'Mundos cósmicos', de Sergio Tovar Velarde: una pareja lisérgica

Memo cumplirá treinta años y quiere celebrarlo dándose una dosis de LSD. Quiere que su novia Valeria lo acompañe. La relación de la pareja está en un momento bajo: Memo no puede cumplir sus sueños de artista, se endeudó con el padre de Valeria por un mal negocio, y a Valeria le gustaría que Memo fuera menos infantil.  Entonces, Memo le propone a Valeria que se coman unos ácidos.

Un ejercicio de trasgresión cotidiana es el que muestra Sergio Tovar Velarde (Cuatro lunas, 2014) en Mundos cósmicos. El uso de las sustancias psicoactivas es el vehículo para trazar una radiografía sobre los retos de las parejas contemporáneas: entre la precariedad, el llamado a la madurez o el arte sin atributos, la historia de Memo y Valeria refleja inquietudes e incertidumbres contemporáneas.

Además, el viaje lisérgico.

Mundos cósmicos tendrá su estreno el 12 de abril, en salas comerciales de México. Sergio nos contó sobre el proceso de este ejercicio que, desde su cotidianidad, se vuelve trasgresor. 

Mundos cósmicos es una historia con dos componentes: el consumo del ácido lisérgico y la historia de una pareja en su momento más bajo. ¿Cómo imaginaste esta historia?

Además de estos dos ejes, hay otro tema que se fue dando, el del artista de los sueños rotos, que lograría muchas cosas antes de los treinta y resulta que no. 

Yo había tenido algunos acercamientos a las sustancias psicodélicas. En 2005 hice el cortometraje La voz de las cigarras, que relata el viaje que hacen los wixarikas a Wirikuta, donde consumen el hikuri. Pero entonces no tuve la experiencia de primera mano. Después, conocí en primera persona los efectos de los psicodélicos y fue una revelación . Me pareció extraño que se hablara de esto con tanto tabú. Estaba con un actor, mirábamos unas plantas maravillado y le pregunté qué hacíamos con esto. Él dijo: “tú eres el cineasta, haz una película”. 

Pensé en una persona que iba a cumplir treinta y que cree que los psicodélicos lo podrían sacar de un estado de mediocridad. Me pareció bello que además, él se dedicara a la pintura y que los momentos psicodélicos estuvieran llenos del arte que él hace. La historia de la pareja cobró relevancia y para mí fue sorprendente, porque cuando hice la película llevaba 18 años con mi pareja y pensaba que le hacía una carta de amor. Después terminó nuestra relación y entendí que en realidad hice una carta de despedida. El mundo del arte lo sabía antes que yo. Entendí el propósito de la historia y me pareció muy honorable despedirme con una película. 

 

Las sustancias psicoactivas se representan en las películas con un estigma: o se ancla en historias de los sesenta, o provocan la destrucción anímica y moral del personaje. Ahí empieza la originalidad de Mundos cósmicos: las muestras como un consumo cotidiano y hasta cierto punto terapéutico.

En los años sesenta, de cara al movimiento contracultural, el gobierno  de Estados Unidos prohibió las sustancias y creó la etiqueta de las drogas para referirse a todas. Había investigaciones prometedoras que encontraban muchos beneficios en las compuestos psicodélicos, pero a partir de la prohibición, toda una generación cree que la marihuana, la heroína o el LSD son lo mismo. 

Apenas comenzaron a conseguirse algunos permisos para retomar esas investigaciones y encontraron lo que se sabía desde antes: que estos compuestos tienen el poder de llevar a la conciencia a un estado visionario, en el cual se puede acceder a determinado territorio espiritual. No solamente el ácido, también la psilocibina, el compuesto de los hongos mágicos. Hay un resurgimiento de este tipo de sustancias. Ya aceptamos que tienen cosas beneficiosas para los seres humanos. 

Entonces, que haya una película como Mundos cósmicos trata de ponernos en una posición desde la que yo puedo platicar contigo de estas cosas. Mundos cósmicos se filmó hace ocho años y ahora se estrena, de cara a investigaciones prometedoras. Las sustancias psicoactivas resultaron no ser ni tan peligrosos ni tan problemáticos como otras que hoy día se están consumiendo. 

 

El otro elemento es la pareja. Con Memo y Valeria creas una radiografía de las dificultades que hay ahora para crear vínculos afectivos de calidad. 

El tema de la relación de pareja me parece importante, tiene que ver con un desfase que hay entre los dos: Valeria ya es una mujer adulta y Memo sigue en el mundo de los niños. 

Hay una generación perdida y es a la que yo pertenezco: quienes nacimos en los ochenta, que nos dijeron que si teníamos una licenciatura y aprendíamos inglés tendríamos dos casas y tres coches. La consigna era seguir tus sueños para tener tu casa gigante con parabólica y jacuzzi. 

Pero, ¿qué hacemos con el privilegio desbalanceado, con el cuello de botella en la economía? Hoy debes tener tres trabajos, estar en el uber, para más o menos ver cómo resuelves. Queda esta sensación de insatisfacción con uno mismo. Es una historia conocida, pero también habría que ver el origen de esta insatisfacción, porque Memo no va a estar bien con Valeria hasta que no se esté bien con él mismo. 

 

Mundos cósmicos. Dir. Sergio Tovar Velarde

 

Jorge Luis Moreno y Elizabeth Valdéz encabezan tu reparto,  pero también participan actrices y actores reconocidos, como Monica Dionne, César Ramos, Diana Bracho y Alonso Echánove. 

A Jorge Luis lo conocía desde antes, tiene un personaje pequeño en Cuatro lunas y hemos sido amigos desde entonces. A Elizabeth la conocí hace unos 10 años, en un piloto de una serie de zombis. Después de ver a muchas personas, ellos me parecieron increíbles. Ella tiene este asunto de una fragilidad de mujer fuerte, que a la vez no logra empoderarse. Jorge Luis sabe hacer algo como un Pinocho, algo torpe, incómodo de ver. Además, con lo guapo que es, podría ser el personaje de Memo, con este nivel de pesadez y fracaso. 

También tuve el lujo de invitar a amigos como César Ramos, Mónica Dionne y Alonso Echanove, que aquí hace su última película. Además, por supuesto, de la primerísima actriz Diana Bracho, que es la primera vez que trabajo con ella. 

 

Mundos cósmicos es una película sinestésica, importa mucho su música, la animación, su diseño de producción. Ahí hay dos colaboradores fundamentales: Jorge Tellaeche en lo visual, y Enrique Espinosa en la música. ¿Cómo fueron estas participaciones?

Cuando tratas de levantar una película, puede ser que tardes cinco o diez años en crearla. Desde marzo teníamos el guión y para septiembre estábamos filmando, en un esquema de guerrilla en Tepic, donde los amigos y la familia nos prestan locaciones. La película tiene algunas secuencias de experiencias psicodélicas. Y en mi ingenuidad, pensé que lo podríamos resolver en postproducción, con un poco de psicodelia, imaginería, piezas visuales inconexas. Pero cuando empecé a editar entendí que las imágenes caleidoscópicas no significaban nada en el contexto de la película, que se requería que los trips tuvieran su parte narrativa. 

Un día, inspirado en la película de Rapsodia Bohemia, veo que los de Queen se encierran en una cabaña a inspirarse para sacar un disco. Era lo que necesitaba: crear un entorno de colaboración. Se me ocurrió proponer un retiro creativo, con artistas que respeto mucho. Uno es Enrique Espinosa, músico de mis películas desde hace veinte años, somos muy buenos amigos y creativamente es de las personas más cercanas a mí. También estaba Jorge Tellaeche y Max Blázquez, el postproductor. Nos encerramos dos semanas y desde que empezaba el día hasta que nos íbamos a dormir, hacíamos maquetas en la mesa del comedor. Era como un flujo de energía a través de las emociones y del cuerpo. Lloré muchísimo, lo viví muy fuerte y ahí supe que la película era una despedida. Esas dos semanas son de las experiencias más bellas que atesoraré en mi vida, y logramos desatorar el proyecto. 

 

Estás por estrenar Mundos cósmicos, la mirarán algunos cómplices de los psicoactivos, pero también otros que les espante la situación, indecisos o indiferentes a estas experiencias. ¿Qué te parece este diálogo con grupos tan diversos?

Si uno hace proyectos que terminan siendo del gusto de todo mundo, algo no se logró. Uno de los componentes fundamentales del arte es llevar el discurso y la búsqueda más allá. Siempre voy a preferir ser el güey incómodo que presenta un tema que del que nadie quieren oír, pero que quizá después lo están hablando. Yo tenía 17 años cuando hice mi primer cortometraje de tema gay, salí del clóset en el cine antes que en la vida real. Cuatro lunas escandalizó en muchas ciudades, las ligas de personas católicas intentaban sabotearla, sobre todo en el norte del país. De alguna forma estoy preparado, porque siento el respaldo de mi familia y el amor de la gente que me quiere. 

Mundos cósmicos será para incomodar lo que haya que incomodar. De ninguna manera estoy diciéndole a la gente que tome LSD para resolver sus problemas. Pero sí busco incomodarte con algunos cuestionamientos. Creo que nuestro compromiso como creadores o comunicadores es mantener el diálogo abierto. Así que estoy dispuesto a afrontar lo que venga con la película, y sé que me tocará enfrentar personas que me tachen de drogadicto. Yo me siento muy tranquilo porque sí creo que en un contexto clínico adecuado, el uso de este tipo de sustancias podrían representar tremendos beneficios. Hago una película para después lograr que alguien inteligente quiera platicar conmigo y logremos llegar a algunas conclusiones.

Mundos cósmicos (México, 2023). Director: Sergio Tovar Velarde. Productores: Edgar Barrón, Sergio Tovar Velarde.  Fotografía: Yannick Nolin. Guion: Sergio Tovar Velarde, Edgar Barrón. Productor ejecutivo: Edgar Barrón. Coproductores: Max Blázquez, Frank García. Productor asociados: Orlando Manrique. Postproductor y VFX: Max Blázquez.  Edición: Sergio Tovar Velarde, Edgar Barrón. Música: Enrique Espinosa. Diseño de sonido: Rodolfo Romero. Sonido directo: Álvaro Mei. Diseño de producción: Jore Tellaecha. Directora de arte: Laura Frieyro. Ilustraciones animadas y obra plástica: Jorge Tellaeche. Maquillaje: Denise Ibarra. Vestuarista: Andrea Panda Amería. Elenco: Jorge Luis Moreno, Elizabeth Valdéz, Diana Bracho, Mónica Dionne, Alonso Echánove, César Ramos.