‘Agua rosa’ de Antónimo: el amor en la casa abandonada

A Mauricio le heredan una casa amplia, vetusta, perdida en medio de un campo amplio y decadente, cercano a un lago. La visita acompañado de Ana, su pareja. Buscan algo valioso en ella, que puedan vender o hacer suyo. Mauricio aborrece esta herencia y no quiere hacer mucho con ella. Ana busca algo más valioso: reconstruir una relación que se ha ido erosionando y que siente tan vacía como la casa. Entre los dos sacuden, limpian, ordenan, mientras contienen los reclamos, las confesiones, las cosas no dichas.

Desde estas coordenadas, el ente creativo conocido como Antónimo, y que lo componen los cineastas Miguel López Valdivia y Carlos Adrián Silva Castro, realizan Agua rosa, una ópera prima intimista, que pone el acento en el trabajo con dos jóvenes actores, Axel Arenas y Lizzy Auna.

Ejercicio de cine independiente que apuesta por la historia, la actuación, el asombro ante imágenes nuevas, Agua rosa tendrá su estreno en salas comerciales durante la última semana de abril de 2023.

Platicamos con Miguel López Valdivia y Carlos Adrián Silva Castro sobre esta primera experiencia cinematográfica 

 

Por un lado tienen una casa solitaria y una herencia; por otro lado, un conflicto de pareja. ¿Cómo fue surgiendo esta idea? 

Miguel López Valdivia (MLV): Fue una película completamente autofinanciada, la trabajamos con nuestro grupo de amigos y conseguimos que dos talentosos actores se sumarán. Fue una mezcla de dos cosas: sacar lo que sentíamos cuando nos rompieron y donde nosotros también rompimos el corazón de alguien, y lo que teníamos disponible para hacer cine. 

 

¿Dónde encontraron esta casa?

MLV: En Aguascalientes, yo soy de allá y esa casa la teníamos a nuestra disposición, nos la prestaron para trabajar ahí. La locación brindaba muchas cosas interesantes, como poder aislar a nuestros personajes. Es una locación súper bonita, todos dormimos y trabajamos ahí. Fue una producción breve, todo lo hicimos en diez días. 

 

Firman esta película como Antónimo, sin embargo son dos personas, Miguel y Carlos. ¿Cómo deciden crear este seudónimo ? 

Carlos Adrián Silva Castro (CASC): Miguel y yo nos conocemos desde la universidad. Trabajamos en temas relacionados al cine, empezamos en de publicidad y cositas así. Nos complementamos muy bien en temas de dirección. 

Con Agua rosa nos pusimos varios sombreros a la cabeza, porque no nada más dirigimos la cinta, también la fotografiamos y la producimos, entonces fue hacer esta sinergia entre los dos lo que ayudó muchísimo a que todo fluyera mucho más rápido.

 

Agua Rosa, Dir. Antónimo

 

¿Cómo trabajan juntos? ¿Cómo se reparten las tareas ?

CASC: Miguel y yo somos dos personas proactivas. Hacer cine es solucionar muchos problemas, entonces caía un problema y decidíamos quién lo agarraba, fuimos dividiendo estas cosas y poco a poco íbamos avanzando. También ayuda que nosotros éramos nuestros productores, podíamos dividir las tareas. Si estás atacando las dos cosas entre dos personas se siente un proceso muchísimo más colaborativo. 

MLV: Hay días que Carlos se siente con más energía, yo puedo dar un paso atrás y sé que todo va a estar cubierto; a veces que a mí se me ocurren ideas y puedo dar un paso adelante. Nuestra profesión es una suma de muchísimos elementos. La confianza que nos tenemos nos hace trabajar con mucha sinergia, es menos intelectual y más cómo nos vamos sintiendo el momento.

 

¿Cómo aparecieron los actores Arenas y Lizzy Auna en el proyecto? 

MLV: Con Liz quería armar un proyecto en la universidad y así la conocí. A Axel nos lo recomendaron muchísimo. Los dos conectaron muy rápido, tanto con la historia como con nuestra intención de hacer cine por amor, porque lo necesitamos sacar. Fue un regalo muy grande trabajar con ellos, ha sido de los momentos más enriquecedores de mi carrera profesional. Son actores que van a hacer cosas buenas e importantes.

 

 

Destaca la escena del pleito en la cama. Da la impresión de que Agua rosa está creada para que lleguemos a este momento. Imagino que implica cierta preparación con los actores. ¿Cómo trabajaron con ellos? 

CASC: Construimos la escena antes de tener el guión terminado. Involucramos a Liz y Axel, y eso fue lo más rico de todo, platicábamos muchísimo los trasfondos de los personajes. 

Esta escena es un punto pivotal, queríamos que nos aguantaran hasta ese momento para desenfundar todo lo que pasa en la película. Hicimos ensayos previos y a veces siento que fue contraproducente, porque Axel y Liz vienen de una escuela que improvisa muy bien y la escena de la pelea la habíamos ensayado bien, pero cuando llegamos a filmarla, no se sentía igual: la dinámica era diferente y tuvimos que darle muchas vueltas. Lo hicimos de diferente maneras, la tuvimos que redescubrir una vez que ya estábamos filmando, pese a que ya teníamos la idea de cómo queríamos que fuera.

 

Muchas veces las limitaciones económicas sugieren estéticas: cuando hay una sola locación o pocos actores, obliga a que se potencie eso que se tiene. Y eso ocurre con Agua rosa.

MLV: Me parece que el cine está dando unos pocos pasos atrás, ya no se trata de qué tan grandes puedes llevar las cosas, sino qué tan bien las puede contar. Es algo enriquecedor centrarnos más en los personajes, en la historia y la mejor manera de contarla; más que grabar con los mejores lentes, o cosas que al final no tienen tanta fuerza.

CASC: Todo en Agua rosa está pensado como un embudo, vamos de lo abierto a lo cerrado y eso en edición fue un dolor de cabeza, porque muchas cosas las arreglas, pero el hecho de que hayamos empezado de lo abierto para irnos cerrando también fue una limitante. Pero nos gusta agarrar estas adversidades y hacerlas nuestras. 

Las limitantes pueden ser beneficiosas, es ponerte una cerca donde puedes ser creativo y explotarlo al máximo. Mientras estés contenido va a ser coherente. Mucho del cine es este juego de mantenerte en una sola línea y contar una sola historia sin que te pierdas. Es de las cosas más difíciles de hacer. 

 

En Agua rosa hay elementos teatrales. No sé si tenga que ver con esta apuesta en poner el énfasis en los personajes, o si tenían algún referente. 

CASC: Yo soy muy fan del teatro, la teatralidad de cierta manera participa de esta contención. Una de las mejores obras que he visto implicaba a cuatro actores y una cuerda. Eso, llevado al cine, puede construir cosas, porque el teatro te aterriza y es sumamente personal. En el cine está tu división de tener una cámara enfrente, una pantalla, pero puedes lograr esa intimidad, ahí tienes muchísima magia.

MLV: En cuanto a nuestras referencias, hablábamos de La tribu, película ucraniana de 2018, y Krisha de Trey Edward Shults, que ponen a los personajes en situación y te vas a aguantar, nos emocionaba mucho contarlo con estas reglas, con estas limitantes, para bien o mal nos ayudó a encontrar la manera de contar la historia.

 

¿Y Antónimo seguirá existiendo? ¿Continuará este seudónimo y esta colaboración en otros proyectos? 

MLV: Ahorita estamos haciendo un documental sobre las madres que tienen a sus hijos en las cárceles, yo lo dirijo y Carlos está en la fotografía, no es la mancuerna como en Agua rosa pero seguimos trabajando, y el ir y venir de ideas es constante. Para nosotros, el hecho de tenernos el uno al otro es de lo más rico, más en una carrera que puede ser muy solitaria. Así sean las películas que Carlos dirige o las que yo dirijo, sí Antónimo está dirigiendo o está co-dirigiendo, siempre vamos a seguir trabajando juntos, siempre vamos a seguir haciendo mancuerna. 

Agua Rosa (México, 2021). Dirección, guión, fotografía, edición: Antónimo (Miguel López Valdivia y Carlos Adrián Silva Castro). Música: Monocrom (Gabriel Sosa Morfín y Raúl García Espino). Diseño sonoro y Sonido directo: Gabriel Sosa Morfín y Raúl García Espino. Diseño de producción: Dunia Flores. Dirección de arte: Jimena Chowell. Productores: Antónimo. Elenco: Lizzy Auna, Axel Arenas.