‘Fifaliana’ de Lorenzo Hagerman: los médicos que operan en África

Hay una lesión que afecta a las jovencísimas madres del África Oriental, la fístula obstétrica. Un agujero que se crea entre el canal del parto y la vejiga o el recto, y les impide controlar la orina o las heces. Las consecuencias son tan insalubres como socialmente desagradables: viven aisladas, deprimidas y con una alta posibilidad de infecciones y enfermedades graves.

Un grupo de médicos europeos y latinoamericanos se han dado a la tarea de visitar comunidades de Mozambique y Madagascar para tratar mujeres afectadas por la fístula crónica. También intervienen en accidentes, embarazos complicados y otras enfermedades que las personas de estas comunidades no pueden costear. La experiencia rebasa lo médico: se trata de una relación de solidaridad y aprendizaje mutuo. Y este ejercicio es el que registra Lorenzo Hagerman en Fifaliana.

Lorenzo Hagerman es un documentalista todo terreno, que ha saltado de un tema a otro: lo mismo ha registrado a centroamericanos trepados en el tren La bestia, que ha recogido testimonios de la Mara Salvatrucha; ha seguido campañas presidenciales y está por estrenar un documental sobre flamencos. Filmado en tiempos anteriores a la pandemia, Fifaliana acompaña a una misión médica conformada por especialistas de España, México y Argentina, quienes buscan traer el alivio a las madres adolescentes de estas regiones. 

Fifaliana estrena el 2 de mayo en salas de México. Lorenzo Hagerman nos platicó sobre este intenso ejercicio de solidaridad médica, que se realiza en el oriente de África. 

 

¿Cómo llega la historia de Fifaliana contigo? 

Esta película inicia cuando mi madre me cuenta que mi cuñada está a punto de morir en Sudáfrica. No pude acompañarlos pero me pregunté: ¿qué hacían ella y mi hermano allá?

Cuando mi hermano regresa, me cuenta dónde estuvieron y las personas que atendieron. Me habla del doctor Manuel Devesa, quien había escrito un libro sobre quince años de misiones en Madagascar. Lo leí para entender algo que desconocía: tres millones de mujeres escondidas para siempre y expulsadas de la sociedad. 

Siempre que me preguntan: “¿tú escoges los documentales?”, la respuesta es que los documentales me escogen a mí. Era imposible ignorar la realidad y me propuse hacer un documental sobre Sandra y los demás doctores en África. 

La historia trata sobre la comunidad africana y sobre la vocación del médico, del cirujano en cualquier parte del mundo. No es sólo la historia de una cirugía, habla del amor y ayuda al prójimo. 

 

En el documental la historia te sorprende constantemente; en este caso, no sé si esperabas la fuerza que tomaron Zaivo, la adolescente que padece de la fístula, y el doctor José Manuel Devesa ¿cómo reaccionas ante estos protagonismos? 

Todo lo que imaginamos sucede dentro de un documental. Sin haber llegado a Madagascar y unívocamente con mi investigación previa, a través de entrevistas y echando mano de otros recursos, escribí un guion, pero era un guion a ciegas. 

A mis alumnos de cine les digo que es similar a circular con un foco fundido sobre el periférico: en ocasiones parece que hay más coches con ese foco fundido y se debe a que nuestra sensibilidad percibe todo eso. 

Eso pasó en Madagascar. El doctor Devesa sabe del tema y el lugar porque durante quince años ha ayudado a la comunidad. Pero después está Zaivo, un personaje que no existía más que en mi mente, lo sorprendente es que cuando llegamos, y a diferencia de otros años, no se había visto tantos pacientes infantiles, ya que la ONU había participado en campañas de ayuda y salud. 

Hablé con el doctor Devesa para ponerme en contacto con las pacientes y sus familias. No hubo un casting: el mejor personaje fue el que había a la mano y son esas personas para las que se han organizado esas campañas de ayuda. Fuimos afortunados de contar con esta chica, que es un personaje redondo y después del documental continuó sorprendiéndonos, al tener una hija al pie de la carretera, a la que llamó Fifaliana. 

 

Hay una espléndida fotografía, lo mismo sobre las comunidades, como del quirófano, al momento de las cirugías. En alguna de las cirugías se va la luz y la escena remite a la Clase de anatomía de Rembrandt, es una imagen sorprendente. ¿Cómo viviste esa experiencia? 

Una primera decisión fue filmar en anamórfico: el formato más grande en 35 mm, que da mejor definición, con un ángulo de visión más amplio. Podríamos observar el quirófano sin necesidad de alejarnos. 

En el momento que se fue la luz sabía que tenía que seguir grabando y como dice una de mis colaboradoras: “si esto supera la ficción, debe de ser la realidad”. 

Entonces es aferrarse a la realidad, a la decisión del registro y después buscas de qué forma adaptarlo. En ese momento los doctores se iluminan con celulares y es una secuencia que estoy seguro que es la mejor de mi carrera. 

¿Cómo fue grabar las condiciones en las que trabaja este grupo de médicos? 

Te comparto la frase: “si no hay acceso, no hay documental”. No creo que haya muchas partes en el mundo en las que te permitan meter una cámara Alexa con lentes anamórficos antes, durante y después de una cirugía, o en el desayuno o la cena, con un grupo de doctores reconocidos. Cuando tienes el acceso debes registrar tu historia, aunque a veces sean 14 o 18 horas de grabación continua. 

Para mí era claro que un grupo de doctores que llevaban a cabo sus labores bajo un extremo como el que observamos era la máxima oportunidad para registrar a la perfección la labor de un cirujano. 

 

¿Cómo fue el impacto de la pandemia para marcar el final de Fifaliana?

Obviamente no estaba pensado que sucediera lo que sucedió, queríamos dar seguimiento a los personajes y tener una historia cíclica, pero el COVID nos paró en seco. Desafortunadamente estos doctores experimentaron la precariedad que África vive permanentemente y en el epílogo rendimos un homenaje a los doctores, doctoras y enfermeras, que son muy valiosos para la misión en África. 

Con la pandemia regresé al primer mundo, al lugar que le hacía frente al COVID en España y grabé cómo se mantenían esas condiciones, con sus imponentes centros de salud, con los mismos doctores que estuvieron en Madagascar y las comunidades. 

 

¿Para quién va dirigida Fifaliana?

Este proyecto se convirtió en una ventana de sabiduría, recibí ese aprendizaje con humildad, nunca en mi vida había estado en un quirófano y observe a una veintena de doctores trabajando día y noche para brindarle esperanzas a quienes no la tienen. 

Fifaliana está dirigida a la gente que le tiene un amor y aprecio a la vida. 

 

Fifaliana (México, 2022). Director: Lorenzo Hagerman. Producción: José Cohen Ovadia. Producción en línea: Nicole Soriano. Casa productora: Cactus Film & Video. Guión: Lorenzon Hagerman. Fotografía: Lorenzo Hagerman. Edición: Martha Arnaiz, Lorenzo Hagerman. Participan: Zaivo Anjarasoa, Juanita Rajoelison, Juliette Razanatianai, Theo  Ramdrianpionina, José Manuel Devesa, Jorge Arias, Gonzalo Hagerman, Miguel Lumi, Soledad Oliart, Lucía Oliveira.