‘Eami’ de Paz Encina: imágenes que traducen a los ayoreos

Los ayoreos totobiegosode, de la región del Chaco, en Paraguay, han decidido vivir en aislamiento voluntario, alejados del delirio civilizador del mundo occidental. Pero cuando los coñone (que así le llaman a los blancos) invaden sus territorios, la tragedia y la resistencia se precipitan. La pequeña Eami pierde a los suyos y comienza su vuelo, que también significa la preservación de una cultura y una cosmogonía. 

Encabalgado entre el documental y la ficción, hablado en la lengua de la comunidad ayoreo, la película Eami, de Paz Encina, es un hermoso y concentrado ejercicio de traducción de un pueblo, que se vuelve universal cuando extiende su reflexión hacia todos los que se han visto obligados al exilio o la pérdida.  "Todos somos para alguien el Monte y el Mundo", describe la directora paraguaya en sus notas. “Pienso que en muchos momentos de la película, todos somos Eami.”

Eami, coproducción multinacional que liderea Paraguay pero en la que también participa México, ha tenido su estreno el 12 de mayo en salas nacionales. Paz Encina nos cuenta de los retos de este hermoso y misterioso relato sobre la pérdida, el despojo, pero también la permanencia y la resistencia. 

 

¿Quiénes son los Ayoreos y cómo participan en el mapa de las comunidades paraguayas?

En Paraguay tenemos 19 comunidades indígenas, con lo que tenemos 19 lenguas indígenas. El país se divide en dos regiones separadas por el río Paraguay: la región oriental, donde está la capital Asunción; y el Chaco, la región occidental. Los ayoreos totobiegosode viven en el Chaco Central. 

Son los únicos que tienen miembros viviendo en aislamiento voluntario, algo que quieren preservar. Tienen un pacto de que una vez que uno de ellos sale del monte ya no puede volver, porque pueden encontrar enfermedades o cambiar sus costumbres. 

Son un pueblo guerrero, algo que respeto mucho, porque también son grandes guerreros a nivel legal, a tal punto de que pudieron recuperar varias hectáreas donde vive la comunidad. No pueden vivir cómo antes de salir del monte, pero hay costumbres que todavía pueden conservar.

 

Eami es un híbrido entre ficción y documental. Por un lado está la historia de Eami y su exilio; por el otro, testimonios de personas que están sufriendo el despojo. Es muy sutil, no se distinguen las fronteras entre documental y ficción, está entramado de una manera muy fina. 

Tuve una montajista increíble, Jordana Berg, fue un lujo porque yo en realidad no pude cumplir con mi plan de rodaje, los ayoreos un día estaban, otro día se aburrían y se iban, tenía que armar escenas en el momento y llegue al montaje sin saber si tenía una película. 

Jordana me propuso un montaje que hizo ese entramado tan fino. Por otro lado, debo reconocer que al momento del registro yo supe de la necesidad de usar la ficción y el documental, pero ya no me puse a pensar de esa manera. Yo sabía que estaba haciendo una película que no tenía mi cosmovisión, eso implicaba entregarme a una estructura de pensamiento distinta. Con el tiempo entendí que yo fui una traductora más que una creadora, y eso implicaba usar los elementos que en nuestra cosmovisión se llaman documental y ficción, pero que para ellos es otra cosa.

 

Llegas con una cámara y con un crew a esta comunidad. ¿Cómo fue su relación, cuando se tratan de dos grupos humanos tan contrastantes?

Una de las primeras determinaciones fue no filmar en la comunidad porque íbamos a invadir. Filmamos a dos horas de la comunidad y no íbamos todo el tiempo; su orden era que no se pusiera música, no jugar futbol y no podíamos estar tan cerca de ellos. El rodaje llevó mucho tiempo y eso implicó un ejercicio importante de confianza entre la comunidad y el equipo, tras cuatro o cinco años de convivencia. Y también yo estaba trabajando con una persona que desde hacía veinte años estaba con ellos. 

Establecimos pactos escritos y firmados con la comunidad, porque yo no quería cometer el mínimo error. Les preguntamos quiénes querían participar en la película y ellos discutieron mucho. Muchas madres no querían que participaran las niñas, por ejemplo, porque muchas niñas son prostituidas y entiendo el recelo; trabajamos con las hijas del líder y muchos de los niños vinieron con nosotros. Todo fue consensuado para no invadir, que es algo que pasa mucho con el cine. 

 

Ahora existen muchas películas sobre comunidades indígenas en la región, pero muchas veces hablan de comunidades establecidas. Este caso es de comunidades que no acabas de aprehender, son un tanto huidizas. Implica un trabajo especial del cineasta. 

El guión lo trabajé con el líder joven de la comunidad y con esta persona que está con ellos desde hace 20 años. Para mí era aprehender un mundo, hacer que ese mundo pueda estar en una pantalla, pero eso implicó entender que hay un pájaro dios mujer por ejemplo, que ellos se pueden convertir en sal, en estrellas o en agua, fue entender cuando me decían que una persona se convirtió en lagarto y tratar de racionalizar toda esa información. 

Fue un proceso de casi tres años de estar yendo, viniendo, deshaciendo, haciendo y sobre todo preguntándoles si lo que yo escribí era medianamente correcto o estábamos completamente equivocados. 

 

 

Y con eso viene el manejo de la lengua, hay una traducción de lo que se dice pero también implica traducir una cosmogonía. ¿Cómo trabajaron esa cosmogonía, para presentarla con las audiencias y que nosotros podamos participar de ella?

El líder joven habla español y ayoreo, fue una suerte grande tener esa figura. También hay dos personas en la comunidad que hablan español, la mujer que hizo la voz del pájaro y el líder joven. Nosotros escribimos un guión en español, pero después hicimos una versión en ayoreo; no tradujimos, hicimos una versión para ellos y eso se tradujo otra vez al español. 

Y ahí se asentó un punto de vista, que tampoco fue algo tan extraño, porque en Paraguay tenemos como lengua oficial el guaraní, entonces hay una lengua indígena que permea todo el tiempo. Algo fuerte ocurre con la lengua indígena con nosotros, por lo que para mí tampoco era tan lejano y ajeno entregarme a eso. Eso sí, era una lengua que yo no manejaba y tuve que estar todo el tiempo con el líder como mi asistente de dirección, por decirlo de alguna manera.

 

Eami. Dir, Paz Encina. Cortesía Piano.

 

Hay una escena que me llama mucho la atención, tenemos el cuerpo de un niño que muere, en un valle tremendo, y el color cambia, de un ambiente diurno hasta llegar al rojo. Después, ese rojo sigue en los diez minutos que sigue de película. ¿Por qué ocurre esto? 

Pasó un poco por la convivencia con ellos, para ellos el rojo es el fuego, la sangre, y hay un pájaro que asocian a los blancos, que tiene el cuello rojo, porque lo asocian con la sangre. Con la muerte de ese niño hay una transición metafísica, no solamente física, digamos. Todo en la película tenía que cambiar a partir de eso, porque hay algo que para ellos cambia cuando muere uno de ellos a causa una invasión, o cuando dejan su territorio.

 

¿La comunidad ayoreo ya vio la película? 

Llevamos una pantalla grande y un sistema de sonido a la comunidad. La mayoría de ellos nunca había visto una pantalla grande. 

Algo que rescato de la comunidad es que los niños todavía tienen un mundo propio. Hay una relación muy fuerte que ellos tienen con los pájaros, con los lagartos, con las tortugas, que todavia ocurre entre la naturaleza y ellos. 

Cuando vieron la cinta les pasó algo increíble, verse a ellos mismos y de ese tamaño les causaba muchísima risa. Al principio les encantó, hubo un encantamiento. Pero hubo algunas escenas que si bien están filmadas como ficción, fueron documentales, por ejemplo: las sanaciones eran realmente sanaciones, el chamán era legítimo y esos niños estaban siendo sanados en ese momento. En esa parte empezó a reinar un silencio y un respeto profundos, como si fuera una ceremonia. Me avergüenza decirlo pero creo que les encanta la película. 

Por otro lado, con Eami pasó algo muy importante, tuvo un reconocimiento grande afuera, pero también tuvo reconocimiento de parte del Parlamento. El reclamo ayoreo llegó al Parlamento y eso fue como llegar al destino deseado por nosotros. 

Eami (Paraguay, Francia, Alemania, Argentina, México., Estados Unidos, Países Bajos) Dirección: Paz Encina. Guión: Paz Encina. Compañías Productoras: Silencio Cine, Black Forest Films, Fortuna Films, Gaman Cine, Revolver Amsterdam, MPM Film, Eaux Vives Productions  Louverture Films, Piano, Barraca Producciones, Grupo LVT, Sagax Entertainment, Splendor Omnia, Sabaté Films. Fotografía: Guillermo Saposnik. Edición: Jordana Berg. Música: Oraine Picanerai, Fernando Velázquez Vezzetti. Reparto: Anel Picanerai, Curia Chiquejno Etacoro, Ducubaide Chiquenoi, Basui Picanerai Etacore, Lucas Etacori, Guesa Picanerai, Lazaro Dosapei Cutamijo