: Augusto de Alba. Fotografía: Alonso Valdez, Alejandro Torres, Iván García. Edición: Augusto De Alba, Música: Nirl Cano. Sonido: Arístides Carballo. Reparto: Kena Bautista, Arturo Ruiz, Diego Silveti.