‘Al son de Beno’ de Ilán Lieberman: la música y la tragedia de un padre

¿Quién fue Beno Lieberman? Los músicos de la región huasteca encontrarán en él un escucha e investigador atento de sus composiciones; los folcloristas de los años sesenta lo verán como un entusiasta y precursor de formas de amar sus sonidos de cuerdas y maderas; alguien más verá en él un hijo destemplado, o un padre huidizo, un seductor o un solitario que sonreía y era sufriente.

Las muchas facetas de Beno son las que intrigan a su hijo, Ilán Lieberman, quien treinta años después del suicidio del padre se pone la tarea de buscarlo entre pueblos, casonas, dibujos, fotografías y materiales de archivo. Desde ahí realiza su documental Al son de Beno, ejercicio de música, memoria y reflexiones sobre las muchas formas de ser hijos y padres. 

Al son de Beno es un viaje por la música y los silencios de un hombre excepcional, de oídos finos y secretos enclaustrados, que tiene su estreno a partir del 18 de enero, en diversas salas de la República Mexicana. 

Compartimos lo que platicamos con el director Ilán Lieberman sobre la búsqueda de un padre, que es también la búsqueda de su música y sus silencios.

 

Al son de Beno una película sobre tu padre, y me imagino que la deberás haber cargado desde hace mucho tiempo. Pero también me imagino que hubo un disparador que te indicó en qué momento empezar a hacer este documental. 

Fue en los 30 años de su fallecimiento. Comentaba con Enrique Ramírez de Arellano, su amigo de toda la vida y compañero de grabaciones: la idea era hacer un homenaje a Beno. Ahí se me cruzaron los cables y pensé que sería un buen momento, no sólo para hacer un homenaje, sino también para entregar las cintas, producto de su trabajo, a la Fonoteca Nacional. Y hacer una película también. 

En ese momento había terminado un proyecto documental en la sierra norte de Puebla, en una comunidad nahua. En esta comunidad se escucha el huapango y los sones xochipitzahua, sones indígenas de la Huasteca poblana. Fue como un llamado de Beno, estaba tocando la puerta para indicarme que había llegado la hora. 

 

No sé si en algún momento tuviste que tomar distancia de Beno tu padre, para mostrar mejor a este Beno antropólogo musical, fundador de peñas, entusiasta de la música; convertir a quien conociste como padre en protagonista de un documental.

Él era un personaje, no había necesidad de hacer eso. Yo no distingo una cosa de la otra, para mí están todas juntas. Había que convertirlo en personaje a través de la película, pero un personaje complejo, contrastante. Como cualquier buena historia, tiene que haber esos claroscuros para tener realidad. Cuando de un personaje solamente refieres las cosas buenas, es una construcción, tal vez política. En nuestro caso, yo estaba buscando a un ser humano.

 

Al son de Beno, Dir. Ilán Lieberman

 

Tus pesquisas alrededor de Beno son semejantes a las que él hizo en los años setenta, cuando buscaba a los músicos. De alguna manera, tú recorres los mismos espacios que él. No sé si alguna vez pensaste en esta equivalencia.

Por supuesto, esto me lo hizo notar mucha gente. Le llamaban al documental Al son de Ilán. Obviamente mi especialidad no era la etno musicología, ahora ya estoy más familiarizado. Y , mi intención era distinta a la de él, aunque en cierta parte semejante, porque buscábamos a los mismos músicos y si no, a sus herederos. Por suerte logramos encontrar algunos conjuntos impresionantes que salen en el documental. Ojalá podamos hacer un segundo capítulo, no sólo documental sino discográfico. Porque parte de este proyecto es un álbum LP, lo que llamamos el sontrack, a diferencia del soundtrack, con la música de la película y algunas joyas más. 

Mucho de este material es inédito y desconocido. Va a ser de interés para los melómanos e investigadores. Y ya hay proyectos para otros discos. Esta colección es amplia y se ha publicado poco.

 

Me pareció interesante la estructura argumental de Al son de Beno. Empiezas contigo y tus hijos, que surcan los caminos de Beno cuando era etnomúsico. Después cuentas la historia de su peña El pesebre y llegas hasta tu abuelo Samuel. ¿Por qué este juego en retroceso?

Es inevitable. Cuando rascas hacia atrás, cada vez hay más atrás. Y llegas a un punto donde se acaba la búsqueda, porque ya no conoces al bisabuelo. Pero yo conocí a mi abuelo y supe de la influencia que tuvo sobre mi padre. Si yo cargué a mi padre y su suicidio, Beno también cargó a su padre, su presencia omnipresente. Eso quería mostrar en ese fragmento de su Torá en miniatura, con todo ese conocimiento que seguramente mi padre ya tenía rondando en su cabeza. 

 

 

Al son de Beno no deja de ser un ejercicio sobre paternidades, inicia contigo y tus propios hijos, obviamente Beno en el centro, y agregamos a tu abuelo. Propones distintas formas de asumir este rol. Eso hace interesante el ejercicio del documental.

Sí, porque te percatas del paso del tiempo y de cómo ha ido cambiando la paternidad. Yo pienso que todo el tiempo quieres mejorar, que tendemos a evolucionar y a no cometer los mismos errores. Entonces quería mostrar eso, que se hizo patente a lo largo de la búsqueda. Además, cuando tienes hijos es automático, se voltea la tortilla y te ves en el papel de tus padres, haciendo las mismas cosas que a ti no te gustaban.

 

Entrevistas a muchas personas que forman parte del documental. Aparece una hermana, están los músicos, tu madre, tu hermano. ¿Alguno te significó un reto mayor?

Creo que la más difícil fue mi hermana Brenda, porque era un secreto. Teníamos un rumor de su existencia, lo supimos después de la muerte de Beno. En vida, él nunca la mencionó y pienso que es otro de los paquetes que estuvo cargando. Para mí fue quizás lo más importante en el documental: darle su lugar a Brenda en la historia. Cuando hablé con ella, Brenda me lo dijo: “Bueno, ahora ya tengo historia paterna”. Su madre nunca le contó y falleció. Ella hizo su propia investigación y estuvo limitada. Por azares del destino y desde el internet pudimos establecer contacto.

 

Al son de Beno, Dir. Ilán Lieberman

 

Veía Al son de Beno y pensaba que era la historia de un hombre triste que parecía tremendamente feliz: me intriga esta contradicción. No sé si tú, a partir del documental, reconociste algo nuevo de él, algo distinto de aquel padre con quien viviste.

No diría que algo distinto, simplemente me enteré de más cosas y lo pude espejear con mi propia vida. Que eso también es uno de los regalos del documental. 

Cuando empecé a hacerlo tenía cuarenta y tantos; conforme pasaban los años me acerqué a su edad, y esta edad simbólica de los 52 años donde él se quita la vida, es justo cuando yo estaba haciendo el rodaje y editando la película. Consciente o inconscientemente estaba buscando la catarsis que ocurre en todo viaje iniciático. 

Hay una escena final, la escena del árbol donde se escucha El Mesías de Händel, el momento de la locura de Beno y de su muerte, los dos grandes fantasmas con los que yo me tenía que topar. Después de hacer el primer corte me vino una crisis tremenda, en la que yo no podía distinguir los personajes y qué estaba en juego. No podía ver el corte, estuve tres semanas acostado en la cama sin moverme, como zombie. Tenía terror. Y lo que me sacó y me hizo terminar la película fueron mis hijos. Mi hija mayor enfermó de covid y yo en ese estado catatónico, no sé cómo le hice para agarrar el celular y pedirle la medicina. Al poder hacer eso pensé: “si puedo hacer esto, creo puedo enfrentar la edición y terminar esta película, antes de que otra cosa suceda”.

 

Ese final me recordó el horror narrativo que plantea Javier Marías en alguna de sus novelas, creo que Tu rostro mañana. Habla de muchos personajes que hicieron cosas brillantes o valiosas, pero que se les recuerda por las circunstancias trágicas de sus muertes: el asesinato de Kennedy, el accidente en el que muere Jayne Mansfield. De alguna manera, Beno Lieberman comparte este síndrome. 

La gente que muere de esta manera, por suicidio, asesinada,  o muy joven, genera una gran energía, un gran interés. Justamente Cristo, no nos vayamos tan lejos. Si no hubiera sido crucificado a su edad, quizá nadie se acordaría de él.

Al son de Beno (México, 2022). Dirección: Ilán Lieberman. Productor: José Cohen Ovadia. Coproductor: Ilán Lieberman Cook. Fotografía: Bruno Santamaría. Editor y escritor: Omar Gizmán, Ilán Lieberman. Sonido: Pablo Lach. Sonido directo: Roy González. Música original: Juan Manuel Ledezma Blum. 

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