El reencuentro con el pueblo de la niñez, pequeñas barcas para recuperar el cuerpo amado, bailes que convocan a los compas perdidos, adolescentes que crecen para vengar o entender la muerte; una madre que busca a su hija; un grupo de jóvenes que buscan respuestas; el enamorado que va desde una frontera hasta un cenote para encontrar el reflejo de su amada.
En octubre, el cine mexicano conjura ausencias con historias poderosas, conmovedoras, que convocan al grito, al baile, al diálogo entre quienes están y sus personas, sus territorios ausentes.
A sus ocho años, la vida de Neimar no podría ser más plácida: vive con su abuela y su madre, está por su primera comunión, le encantan las carreras de caballos. Esta vida se irá desquebrajando. Y Neimar tendrá que asumir el doloroso aprendizaje de crecer.
La pescadora Tuza ha provocado la muerte de Justino: su cuerpo podría estar en el fondo de un lago. Tuza quiere ayudar a la viuda Luvina para recuperar el cadáver, antes de que los zopilotes se lo coman. En un blanco y negro onírico, esta historia hace eco al Cine de Oro mexicano.
Los hermanos adolescentes Fernando y Salvador, junto con su hermanastra Paula, toman la carretera rumbo al norte de México. Buscan al trailero que provocó la muerte de su padre. El camino confronta a los tres jóvenes, quienes entiendes que buscar la venganza también es buscar la sanación.
La hija de Alma ha desaparecido hace tres años. Alma recorre las opresivas calles de la Ciudad de México y pega carteles para encontrarla. De pronto le llega información que podría darle pistas de quién secuestró a su hija. Ahora el dilema será si debe tomar justicia por su propia mano.
Historia de un movimiento
Eduardo Velasco
Distribuidora: Daimon Films
18 de octubre
En 2012 nace un movimiento estudiantil encabezado por alumnos de una universidad privada. #YoSoy132 influye en las elecciones de ese año, después se transforma en una conciencia de lucha, que tiene su momento más alto en la protesta por las desapariciones de Ayotzinapa.
En un barrio de Matamoros, Tamaulipas, un grupo de hombres jóvenes crean un baile enérgico y rabioso, con características catárticas, que confirma su identidad. Desde estas coreografías coléricas se agrupan y confrontan el ambiente de violencia que los rodea.
Después de varios años ausente, Héctor regresa a su pueblo. En su casa recuerda el carácter posesivo de su madre, la frialdad de su esposa, el rechazo de su hijo, y su propia comunidad que lo recibe con indiferencia. Héctor debe reconstruir su vida en un espacio que ya no lo esperaba.
A partir del suicidio de su novia Dalia, Damián emprende un viaje por el país para sobrevivir a su duelo. Este recorrido le permita conocer los rituales mexicanos para confrontar la muerte y el duelo. Experiencias diversas le permiten reconocer el dolor, el consuelo alrededor de la muerte. Acaso él también pueda conseguir la resignación.