Hace la ruta de Cortés, en un entorno tan extraño como familiar. Es testigo de una realidad atroz, que en mucho se debe a aquella gesta. Este conquistador reconoce en los testimonios de migrantes, familiares de gente asesinada o desaparecida, las consecuencias terribles del colonialismo. Y se sienta frente a las personas, calla y escucha.
499, documental de Rodrigo Reyes, se ha recibido con sorpresa en los festivales del mundo. La idea del conquistador español que deambula por territorios mexicanos y trata de entender la incertidumbre y la violencia extrema del presente, ha conseguido buenos reconocimientos.
En el Festival de Cine de Tribeca consiguió Mejor Fotografía para Alejandro Mejia; en el Hot Docs se llevó el Premio Especial del Jurado.
Es una historia incómoda que no se ha resuelto y sigue doliendo, de repente podemos hacer esta conexión con los desaparecidos en Veracruz, darnos cuenta que durante la conquista también desapareció gente, se borraron muchas historias. Para mí no se trata de hablar del pasado como algo pretérito, sino de qué nos sirve de este pasado para transformar a México, qué futuro queremos construir.
Surge de una charla que tuve con el productor Inti Cordera. Al principio pensamos representar diferentes figuras importantes de esa época, pero por presupuesto era imposible. Sin embargo existía un personaje fundamental, este conquistador que no hemos confrontado plenamente. ¿Qué diría al ver que pasó 500 años después? Con esa idea seguimos la ruta de Cortés y en ella fuimos ubicando los primeros entrevistados con colegas periodistas. Yo les explicaba la tesis de la película y fuimos generando su confianza y colaboración, con mucho tacto y aprendizaje por parte de nosotros.
El conquistador es un fantasma que existe en el universo de México y su presencia crea esta fricción, es incómoda porque no acaba por amalgamarse, cuando lo ves caminando genera muchas reflexiones. En la playa de Chachalacas, donde empezó Cortés, la gente conocía la historia y había un interés por la propuesta, fascinación, a la gran mayoría de las personas les vibraba la idea y entendían su porqué, entonces recibimos mucho apoyo y cariño.
Eduardo es un actor madrileño que se ha formado en teatro callejero, tiene esta capacidad de improvisar, conoce la conversación creativa con la gente. Escuchaba las entrevistas y era parte de esta formación de saber escuchar. De repente hay escenas donde cambia la ruta narrativa, lo detienen en una comunidad indígena de la Sierra Madre y esa escena se narra con poesía del poeta Sixto Cabrera, Eduardo tenía la genialidad de escuchar y ayudar a resolver esas ideas en términos cinematográficos.
El gran riesgo era que la película cayera en la frivolidad. Entonces siempre era un proceso de diálogo, explicar por qué está el conquistador y cómo se conectaba con los testimonios presentes. Si lo pensamos a la inversa también estaba esa necesidad de que te escuche el poder, porque el conquistador representa el poder, y dialogar con el poder es fundamental para todos los procesos de paz. Eso me parece interesante de la película: obligar al conquistador a escuchar tiene una fuerza radical.
Desde que lo invité me dijo que quería usar el formato anamórfico porque se ha usado en el cine para contarnos La Historia, desde Gladiador hasta Espartaco. Su idea era reapropiarnos del formato y crear un espacio donde las personas reales puedan convivir con este personaje, para que sean parte del mismo universo visual; es una epopeya a pie de calle, y lo genial es que además trabajó con luz ambiental. Eso le da a la película una belleza que remite a la pintura clásica española de los siglos XVI y XVII. También surgieron colores naturales de México, que remiten a las obras de los pueblos indígenas.
Soy migrante, nací en la Ciudad de México, mis abuelos son de Michoacán y yo vivo en California, entonces hay esta necesidad de conocerte, no puedes afianzar tu identidad a un solo lado. Al investigar sobre la mentalidad de los soldados de esa época te das cuenta que no tenían el concepto de conquista, ellos se veían en un camino donde podían mejorar su vida, hacerse ricos, venían de un país que no se los permitía, también eran de clase baja o limitadas. Eso me interesa: esas voces que no se resuelven, que se quedan en medio.
Creo que refleja una realidad que estamos viviendo: los sistemas se están cayendo y no es tan loco seguir los pasos de un conquistador mientras va recordando la historia. Ha sido interesante hablar con gente de Nueva York y Canadá, y sentir que les hace eco, que la película les cuestiona todo. El próximo año, cuando sean los 500 años de la Conquista, es cuando 499 va a tener vida, va a encontrar sus herramientas para llegar al público mexicano. Me muero de ganas por llevarla a todas las comunidades de la ruta de Cortés: pantallas en la Sierra Madre, en las plazas de Veracruz, Tlaxcala, en Paso de Cortés.
499 (México, 2020). Director: Rodrigo Reyes. Productores: Inti Cordera y Andrew Houchens. Guion: Rodrigo Reyes y Lorena Padilla. Fotografía: Alejandro Mejía, AMC. Editores: Andrea Chignoli y Daniel Chávez Ontiveros. Música: Pablo Mondragón. Elenco: Eduardo San Juan Breña. Locaciones: Veracruz, Tlaxcala, Puebla, Estado de México, Ciudad de México.
Conoce la entrevista completa en #CineCharlas de Imcine: https://www.youtube.com/embed/sim9azdrdw4.