¿Por qué carecen de nombre los personajes de La rueda conoce mi nombre? Quizá porque su director Claudio Zilleruelo Acra (también director del festival Transmutación FCC) busca proponer arquetipos del tránsito anónimo por la ciudad. Una ciudad que se traduce en música, automóviles y sus fanales, no-lugares que devienen alienación y tedio. Y a pesar del estancamiento, En La rueda conoce mi nombre el vendedor de discos y la cantante de metal aspiran a la posibilidad de la identidad. Porque pese a las estridencias del death metal, a la neurosis del tráfico y la rutina, esta película atisba en lo espiritual.
La rueda conoce mi nombre, ópera-prima-road-movie-metalera-espiritual de Claudio Zilleruelo Acra, estrena el 2 de mayo de 2025 en cines del circuito comercial. Su director nos habló de esta apuesta que tiene al metal y a una ciudad de sombras en su centro.
En La rueda conoce mi nombre presentas dos personajes con distintas actividades, uno con su tienda de discos, la otra como instructora de yoga y cantante en un grupo de metal. Los dos tienen encuentros sexuales y desencuentros afectivos. ¿Cómo inventas estos personajes y los integras en una película?
Yo quería que estos personajes no tuvieran un pasado. Quería escapar de convencionalismos de cómo se construyen personajes con ciertos argumentos o motivaciones. Se encuentran en un momento contrastado: ella está en actividad y él está estancado, procrastinando, como fugado. El movimiento de Ella también representa una fuga desde otro lugar, tiene que ver con la meditación, el yoga o el metal, pero también sugiere el caos de su mente: el metal expulsa ese caos a través de la brutalidad, o la meditación que quiere acallar la mente.
Ahí se encuentran estos personajes. Es una historia de desamor, aunque no me interesaba explicar por qué existe su desencuentro. De repente se detona una discusión, nos alejamos con la cámara y vamos a otro lugar. Ahí hay puntos en común como espectadores.
Un personaje compra un disco y da algunas claves de la película, cuando dice que el metal proyecta la voluntad de la vida a través de lo terrible. Pocas veces hemos visto al género del metal como actor fundamental de una película, es interesante su inclusión.
En esta película el metal hace circunferencia alrededor de la conflictiva de los personajes. Este cuate entra a la tienda y busca un disco de Behemoth, una banda de trash metal polaca, y cuenta la anécdota de la transformación que tuvo su vocalista, Nergal, a través de una enfermedad. El cantante transforma su vida desde la compasión y Behemoth se convierte en una de las bandas más mainstream en el mundo, a través de ciertas lecciones de vida que no pretenden ningún juicio. Desde ahí se intenta inyectarle un poco de vida al protagonista, un poco de pasión a un hombre que está en un estado flat.
Me gustó la fotografía, creas una ciudad de fanales de autos, pero también de no lugares, como dice Marc Auge: tan indiferente la habitación de Él, como el espacio donde Ella hace yoga, o donde ambos conviven.
Estos no lugares los recorremos y habitamos todo el tiempo. Surgen a través de procesos de observación que tuve durante mucho tiempo, cuando se construía el segundo piso. Entonces me tocaba transitar desde Xochimilco hasta el Desierto de los Leones a las cinco de la mañana, antes de que me tocara el tráfico, y pude observar cómo dormía el gran monstruo que es la Ciudad de México. La ciudad despierta y sus engranajes parecen funcionar perfectos, empiezan a traer la cotidianidad y las personas que transitan de formas inconscientes. A las 5:42 de la mañana el hormiguero explota y empieza a haber estos espacios de estancamiento que permiten conectarnos con nuestro diálogo interno, y nos hace cuestionar qué estamos haciendo, por qué nos subimos al metrobús, por qué estamos adentro de un auto. Estás físicamente pero tu mente y tu espíritu van a lugares donde quisieras estar y a donde perteneces. Con los traslados tenemos que atender la inmediatez. Pero no atendemos la parte que nos preocupa, porque la vida no te permite hacer eso. Estos sistemas nos tienen sujetos y no nos permite ir hacia donde en realidad tendríamos que estar yendo.
La película plantea estos espacios de búsqueda personal, a través de ciertas preguntas existenciales.
Diriges el festival de cine Transmutación FCC, que le da prioridad a cines autorales y experimentales, y La rueda conoce mi nombre tiene algo de esto, ¿qué tanto influye el director del festival en el director de esta película?
Cuando era más joven veía ciertas películas que estaba programando en algún festival. Decía: “es posible hacer una película con estas características, de cine independiente, que viene de los márgenes, que puede plantear formas distintas de tratar la imagen, de acercarse a otra estética o de plantear temas”. Quería hacer una película que se relacionara con la música, en este caso el death metal, que yo tengo una banda de death metal desde los 17 años. Para mí era importante acercarme a lo que hago y reinterpretarlo a través del cine, uniendo elementos que tienen que ver con imagen, música, la ficción que genera el death metal, el terror que genera la cotidianidad. Creo que lo cotidiano, la repetición, siempre me ha generado miedo y a través del cine o la música he logrado repeler esto que te sujeta y no quedarme en un estado catártico y sin acción.
Ahí entra la programación de cine, hacer un festival que resiste a pesar de muchas cosas y programando películas que no vemos en cartelera comercial. Y definitivamente esta relación de programar cine con hacer cine lo he intentado hacer con cierta coherencia, hacer un cine que yo promuevo.
A pesar de que haces una película donde es importante algo tan estridente como el metal, algo lleno de tráfico, de fanales, al mismo tiempo es una película espiritual, hasta puede ser budista, no sé si es cierto que buscabas este ejercicio.
La rueda conoce mi nombre parte de premisas budistas. Mucho del concepto de la película tiene que ver con el budismo, partiendo del Samsara en el que nos encontramos, cada quien con su propio samsara y con su propio karma. Esta rueda de la vida es como un eje, con el gallo, la serpiente y el cerdo persiguiéndose, con sus aflicciones y emociones. En esta rueda estamos atrapados, viviendo nuestros ciclos y nuestros karmas, es lo que sugiere la película. Por eso la cámara está muy presente, con planos muy cerrados, con close ups en el metrobús o los autos, trata de entrar a ese diálogo interno de los personajes.
Después me gustaría hacer una película ya más amplia y metida como en este tema de la rueda de la vida.
La rueda conoce mi nombre (México, 2023). Dirección: Claudio Zilleruelo Acra. Producción: Claudio Zilleruelo Acra. Compañía productora: Taller Tritón, Zycra Films. Fotografía: Ricardo Cabrera Ávalos. Edición: Gabriel Herrera Torres. Sonido: Gabriel Reynaud, Daniel Ortiz. Música: GHOLEM. Reparto: Fernando Alvarez Rebeil, María Lara, Claudio Zilleruelo Acra.