‘Un lugar llamado música’ de Enrique M. Rizo: recitales para celebrar al Abuelo Fuego

Daniel Medina, músico wixárika, le cuenta a la asamblea de su comunidad de Santa Catarina Cuexcomatitlán, que se ausentará junto con Erasmo durante algunos días. Un hombre que vive en Estados Unidos y que toca el piano los ha invitado a colaborar juntos. 

Aunque ninguno sabe el idioma del otro, se comunican desde sus instrumentos. Crean piezas hipnóticas que celebran la vida, el viento, las maderas de los bosques; que elevan alabanzas al Abuelo Fuego. Daniel y Erasmo le comparten sus cantos rituales a este explorador de los sonidos, que se llama Philip Glass.

Un encuentro que podría parecer inusual, los músicos wixárikas tradicionales Daniel y Erasmo Medina unen sus talentos al gran indagador sonoro que es el compositor Philip Glass. Juntos crean una de las colaboraciones musicales más asombrosas de los últimos tiempos, y es lo que consigna la ópera prima de Enrique M. Rizo, Un lugar llamado música

Documental que cruza culturas, idiomas y formas de percibir la música, Un lugar llamado música es un emotivo ejercicio que muestra cómo los ritmos y los sonidos crean una respiración armoniosa entre hombres en apariencia diferentes. La colaboración de Glass y los Medina sugiere que todos podriamos encontrarnos si aprendemos a escuchar; a crear y admirar los sonidos que celebran al mundo. 

Un lugar llamado música ha participado en festivales como Doqumenta, Ambulante,  Ciclo Talento Emergente de Cineteca Nacional, Festival Viva México de París, Festival Internacional de Cine de Shanghai, Festival de Cine de Zaragoza y el Internacional de Cine de Morelia. Tendrá su estreno el 17 de noviembre, en salas de México.

Platicamos con el director Enrique M. Rizo sobre este ejercicio de amistad musical, entre tres hombres que con sus instrumentos nos llevan a la imaginación y el trance. 

 

¿Qué tan importante es la música para ti? ¿Cómo era tu relación con ella antes de llegar a la historia con Philip Glass y los Medina?

Antes del cine, mi interés estaba en la música. Quise estudiar ingeniería en telecomunicaciones por la acústica, pero no era el camino adecuado. Luego decidí estudiar tecnología en sonido, mi ambición era producir. También toqué en un grupo. Comencé a editar sonido, ya que tenía un buen dominio de ProTools. Poco a poco me jalaron a trabajos relacionados con lo audiovisual. Grabé sonido en sets de filmación y comencé a trabajar en producción. Mi primer llamado al documental fue con Tatiana Huezo, para Tempestad. A partir de ahí continué en el cine y colaboré con otros talentosos directores. 

Y de alguna manera terminé en el concierto de Philip Glass, de su 80 aniversario en el Palacio de Bellas Artes. Envié carpetas a la promotora Orly Beigel y a Leo Heiblum, que es amigo de Philip, Me permitieron filmar el concierto. Al principio, mi ambición era hacer un documental tipo making of, pero pronto nos dimos cuenta de que había una historia allí, que giraba en torno al interés de Philip en Daniel y Erasmo Medina, su necesidad de colaborar con dos músicos que, en comparación con otros artistas en Bellas Artes, no tenían tanto renombre. 

 

Buscabas a Philip y encontraste a los Medina. ¿Qué te hizo clic en esa relación? 

Philip fue nuestro anzuelo, llegamos por él y encontramos algo más. Nos generó curiosidad lo que Daniel y Erasmo representaban. Para nosotros, provenientes de la ciudad, la identidad indígena simboliza un conocimiento ancestral y una conexión con la naturaleza, que siempre nos ha fascinado.

Nos preguntamos: ¿Qué ven Daniel y Erasmo en su relación con Philip? ¿Qué percibe la comunidad wixárika en esa relación? Estas preguntas resultaban aún más intrigante que lo que Philip busca en esa relación.

 

Philip Glass me parece un explorador; estuvo en el Tíbet y otros espacios no hegemónicos, conociendo diferentes forma de hacer música. Para los Medina, en cambio, la música es el violín del Venado Sagrado, o la madera que canta. Me parece que la música es un lugar distinto para cada uno de ellos.

.Para la cultura wixárika, la música está profundamente arraigada con su tierra y la tradición. Fue una experiencia maravillosa cómo se encuentran en este lugar, Philip es quien viaja y medio que compone y adorna. Pero al final, la música que tenemos en el documental, si la relacionamos con un lugar, es nuestra Sierra Madre, es la comunidad, es la familia de Daniel, son sus deidades. 

 

Cortesía: Pimienta Films

 

Entre la celebridad que es Philip Glass, en contraste con dos músicos wixárikas que no conocemos, como Daniel y Erasmo Medina, debió ser un reto el equilibrio entre tus personajes para tenerlos en el mismo nivel de protagonismo. 

Fue un trabajo bien pensado, no opacar a ninguno de los personajes, retratar a Philip como un monje sabio y a Daniel y Erasmo como sus acompañantes. 

Al principio, naturalmente teníamos más material de Philip, ya que era nuestra primera aproximación. Pero durante la edición evaluamos lo que necesitábamos. Como director, temía que el trabajo resultara sesgado.

No fue difícil incluir las entrevistas de Philip, él es un buen narrador y cuenta historias maravillosas. En cuanto a Daniel Medina, su forma de trabajar está profundamente arraigada en su cultura y a veces fue un desafío seguir su conversación. Le preguntas cómo está y en tres segundos ya estaba hablando del Abuelo Fuego. Intenté que Daniel tuviera más de protagonismo que Philip, sin restar importancia al otro. Daniel nos proporcionó el arco argumental, pero trabajamos de manera equitativa. 

 

¿Qué reto significó grabar en los distintos entornos? 

Cuando asumimos el compromiso de hacer esta historia, comprendimos que debíamos hacerla junto con la comunidad de donde son Daniel y Erasmo. Para lograrlo, seguimos la vía oficial, que implicó explicar nuestro proyecto a las autoridades y solicitar los permisos necesarios. Cuando llegamos a la Sierra comenzamos a desarrollar ideas sobre lo que queríamos filmar. Eso se convirtió en nuestro punto de partida cuando obtuvimos la autorización. Regresamos a la sierra y evaluamos lo que funcionaba y lo que no, determinando qué deseábamos incluir en el documental. 

 

 

¿Qué me puedes contar de Víctor Sánchez? Me parecía el "quinto Beatle" en tu historia. De él es el video de Real de Catorce, que muestra la primera participación de Philip Glass con Enrique y Erasmo Medina. Después, se desempeña como traductor entre los músicos. Su presencia apenas se percibe pero su participación es definitoria de lo que ocurre. 

Víctor sí fue el quinto Beatle. También hubo un sexto que se llama Alfredo Ponciano Tallao. Philip comenzó a visitar México por varias razones, primero debido a su trabajo musical; luego, en una búsqueda más espiritual. Philip encontró un libro de Víctor Sánchez, quien es un destacado escritor. A partir de esta amistad, Philip expresó su deseo de fusionar su música con la cultura wixárika. Víctor lo invitó a Real de Catorce a tocar el piano. Philip aceptó pero dijo que quería tocar con Enrique y Erasmo. Entonces, Víctor se hizo un cuestionamiento inicial sobre si valía la pena, o si algo podría fracturarse ahí. Abordó estas inquietudes con mucho tacto. 

Víctor encontró a Daniel Medina a través de Alfredo Tallao. Alfredo tuvo que dejar la comunidad por problemas internos, y no pudo aparecer en el documental. A pesar de esto, hizo la traducción musical para nosotros. Trágicamente, falleció dos meses después de completar la traducción. Cuando visitamos la Sierra le rendimos homenaje. 

En cuanto a Víctor, él es una especie de columna vertebral de esta historia. Retratar a Víctor en el documental fue uno de los mayores desafíos, ya que siempre hacía la conexión entre Daniel y Philip, su papel en las logísticas, la traducción y la amistad era esencial. Me alegra que lo hayas notado, porque su contribución fue fundamental.

 

Cortesía: Pimienta Films

 

Tienes escenas de los Medina en Nueva York y de Philip Glass en la comunidad, lo cual crea un contraste intrigante. Para mí, hay dos escenas que simbolizan este cruce: una son los Medina comiendo hot dogs en Nueva York, la otra es Philip echándole leña al Abuelo Fuego y orando. Ambas escenas, cada una en sus dimensiones, son emotivas. Más allá de la música, este contraste refleja cómo las culturas de cada uno influyeron en el otro. La música puede haber sido un punto de partida, pero creo que llegaron a un nivel más profundo. 

Creo que, en cuanto a lo cultural, tanto Philip como Daniel estaban tan arraigados en sus respectivas culturas que no hubo una influencia significativa en ese sentido. Sin embargo, musicalmente compartieron un trabajo personal y, como amigos, se basaron en la conexión con el Abuelo Fuego. 

Fue enriquecedor explorar estas formas de conexión que cada uno tenía en este universo al que no pertenecían. Por ejemplo, esa la escena en Nueva York en la que Daniel y Erasmo disfrutan de unos hot dogs es un momento sutil de conexión con la gran ciudad, al igual que con Philip. La forma en que Philip puede viajar y conectarse con el Abuelo Fuego es su manera de demostrar que está inmerso en la colaboración.

 

¿Ya vieron el documental en Santa Catarina? 

Cuando fuimos con las autoridades, les prometimos que sería un trabajo en colaboración. Parte de la promesa fue que regresaríamos para mostrarlo. 

Cuando terminamos el documental, a través de una compañía que se llama Ecocinema, fuimos a la Sierra y tuvimos cuatro proyecciones, incluyendo una en Santa Catarina en un día de Asamblea. Montamos la pantalla, hicimos palomitas y compartimos la experiencia con todos. Nos dimos cuenta de que había una percepción distinta del cine, a la que se tiene en la ciudad. Les daba muchísima risa, les encantaba verse proyectados. En secuencias donde otras audiencias no se ríen, aquí se reían mucho. 

En San Sebastián, las autoridades nos agradecieron mostrar el documental. Reconocieron que tenían cierto resentimiento, debido a que, a veces, se hace cine sobre la tradición wixárika y otras culturas, sin compartirlo con la comunidad local. Fue muy valioso saber que no contribuimos al resentimiento, sino que más bien ayudamos a fortalecer los vínculos.

 

¿Cómo influyó en ti y en tu relación con la música después de haber realizado este documental?

Fue un punto de inflexión en mi vida. A través de este trabajo he acumulado una serie de cuestionamientos que me gustaría compartir con la audiencia. Descubrimos que la música es más compleja de lo que imaginamos y nos conecta en lugares profundos y subconscientes. También aprendimos las complejidades de la música wixárika y ganamos una comprensión más profunda de su cultura. 

Esta experiencia me cambió profundamente; también me llena de satisfacción el hecho de poder decir que tengo amigos en la sierra.

Un lugar llamado música (México, 2022). Director: Enrique M. Rizo. Guión: Enrique M. Rizo, Patrick Danse. Edición: Patrick Danse. Productores: Cathia Cuevas, Marion d’Ornano, Enrique M. Rizo, Leonardo Heiblum. Casa productora: Telegrama Audiovisual. Coproductores: Cactus Film and Video, Fundación Ávila, Estudios Splendor Omnia, Cameramera. Director de foto: Iván Vilchis Ibarra. Idioma: Wixarika, inglés y español. Reparto: Daniel Medina, Erasmo Medina, Phillip Glass. Música: Daniel Medina, Erasmo Medina, Phillip Glass. Conciertos de Bellas Artes “De estreno a los 80”: Orly Beigel Productions.