Semblanza biográfica que también es chorcha y debate de disparates, el documental Molusco, de Mauricio Bidault, hace el retrato íntimo y jubiloso de Jis, el poeta, filósofo, artista visual que ha elegido crear su obra desde el oficio de monero, y que ha propuesto una turbia educación sentimental a varias generaciones de mexicanas y mexicanos estupefactos.
Junto con la revelación de sus procesos creativos viene una decena de personas invitadas a la sobremesa. Dibujantes, actores, músicos, cineastas, su hermana, su esposa que sigue sin entender por qué la dibuja como la dibuja.
Molusco, documental de Mauricio Bidault, forma parte de la sección Hecho en México del 20° Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, el DocsMX. Nos unimos a la sobremesa en la que Mauricio es anfitrión y Jis el invitado especial, para continuar con la chorcha interminable del documentalista y el monero.

¿Cómo tuviste tu primer contacto con Jis? ¿Cuándo descubriste que ahí había una película?
Soy de la Ciudad de México; en la adolescencia me mudé a Guadalajara, a finales de los ochenta. Mis amigos del Distrito Federal me preguntaban si conocía a Jis y Trino. Me decían que eran buenísimos y me quedó la espinita de conocerlos.
Forman parte de una ola de periodismo muy particular. Trino tenía un programa de televisión con Emilio García Riera que se llamaba El rincón del villamelón, donde hablaban de futbol. Todos le entraban al relajo, era una época muy viva.
En 2014 hice un documental sobre en el Instituto de Ciencias Forenses de Jalisco. Vi cosas duras y tristes. Luego estuve en Australia, donde todo funciona como reloj suizo. Mis amigos me enviaban noticias sobre Ayotzinapa, recuerdo la fotografía de Julio César Mondragón, el joven al que le quitaron el rostro, fue un golpe muy fuerte. Ese contraste me hizo pensar: ¿cómo le hacemos los mexicanos para vivir con estas tragedias?
Entonces me llegó un cartón de Jis donde un señorcito, en un laberinto, riega unas florecitas. Y dice: “En el callejón sin salida, él hizo su jardín”, y eso me hizo click.
Ya tenía ganas de hacer algo sobre Jis, me gusta su obra porque es libre. Un día lo abordamos por su café El Vago Imperial y le propusimos el proyecto. Empezamos a trabajar, a conocer su mundo. Ha sido el trabajo que más tiempo me ha tomado. Empezó en septiembre de 2014 y ahora, en 2025, estrena en DocsMX.
Jis es una figura mediática: ha tenido programas de televisión, de radio, está rodeado de fans. Pero debe ser distinto protagonizar un documental, donde hay una inmersión profunda en tu persona. ¿Cómo asumió ese rol?
A veces se sentía intimidado. Sus programas son espacios que los hace en grupo, con invitados, en formato de revista. Que de pronto llegue un equipo pequeño y te pregunten: “¿Por qué dijiste esto aquí y pintaste esto allá?”, pues sí lo descolocaba.
Él decía: “No me hagan caso a mí, háganle caso a mis monos.” Pero se adaptó muy bien a la dinámica. Es una persona interesante: lleno de contradicciones, de inteligencia, de conflictos que ha ido procesando.
Además, estábamos por filmar cuando nos cayó la pandemia y eso volvió todo más íntimo. Lo agarramos en pijama, viendo cómo se despertaba. Esa cercanía le aportó mucho a la pieza. Creo que todavía está en ese proceso de entenderlo: mucha gente se interesa en su trabajo, en él… y él sigue queriendo ser un molusco en su concha.
Me gustó la galería de personas que dan testimonio en la película. Son creadores que marcaron a una generación, cada uno significa algo distinto dentro de ese universo cultural. ¿Cómo fue reunir a estas voces alrededor de Jis?
El elenco se dio de manera orgánica. Nos preguntábamos: “¿A quién podríamos acercarnos?” y fue como organizar una carne asada. Todos fueron muy abiertos, muy generosos, le entraron mucho cariño.
Eso, en el montaje, nos puso en un dilema. Son personas inteligentes, cada entrevista estaba llena de frases que decías: “¿y aquí qué quito?” Además, el punto de partida no era hacer una película sobre Jis, sino hablar la libertad de expresión y el poder del arte para emanciparnos. No se trataba solo de contar anécdotas, sino de las ideas que cada quien podía aportar a la conversación. Al final construí una especie de sobremesa donde todos hablan, se contradicen, se interrumpen, se complementan… y al final se arma una chorcha.
Siempre es estimulante hablar con gente que te enriquece. Diego Luna era el chavito de los cortos, Daniel Giménez Cacho empezaba su carrera con Sólo con tu pareja, los Tacubos rompían el tololoche en Siempre en domingo. Todos éramos más o menos de la misma rodada. Y se pudo hacer ese contraste entre lo que sucedía en Guadalajara y lo que pasaba en la Ciudad de México. Eso le da volumen a la película.

Entre los testimonios destaca Guillermo del Toro, no sólo por su relevancia mediática y como cineasta, también porque él, con Trino Camacho y otros, representa la legión cultural de Guadalajara de los ochenta.
Guillermo tiene un vínculo especial con los moneros. Desde joven le fascinaba el cómic. Le gustaban tanto los dibujos de Jis, que apoyó la publicación de una revista contracultural llamada Galimatías. Cuando se enteró que no podían imprimirla, dijo: “Yo pongo el dinero, nada más no digan quién fue.” Lo único que quería era ver la revista publicada.
El testimonio de Guillermo es muy valioso, dice con todas sus letras: Guadalajara, una ciudad muy conservadora, muy orgullosa de su identidad, da origen a estos tipos que hacen caricaturas de chichis y nalgas. Eso da cuenta de cómo se abrió una grieta y que por esa grieta salieron maravillas.
Fue bonito ver a Guillermo del Toro, recordar con Jis que por sus casas pasaba el mismo señor que vendía tierra para macetas. Esos recuerdos le dan una dimensión humana a esto: detrás de las figuras públicas hay historias compartidas, amistades profundas, y una raíz común que sigue latiendo.
Molusco se vuelve serio según avanza y entra a temas como la sexualidad, o la corrección política. ¿Cómo decidiste dar ese giro?
Además de contar una historia y ser una pieza narrativa que da cuenta de un tema, un documental es un testimonio. Me parecía importante dejar constancia de ciertas cosas: ahora es un lugar común decir: “Este cartón, ahorita no se podría publicar”. Y vale la pena problematizar eso: ¿por qué no sería posible? ¿No podemos hablar de todo? ¿No somos seres racionales, pensantes?
El humor nos permite entender mejor las cosas, acercarnos a lo complejo desde otro ángulo. El documental también juega con eso: plantea el tema, se abre la esfera, y luego llega Jis y lo remata. Esa dinámica se repite a lo largo de la película, y me parecía importante conservarla.
La corrección política es un tema peliagudo, presenta una realidad cambiante, incómoda incluso. Pero para eso está el cine: para abrir preguntas, para provocar reflexión. Porque claro, Jis ha tenido broncas: ha sido censurado, cuestionado.
La pregunta se la dejamos al espectador. ¿Esto está bien, mal, regular? Cada quien tendrá su opinión. Pero eso me gusta del cine: pensarlo como un detonador de preguntas, como una invitación a pensar.
La película se estrenó en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, que debió ser como una fiesta local: los tapatíos celebrando a uno de sus grandes artistas. Ahora viene el estreno en DocsMX: otro público, otras expectativas. ¿Qué representa para ti presentar la película ahí?
La presentación en Guadalajara fue una gala, fuera de competencia. Coincidió con los cuarenta años del festival, y además Jis hizo la imagen del festival. Era compartir algo íntimo en un espacio muy querido. La función fue emotiva. Tuvimos sold out desde días antes.
Pero honestamente, creo que la función en DocsMX es la buena. Será con el público del Santos, de La Tetona Mendoza, los fans hardcore que iban al Chopo a comprar fotocopias de los cómics.
Es cerrar el círculo. Hay mucha emoción y también mucha curiosidad por lo que viene. Cuando la película salga en salas, creo que la Ciudad de México va a ser un bastión del Molusco. Ahí va a encontrar su casa, su gente, su resonancia.

Molusco (México, 2025). Dirección: Mauricio Bidault. Producción: Mauricio Bidault y Vanessa Romo. Compañía productora: Erredoce Cine. Película apoyada por el Instituto Mexicano de Cinematografía a través de FOCINE, el Fideicomiso de la Comisión de Filmaciones del Estado de Jalisco y la Secretaría de Cultura, desde el programa Proyecta Producción. Guión: Mauricio Bidault. Fotografía: Olivia Luengas. Sonido directo: Ángel González. Diseño sonoro: Odín Acosta. Edición: Mauricio Bidault. Participan: José Ignacio Solórzano “JIS”, Trino Camacho, Guillermo del Toro, Diego Luna, Daniel Giménez Cacho, Ricardo Siri Liniers, Quique Rangel, Joselo Rangel, Diana Solórzano, Paco Navarrete, Mauricio Lara, Aurelio Asiain, Diego Petersen, Jose Dávila, Kenya Rodríguez, Gonzalo Lebrija.