‘Palabras verdaderas’ de Denisse Quintero: lenguajes que se pierden, lenguajes que persisten

Hubo una fake new: el apayaneco, lengua que se habla en comunidades de Tabasco, estaba en peligro de extinción. Los dos únicos hombres que la hablaban eran muy viejos y no tenían amistad entre sí.

 

La historia suena a una ficción conocida, el Sueño en otro idioma de Ernesto Contreras que tanto emocionó en 2017.

 

Una mujer cineasta, Denisse Quintero, prefirió hurgar en la realidad. Visitó Ayapa, pueblo del municipio de Jalpa de Méndez en Tabasco, y encontró más que un rumor vago: una comunidad de mujeres y hombres viejos, que hacen de la memoria colectiva una forma de enfrentar la disolución. Junto a ellos, jóvenes y niños que toman la estafeta para mantener viva una lengua, pero también una red de familias, afectos y creatividad.

 

En tu filmografía hay sobre todo trabajos de ficción, ¿por qué decides moverte al documental?

Empecé ambas cosas de manera paralela. Mis primeros intentos en ficción fueron cortometrajes, que son más sencillos de levantar. El primer documental que se me ocurrió fue éste y fue un viaje muy largo, lo empezamos en 2012. Antes de dirigir mis cortos había escrito un documental para TV UNAM, trabajé en el guión, estuve en rodaje, hice algunas entrevistas, fue mi primera entrada con el documental.

 

¿Cómo llegas a Ayapa, Tabasco, y cómo decides que te da material para tu primer documental? 

Llegué con el gancho de una noticia que se hizo viral, sobre dos viejos que eran los últimos hablantes de una lengua en extinción, ellos no la hablaban porque estaban peleados. Con esta idea llegué a Ayapa —como mucha gente, porque si te pones a buscar, hay cantidades de reportajes y entrevistas sobre estos dos supuestos últimos hablantes—. Llegué buscando esa historia y encontré otra, muy interesante. Lo único que se conocía sobre Ayapa era esta fake news y esta desinformación alcanzaba al mismo pueblo. Después me tomó tiempo entender que hacía falta permitir hablar a la gente del pueblo sobre ellos mismos.

¿Cómo eliges, de la amplitud del pueblo, a los personajes que conforman Palabras verdaderas?

Me di cuenta que no había sólo dos personas que hablaran el zoque ayapaneco, pero sí era verdad que la lengua estaba en desuso en el pueblo, y quienes la conocían eran personas de la tercera edad, entonces de entrada me interesaba hablar con ellos y con ellas. Nadie había hecho una investigación seria de estas personas. Existía un trabajo de documentación que estaba haciendo una universidad estadounidense, en colaboración con el INALI, trabajaban en un diccionario que en algún momento se iba a publicar. Pero nadie sabía cuál era la historia de estas personas, si existía alguna leyenda. Lo sabían los viejos, y yo quise reconstruir su historia a través de sus testimonios. El documental se convirtió en esta especie de testimonios colectivos para formar una imagen del pueblo, empezaron a caber cosas que no nada más tenían que ver con la lengua, sino con sus posturas políticas, sus pensamientos, su música. Varias personas tenían una necesidad de estar, aunque también hubo quienes no quisieron. Todavía existe una especie de pudor hacia la cámara y una reticencia a entregar sus historias a quienes no formamos parte de la comunidad, eso también es muy respetable.

 

 

Empiezas con los viejos y terminas con los jóvenes, una gradación que va de la memoria al futuro de Ayapa, ¿estaba pensado de antemano o fue ocurriendo a lo largo de crear la historia?

Sabíamos que queríamos hacer una memoria colectiva pero todavía no sabíamos cómo iba a pasar. En el montaje empezamos a descubrir estas pequeñas cosas. Nos hacía falta una progresión, un arco dramático. No queríamos que fuera un documental desolador, yo trataba de pensar en la comunidad y cómo no se han rendido en los últimos años, con sus intentos de enseñar la lengua a pesar de las circunstancias difíciles. Y por las razones que sean ha habido jóvenes o niños que siguen intentando aprender la lengua y que ya pueden decir un saludo, un discurso, un poema. Era importante mostrar que todavía puede rescatarse algo, no mostrar un panorama en el que todo está perdido.

 

¿En ocho años ustedes también se volvieron ayapanecos, o cómo fue la relación del crew con la comunidad?

No pasamos los ocho años ahí, hicimos cuatro o cinco viajes, algunos cortos y otros más largos. Siempre éramos lo de afuera, en realidad es difícil no ser alguien de afuera, no tuvimos un proceso inmersivo en el que vivimos con ellos. Además, era complicado tener un proceso así, porque la mayoría de los personajes son mayores, muchos tienes varias enfermedades, entonces ven que no eres de su edad, o de su comunidad y te ven distinto. Tampoco pretendimos mimetizarnos. Pero sí construimos relaciones cercanas con algunas personas, seguimos en contacto con quienes podemos, porque tampoco es fácil, tanto por cuestiones tecnológicas como de edad. Los viejos no tienen celular: si quieres verlos, tienes que ir a verlos.

 

¿Piensas proyectar allá?

El plan original era proyectarlo en abril, llegó la pandemia y Tabasco es uno de los lugares con más contagios. Me preocupaba ir desde la Ciudad de México, con mis bichos citadinos, a un lugar donde sobre todo me interesa que lo vean las personas de la tercera edad que participaron, que son población de riesgo. Estoy esperando el momento en el que se pueda hacer, espero que pronto. No quisiera poner en riesgo a nadie por ver el documental.

 

 


 

Palabras verdaderas (México, 2020) Direccion: Denisse Quintero. Producción: Laura Berrón, Denisse Quintero. Fotografía: Jerónimo Rodríguez-García, Jessica Villamil. Edición: Wanadi Siso, Fernando Camargo, Miguel A. Márquez, Annie Gil. Con: Jerónimo Rodríguez-García y Jessica Villamil. E: Wanadi Siso, Fernando Camargo, Miguel A. Márquez y Annie Gil.