El Laboratorio de Proyectos para Cineastas Indígenas, un encuentro de sanación en el Festival de Morelia

¿Cómo se comparten las experiencias creativas, profesionales y de vida que se desarrollan en el ejercicio audiovisual? ¿Cómo hacer de estas experiencias ejercicios horizontales, en las que se congreguen todas las formas posibles de expresión? ¿Cómo reflejar en la pantalla las cosmogonías de las distintas comunidades de México y el continente?

Estas son algunas de las preguntas que se abordaron en el Laboratorio de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos para Cineastas Indígenas, que se realizó del 18 al 23 de octubre, en el marco del 21° FICM.

A este laboratorio acudieron 15 proyectos de México, pero también de otros países del continente como Ecuador, Colombia, Bolivia, Perú y Brasil: 

 

  • Akcha Sapi, de Joshi Espinosa Anguaya (kichwa otavalo), Ecuador
  • De aspecto indígena, de Xun Sero (maya tsotsil), México
  • El arte de limpiar, de Blanca Martínez Castillo (yuku noo/mixteca), México
  • El viaje mítico de Sain y el Duende Akalakui, de Elizabeth Pirela González (wayuu), Colombia
  • Estoy buscando a mi familia, de Viviana Mamani Cori (aymara), Bolivia
  • Grietas, de Alberto Flores Vilca (quechua), Perú
  • Hiñaru Duna (Mujer agua), de Elvis Rigoberto Caj Cojoc (maya poqomchi), Guatemala
  • Mub’u o sobre poner el corazón en el lugar correcto, de Alfredo Guzmán Cayetano (mazahua), México
  • Mudubina, de Naila Paulina Cruz López (binnizá/zapoteca), México
  • Nasakopajk, de Néstor Abel Jiménez Díaz (maya tseltal y tsotsil), México
  • Pawa, de Marbel Ina Vanegas Jusayu (wayuu), Colombia
  • Prepori Porongyta. La historia de Prepori Kaiabi, de Kujãesage Kaiabi (kaiabi), Brasil
  • Q’aq, de Tirza Yanira Ixmucané Saloj Oroxom (maya k’iche’-kaqchikel), Guatemala
  • Se escucha el viento, de Damián Dositelo Martínez Vásquez (ayüüjk/mixe), México
  • Sueños que migran, de Xun Pérez Pérez (maya tsotsil), México

“Tuvimos asesorías en áreas de lo creativo, lo financiero y la distribución”, comenta la productora Martha Orozco, asesora del Laboratorio. “Definíamos la ruta de vida de la película y la de cada uno de nosotros. A veces, estas rutas coinciden en tiempo, pero no siempre en la vida. Esto es fundamental en nuestra labor. Trabajamos en estrategias para no producir una sola película, sino que se piense en el futuro. Además, incentivamos a los participantes a regresar a sus lugares de origen y compartir lo aprendido. La idea es que lo compartido aquí no se quede aquí.”

Martha Orozco ha sido productora de películas como La hija de todas las rabias (Laura Baumesteir, 2022) o Cuates de Australia (Everardo González, 2013). Junto con ella participaron como asesores el abogado Adrián Ojeda; el cinefotógrafo y posproductor Alexis Rodil; la productora y distribuidora Ana Alice de Morais; la realizadora Ángeles Cruz; el distribuidor Carlos Gutiérrez; el realizador Christiane Burkhard; la docente María Inés Roqué; el productor Pablo Baksht; el cinefotógrafo Roberto Olivaresy la promotora cinematográfica Sofia Arroyo.

El Laboratorio de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos para Cineastas Indígenas creó reflexiones sobre temas como: Planteamiento y presentación de proyectos cinematográficos; Preparación de presupuestos para las distintas etapas del desarrollo y realización de los proyectos; Esquemas financieros y de coproducción; Derechos autorales y patrimoniales de obras cinematográficas; Organización y gestión de equipos de trabajo y Estrategias de distribución y promoción.

Martha Orozco propuso un taller de producción y autoría, que mostró a los participantes las distintas formas de conseguir financiamientos, sin renunciar a sus posturas creativas. 

“Una de las grandes sorpresas que me he encontrado es el enfoque en las raíces”, refiere la productora Martha Orozco, “la exploración de nuevas narrativas, espacios no lineales y aspectos relacionados con la sanación. La palabra ‘sanación’ surge repetidamente en todas las películas, ya sea a través de historias de migración, relatos familiares o exploraciones de territorio.” 

En este Laboratorio lo mismo se han reunido creadoras y creadores que inician sus experiencias como cineastas, que quienes ya cuentan con alguna película e incluso han participado en festivales internacionales. “Muchos de los participantes ya tienen películas incluso estrenadas internacionalmente, en festivales como IDFA o Tribeca”, señala Orozco. “Otros, en sus países, como Perú o Ecuador, ya han logrado producir largometrajes con fondos públicos nacionales. Muchos de estos trabajos son comunitarios. Es decir, son personas que tienen un interés no solo en crear, sino también en difundir su trabajo. Un ejemplo específico es Ecuador, donde se montó una película con la participación de toda la comunidad a través de talleres. Sabemos que esta experiencia les será muy beneficiosa no solo en el presente sino también en el futuro.”

Este laboratorio es organizado por el Programa Iberrmedia, con el apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), el Programa American Film Showcase a través de la Escuela de Artes Cinematográficas de la Universidad del Sur de California, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la organización de defensa de los pueblos indígenas Cultural Survival, y la Embajada de Estados Unidos en México.

“Uno de nuestros objetivos, y por eso Ibermedia también es importante, es lograr coproducciones o colaboraciones, que las películas no se limiten a sus incentivos locales, sino que piensen en la posibilidad de coproducir. Todos pueden trabajar en películas conjuntas. Lo ideal no es que las películas se vean no sólo en el Festival de Morelia, sino en toda Latinoamérica”, concluye Martha Orozco.