Correr el riesgo de la infancia, cortometraje de Luis Fernando Portales Ruiz, es un coming of age que pone la ausencia en el centro. Pero en contrapeso de quienes no están, propone a una familia populosa, bullanguera, que cobija al protagonista; una familia de rancheros y mujeres que creen en los conjuros y la magia, como las que sólo se podrían encontrar en los rumbos de Sonora.
Correr el riesgo de la infancia, producción del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) se filmó en Cananea, Sonora, y ha tenido una nutrida participación en festivales nacionales e internacionales: su estreno ocurrió en Morelia (2024) y también se ha exhibido en el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana, Cuba; Houston Latino Film Festival; BUFF Malmö Film Festival; (2025); Festival Internacional de Cine en Moscú y próximamente estará en el Festival de Cine de Alicante.
Platicamos con su director, Luis Fernando Portales Ruiz, y con sus productores, Marcela Ayala y Arturo Granados Molina, sobre esta experiencia de familias y fantasmas que se cuenta desde los pueblos de Sonora.
Esta película es un asunto autobiográfico sobre un duelo que te tocó vivir… ¿Cómo transformas algo personal en una pieza que se vuelve universal?
Luis Fernando Portales Ruiz (LFPR): Fue un punto de colisión entre recuerdos y emociones reprimidas. Soy de Sonora y hace 13 años me mudé a la Ciudad de México para estudiar cine, y la distancia siempre hace sus estragos.
Cuando volvía a Sonora me fascinaban las dinámicas que había en mi familia; una familia de la sierra de Sonora. En esas conversaciones, por un lado, un tío hablaba de su relación con su enfermedad; por otro, unas tías apegadas a la fe, también estaba el silencio de mi madre, en relación con la muerte de mi padre.
La historia parte de una anécdota de mi madre, quien dice que mi padre se le apareció como fantasma para despedirse. Ese elemento me ayuda a imaginar qué hubiera pasado si mi padre hubiera vuelto a despedirse de mí. La historia la condensé en el encuentro entre un niño y un migrante, que ambos se dan lo que necesitan. El migrante ha sido arrancado de su familia y necesita sanar. Y el niño quiere sublimar el adiós de su padre. Esas son las relaciones humanas y el cine: estamos hechos de conexiones invisibles. La historia va entre realidad y ficción.
Con los productores, Marcela y Arturo tienen en común que estuvieron en el CCC. ¿Cómo se suben a hacer un cortometraje en Sonora?
Arturo Granados Molina (AGM): Marcela y yo estuvimos en el curso de producción del CCC, coincidimos con dirección y fotografía para realizar un ejercicio. Desde el pitch, en el que Luisfer nos contó sobre su familia y su papá, la historia me atrapó. A finales de 2022 nos fuimos de scouting a Sonora. Pero el peso de filmar en Sonora vino después.
Marcela Ayala (MA): Nos cautivó la historia por lo personal. Veíamos esta intersección de temas, las infancias confrontadas por un duelo, la migración en la frontera. Para Arturo y para mí era importante producir fuera de la Ciudad de México. Yo soy de Monterrey y me gusta que hagamos cosas en el norte. Fue una experiencia bien bonita, una especie de coproducción interestatal, porque si bien parte del crew venía de la Ciudad de México, otra parte era sonorense, como nuestro director de arte, nuestro vestuario, maquillaje, peinado..
¿Cómo vas reclutando a tu equipo de actores? ¿Cómo trabajas con ellos?
LFPR: Mis productores me propusieron tener un actor con trayectoria e hicimos un ejercicio con actores sonorenses. Pero hay una cosa que el actor no puede recrear, tiene que ver con el cuerpo, con la mirada, con cosas que están somatizadas con la vida misma.
El ejemplo fue el niño: habré visto unos 150 en distintas primarias, pero en un internado empezó a caerme el veinte de esa cuestión de la somatización de las emociones. El cuerpo cuenta una historia. Entonces el centro del casting fue el niño y desde ahí empiezas a construir su árbol genealógico.
Trabajaba distinto con el niño y con los adultos. Con el niño no me interesaba entrar en su realidad, el método tenía que ver con la creatividad. Con la mamá y el pocho hubo una manera más compleja de acceder a sus vivencias; y el coro griego de la familia era más lúdica, era divertido porque en estos esquemas de producción independiente mi familia se volvió un gran apoyo, y de repente era divertido contrastar a la familia real y a los actores. Entonces fue una gran fiesta.
De hecho, el rodaje era como un ballet, la cámara está montada sobre el centro de una mesa para tener un movimiento de 360° y estábamos todos caminando alrededor, porque era muy importante ponernos al servicio de esa realidad.
¿Qué esfuerzos implicó llegar a Cananea, donde quizá no existen los mecanismos de producción que hay en el centro, para levantar la historia?
AGM: Sabíamos que la historia se tenía que contar en Cananea. En el CCC nos decían que podríamos filmarla en el Estado de México, pero nunca fue una opción para nosotros. Y la gente de Sonora nos recibió muy bien. Hay un taller de cine en Cananea un taller de cine documental y ésta fue su primera ficción. Nos ayudaron en arte y dirección. Nos recibieron con los brazos abiertos.
MA: Existe el sesgo de no filmar en ciertas regiones porque tienen limitaciones, y hasta cierto punto es cierto, pero también hay mucha apertura. Tanto en ejercicios del CCC como en proyectos propios, notamos el entusiasmo por la representación, este entusiasmo por verse representados y representadas, filmar lo que hacen en el día. En Cananea encontramos esa chispa muy linda, ese valor agregado, al encontrar historias que no se ven comúnmente, afrontar otras situaciones, con otras localidades a las cuales no estamos tan expuestos y expuestas.
Entiendo que Correr el riesgo de la infancia se ha presentado en Morelia, Houston, Suecia, y que van a Moscú en próximas fechas,
LFPR: Fui al Festival de Cine de La Habana y es del que podría hablar, y del estreno en Morelia, donde estuvimos los tres, tuvo un recibimiento entusiasta. Se nos acercaron unas quince personas a compartirnos sus emociones. Alguien me compartió su duelo, y sobre cómo empezó a desdoblarse en la historia. Y es como reconciliarte con la finalidad del cine, con ese transmitir una idea. Los festivales te someten a una especie de validaciones que tiene que ver con competencias, jurados, con la dinámica de industria. Pero uno ve películas para emocionarse, para conectar, para reconocernos. Y eso pasó. En el tema de Cuba también fue curioso la manera en que la gente se relaciona con la imagen, porque está viva, es algo vivo. La gente reacciona, comenta la película. Ver eso en el Yara, una de las salas icónicas de la ciudad, es maravilloso. Ahí mencionaban esta universalidad, porque su país también se está quedando vacío de gente que migra, hay muchas familias que tienen personas ausentes y eso se vuelve universal. Es lo bello y particular de la ficción.
MA: Ha sido muy grata sorpresa ver cómo el corto ha encontrado su lugar en diferentes audiencias. Por ejemplo, el festival de Suecia está dirigido a las infancias y adolescencias; en Moscú participa en una muestra llamada Edge Limits. Es reconfortante que se considere una historia relevante en términos del crecimiento, que pudiera figurar como un coming of age y se le considere relevante por su representación de las infancias. La recepción lo ha enriquecido y amplificado.
Correr el riesgo de la infancia (México, 2024). Dirección: Luis Fernando Portales Ruiz. Producción: Arturo Granados Molina, Marcela Ayala Loera. Fotografía: Tulio Cortez A. Guion: Luis Fernando Portales Ruiz, Marina Ríos SanGni. Edición: Rocío Ribeiro Mendonça, Luis Fernando Portales Ruiz. Sonido: Balam Toscano, Sergio E. Cerecedo. Diseño sonoro: Sergio E. Cerecedo. Música original: Arturo Capur. Diseño de producción: Andrés Paz González. Diseño de vestuario: Sahuaro. Diseño de maquillaje: Sahuaro. Compañía productora: Centro de Capacitación Cinematográfica. Reparto: Nicolás Luis Haros Duarte, Gabrielle Millán, Mike Pereyda, Malu Amparano, Manuel Ramírez, Ana Laura Ibarra, Victor L. Johnson, Nabila Nubes, Stephen Pereyda Pérez, Maximiliano Colosio Calderón, Gabriel ¨El Chino¨ Arellano, Manuel I. Tecolote, David Albelaiz Castro. Locaciones: Cananea y Aguaprieta, Sonora.