'Kii nche ndutsa (El caracol y el tiempo)’, de Itandehui Jansen: imágenes de un mundo que se está perdiendo

Un niño escucha los sonidos de un caracol. Un hombre hace lo mismo: recuerda su niñez y reflexiona sobre el paso del tiempo, los cambios en el paisaje y la desaparición de la biodiversidad.

 

Después de regresar a su comunidad, Santa María Apazco, en Nochixtlán, Oaxaca, Armando Bautista quedó asombrado al ver que la biodiversidad de la región estaba desapareciendo. Desde este sentimiento de pérdida escribió un texto que compartió con la directora Itandehui Jansen, quien también es su pareja.

 

Ella decidió convertir el texto en un cortometraje que fuera protagonizado por el propio Armando, además de su padre y su hijo, formando así una película íntima y familiar.

 

Como parte de la 3ra. Muestra de Cine en Lenguas Indígenas del mes de junio, Kii nche ndutsa (El caracol y el tiempo) estará disponible del 21 al 30 de junio en televisoras y sedes presenciales.

 

Conversamos con Armando Bautista sobre el origen del cortometraje y la importancia de hacer cine en lengua mixteca.

 

¿Cómo empezaste a imaginar la historia de El caracol y el tiempo?

Todo surgió porque continuamente regresaba a mi comunidad de origen, y en cierto momento me di cuenta que mucha de la biodiversidad que había visto en mi niñez había desaparecido. También, en las conversaciones que tuve con mi padre y otros familiares supe que otras especies que se habían extinguido antes que yo naciera. 

Con esta información empecé a escribir un texto que apelaba a la memoria de mi niñez y a cómo imaginaba el futuro. Cuando terminé se lo mostré a Itandehui y ella me propuso hacer algo visual con él. A partir de ahí empezamos a trabajar juntos, ella como directora y yo como guionista.

Entonces estábamos presentando nuestro primer largometraje, Tiempo de lluvia (2018) en algunas comunidades de Oaxaca, y ahí empezamos a grabar la historia. Para nosotros fue una aproximación distinta y tuvo ciertas limitaciones, pero estábamos hablando de una cuestión ecológica, así que era nuestra responsabilidad cuidar la naturaleza y desde el inicio esa fue la perspectiva de la producción, incluso Itandehui sólo utilizó luz natural en el rodaje.

 

¿Qué le llamó la atención a Itandehui Jansen de la historia que le entregaste para que se interesara en llevarla al cine?

Escribí el texto basándome en las emociones que me produjo el cambio y la transformación del entorno natural de mi región, y eso atrajo a Itandehui, tratar de representar las emociones de manera cercana. 

También hubo cosas que salieron de forma intuitiva, que surgieron de lo que platicamos y de su experiencia como parte de una comunidad, ya que su madre también es de origen mixteco. Gracias a esto, Itandehui pudo hacer algo visual con mi historia. También ayudó que ya había hecho otros cortometrajes, como Alma y Esperanza (2012), con una perspectiva parecida.

A ella también le preocupa la ecología y la diversidad, de hecho, en los últimos años se ha preocupado por hacer un cine no contaminante.

 

Además de que llevas tiempo trabajando con Itandehui; en el cortometraje además aparece su hijo y tu padre. ¿Cómo es trabajar con la familia?

En el tipo de cine que hacemos no existe una comunidad de actores y no hay una formación muy establecida, por lo tanto, Itandehui recurre a la familia y a los amigos cercanos para sus películas. Hemos colaborado en otros cortometrajes, básicamente formamos una comunidad cinematográfica, además de ser familia. Nos entendemos muy bien y siempre buscamos hacer un producto cinematográfico que nos guste a todos.

Por otro lado, incluyo a mi padre en nuestros proyectos porque creo que es importante que la lengua mixteca esté presente, que se preserve a través de una documentación como el cine. Si por alguna razón las nuevas generaciones olvidan los nombres de las especies o las plantas que ya no existen, pueden recurrir a la película y saber cómo se llama o cómo le decían antes. 

Nosotros pertenecemos a una comunidad mixteca ubicada en Nochixtlán, en Santa María Apazco, entonces buscamos participar conscientemente en la documentación de nuestras comunidades.

 

 

El caracol y el tiempo está hablado en mixteco ¿qué les aporta la lengua como creadores al momento de hacer el cortometraje?

No puedo decir con exactitud que aporta porque yo soy parte de este mundo y la lengua es parte de mis parámetros. Sin embargo, sí pienso que es importante que la lengua esté viva, para que otros cineastas se inspiren y puedan hacer más películas con la lengua mixteca como parte fundamental, como si fuera un personaje.

Para nosotros es importante nuestra lengua porque es parte vital de nuestra identidad, creo que este cine se tiene que seguir haciendo y se tiene que diversificar, porque aún somos pocos haciéndolo, así que hay que seguir haciendo más esfuerzos para que nuestro cine se desarrolle por completo.

También es importante que las personas de estas comunidades permanezcan en la pantalla porque de alguna manera han sido invisibilizadas, a pesar de que en el país existen más de 70 lenguas indígenas.

 

Kii nche ndutsa (El caracol y el tiempo) , Dir. Itandehui Jansen

 

¿Qué piensa la comunidad de Nochixtlán de su cortometraje?

No lo han visto todos en Nochixtlán, y como estoy lejos se me complica moverme, pero ya se encuentra gratis a través de FilminLatino. Eso ha permitido que llegue a más gente de la comunidad. 

Los comentarios han sido mixtos, hay gente que me busca en mi página de Facebook para decirme que les gustó mucho la música o la fotografía, y siempre intento contestarles y explicarles cómo lo hicimos, para que se interesen más por hacer este tipo de cine y para que nuestra lengua cada día esté más presente.

 

*Redacción: Luis Felipe Maceda

Kii nche ndutsa (El caracol y el tiempo). (México, 2020). Dirección: Itandehui Jansen. Guión: Armando Bautista García. Producción: Armando Bautista García. Fotografía: Itandehui Jansen. Sonido: Ali Murray. Música: Enrica Sciadrone. Reparto: Armando Bautista García, Erasmo Bautista, NuKahnu Bautista.