‘El mar entre las casas’ de Juan Pablo García: regenerar la vida, generar el cine independiente

¿Por qué le gustan a José las salamandras? Porque son capaces de regenerar sus extremidades y darse nuevas oportunidades de vida. Es lo que él intenta cuando regresa a su pueblo para recoger las cenizas de su madre e intentar salvar la decadente fábrica de relojes que le heredó.

 

¿José podría regenerar la vida con Estela, la vecina que dejó de ver de niña y ahora es una guapa adolescente.

 

Platicamos con Juan Pablo y su productor, Jorge Esteban Ayanegui, sobre esta oportunidad de generar algo nuevo y fresco: cine independiente en el estado de Puebla.

¿Cómo nace esta película?

Jorge Esteban Ayanegui  (JEA): Empieza como un proyecto intergeneracional en la Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales de la Universidad Autónoma de Puebla: la primera generación tenía que producirle un cortometraje a la segunda, que era donde Juan estaba entonces. Gracias a muchos valores que fueron apareciendo en el camino, el proyecto terminó siendo un largometraje.

Juan Pablo García (JPG): Esta historia le ocurrió a una persona cercana a mí y me interesó desde entonces, tenía una estructura que me parecía importante; evidentemente hubo una reestructuración y así se fue definiendo. Hay también un trabajo de construcción de personaje que tiene que ver con Aram Oryazabel, el actor. A partir de ensayos y pláticas con él fuimos definiendo al personaje.

La historia ocurre en Zacatlán, comunidad del estado de Puebla y es un aire fresco contar una historia que no pertenezca al centro

JEA: Juan Pablo quería una escena entre los manzanares de Zacatlán, con esa textura y esos elementos. Un compañero nos convenció llevar la producción allá y encontramos un montón de locaciones que fortalecieron la historia. Una de las dificultades fue encontrar una fábrica de hilos, era un símbolo que se iba a manejar, tejer tu destino; encontramos la fábrica de relojes y cambió de “tejer el destino” a “la hora de tu destino”. Zacatlán nos daba pistas y elementos con los cuales trabajar.

JPG: La historia sería en la ciudad de Puebla pero Zacatlán se prestó para la adaptación. Cuando uno llega a un lugar nuevo tiene más facilidad de sorprenderse, estábamos bajo este influjo del asombro, al fotógrafo Jan [Swiecichowski] y a mí nos sirvió mucho, había paisajes increíbles, muchas escenas surgen a partir de una improvisación con los lugares. Si este cortometraje se convirtió en largo tiene que ver con una improvisación con las locaciones.

 

¿Qué implica que crezca un cortometraje de 15 minutos a una historia de casi 80 minutos?

JEA: A mí me gustaban mucho los cortometrajes que Juan Pablo presentó en la escuela y tenía ganas de producirle algo, pero sabía que tenía un ritmo más largo de lo habitual. Sabía que las catorce páginas de guión se iba a ir a un corto de unos 29 minutos; cuando hicimos la producción nuestro trabajo fue dejar espacios colgados para que él pudiera experimentar, con Jan y todo el equipo. Cuando regresamos de Zacatlán había siete horas de metraje, supimos que la historia tenía un germen de largometraje, aunque no lo habíamos visto.

 

En El mar entre las casas hay un ejercicio minimalista, hay cierta sobriedad en los personajes, ¿cómo fueron las ideas creativas que te llevaron a este estilo?

JPG: buscaba un ritmo que tuviera consonancia con el estado interno del personaje, está viviendo el duelo por su mamá y también regresa a ese lugar del cual ya no es parte. Quise encontrar una atmósfera en la que esto se pudiera sentir en la totalidad de la película, tanto en el ritmo de los planos como en el montaje, y que al final se pudiera reforzar mediante el diseño sonoro.

¿Creen que estén las condiciones dadas en Puebla para empezar a generar este tipo de proyectos, una suerte de cine independiente?

JEA: Creo que Puebla, al igual que otros estados como Guadalajara, Monterrey o Guanajuato, tiene potencial de hacer historias que a la gente le interese. Debemos desarrollar un modo de producción en el cual las personas no estén interesadas en ganar la beca o el apoyo, sino en ganar la taquilla y ganar al público. Creo que El mar entre las casas habla de algo que se quiere hablar, sigue perfeccionar la técnica de la producción en todos los sentidos.

JPG: Ya están sucediendo muchas cosas en Puebla con la creación de escuelas; también hay mucha gente que hace cine por su cuenta. Tiene que ver con una situación que está ocurriendo en el mundo, que ha hecho posible que uno pueda hacer una película con lo que tenga a la mano. Siempre se puede ser más independiente, en el caso de El mar entre las casas nos independizamos de apoyos, de algún financiamiento externo, y con esa independencia creamos un modelo en el que la película fue posible. Es posible hacer una película cuando tienes un interés verdadero en ella, siempre se abre caminos, tanto las becas, algo más industrial, incluso que tú hagas una película en tu casa. Nunca aceptar que te digan “si no tienes esto no vas a poder”, “si no te dan permiso no se puede”. Creo que el cineasta siempre tiene que estar en una especie de lucha constante contra eso.

JAE: el maestro Carlos Corea lo define muy bien cuando habla de democratizar el cine: cada vez nos acercamos más a que cada persona pueda hacer el cine que le sea satisfactorio, algún día el cine debe ser tan democrático como la música, como el tipo que canta en un bar y tiene su público. Sería interesante ver en unos años un cine democrático hacia todas las partes del país.


El mar entre las casas. México, 2020. Dirección y guión: Juan Pablo García Gordillo. Producción: Héctor Meza Munive, Jorge Esteban Ayanegui León, Carlos Raúl Cedillo Luna. Fotografía: Jan Swiecichowski. Edición: Carlo Corea. Música: Gabriel Téllez Girón. Sonido: Gabriel Téllez Girón. Dirección de Arte: Gabriela Martínez. Reparto: Aram Oyarzabal, María Fernanda López García, Guillermo Duque de Estrada, Julián López García.