'Buen salvaje', de Santiago Mohar Volkow: los gringos gentrifican el cine

Conozcan a Maggie y Jesse, artistas de Nueva York, matrimonio talentosísimo que se encuentra en crisis creativa y que han resuelto pasar una temporada en México para recobrar la creatividad y la inspiración, entre la gente sencilla y bella que habita ese país. Buen salvaje hace la crónica de este viaje a tierras exóticas, de cielos y bosques refrescantes, donde puede renacer la literatura, el cine, el arte... aunque no de la forma en que los güeros pensaban.

En clave de honesto chacoteo, Buen salvaje, largometraje de ficción de Santiago Mohar Volkow, hace un ejercicio fársico sobre los desencuentros culturales entre estadounidenses y mexicanos, en el que los clichés se encumbran a propuesta estética y la metaficción funciona como ejercicios de estilo para pitorrearse de todo. Fantasías bucólicas o eróticas, documentales experimentales o propagandas del narco que inventó Netflix, imaginario rulfiano y soluciones a la Albert Serra, Santiago Mohar Volkow propone una comedia con soluciones delirantes y tonos incómodos, que cobra más pertinencia cuando los nativos digitales invaden las ciudades mexicanas, y los imaginarios yankees o mexas se confunden entre el absurdo y el recelo.

Buen salvaje tendrá su estreno a partir del 17 de julio, en salas selectas de la República Mexicana. Platicamos con Santiago sobre un matrimonio demasiado gringo, que se lanza a la aventura con personajes demasiado mexicanos.

 

Buen salvaje,  dir. Santiago Mohar Volkow

Entre Buen salvaje y tu siguiente película, Una historia de amor y guerra, hay un año de distancia. Las dos películas coinciden en los tonos fársicos y los temas nacionales. Pero mientras Una historia... tiene un perfil histórico, alrededor de la figura de Maximiliano y el Tercer Imperio, aquí entras a un tema actual: la migración estadounidense a México y el imaginario estadounidenses sobre “lo mexicano”. ¿Cómo empiezas a imaginar esta historia?

En gran medida, las dos películas se hicieron con el mismo grupo de personas, durante la pandemia. Yo no podía rodar Una historia de amor y guerra por la pandemia; hablando con el reparto y el crew, surgió la posibilidad de hacer otra película. La agenda de todos estaba disponible y Manuel García-Rulfo nos invitó al rancho de su familia, en Jalisco, y ahí hicimos esta película.

El proceso fue casi opuesto. Mientras Una historia de amor y guerra llevó dos o tres años para prepararse, Buen salvaje fue una película exprés: la escribimos en dos semanas y la grabamos en dos semanas. Pero al ser el mismo grupo de personas, tiene temas en común, como el humor y la exploración de los estereotipos.

 

En Buen salvaje elevas los lugares comunes a propuesta estética o declaratoria de principios. ¿Qué me puedes platicar de ese ejercicio?

Los estereotipos tienen un pie en la realidad y otro en la fantasía, pero no salen de la nada. Y aquí queríamos jugar con niveles diferentes de estereotipos: el que crean los mexicanos de los gringos, o el que crean los gringos de los mexicanos, o los gringos de sí mismos, o los mexicanos de sí mismos, y cómo estas capas pueden ir cambiando.

Además, a nivel metacinematográfico: la película está hecha en el rancho de la familia Rulfo y el personaje de Manu [García-Rulfo] cita textualmente a Pedro Páramo para engañar a los gringos. Entonces no sabíamos que dos años después Manuel sería Pedro Páramo en Pedro Páramo de Rodrigo Prieto, ni que Alejandro Edda, que interpreta al Chapo en Narcos de Netflix, haría un narcotraficante aquí; lo mismo que Darío [Yazbek Bernal], que también ha salido en las series de Netflix: Buen salvaje están jugando con lo que ellos han significado como actores.

Estos juegos entre la realidad y la manera en que entra el estereotipo era el chiste del rodaje, un juego de relaciones que tomaba en cuenta el lugar donde estábamos haciendo esto, y nuestro propio rol de cineastas gentrificadores, porque veníamos desde en una posición donde había un mínimo privilegio: hacer una película mientras esperas que acabe la pandemia.

 

Además de llevar el protagónico, Andrew Leland Rogers tiene crédito como coescritor de la película, ¿cómo fue esta participación?

Él era mi vecino durante la pandemia. Era de las pocas personas que veía cotidianamente y fuimos juntos al rancho de Manu a pasar el tiempo, cuando salió la idea de hacer la película. En las dos semanas posteriores escribimos y fue orgánico que lo hiciéramos, porque cuando vivíamos uno al lado del otro, durante ese tiempo nos habíamos dedicado a ver películas.

Fue agregar una actividad más productiva a nuestra convivencia. Y el guión está impregnado del humor que tuvimos ese tiempo, que se desarrolla entre personas que pasan demasiado tiempo juntos y que empiezan a tener sus códigos. Fue un guión muy divertido de escribir.

 

Buen salvaje,  dir. Santiago Mohar Volkow

 

Hay unas tres películas en Buen salvaje: la película en sí misma, pero también el promocional de los narcotraficantes, y un película de autor que se parecería a Albert Serra.

Lo de Albert Serra era una referencia metodológica, esta película acabó durando como 14 minutos en el corte final, pero la primera versión duraba como dos o tres horas. Era inspirado en lo que Serra ha explicado de grabar y grabar, y dejar a las personas delante de la cámara, con mis indicaciones de seguir explorando estos clichés; yo solo iba a crear las circunstancias para ver qué salía. Entonces hay una mezcla de estilos cinematográficos dispares, como puede ser el cine serie B con el de autor, con una comedia romántica, y de ese menjurje ver qué salía.

Los estilos cinematográficos se relacionan con los clichés y los estereotipos: si fotografías a los narcos como lo hace Netflix, es diferente que si los fotografía Amat Escalante, por dar un ejemplo. El sujeto delante de la cámara, en teoría, es el mismo, pero es diferente en el imaginario colectivo. Entonces era utilizar estos registros para ver cómo cambiaba el sujeto.

 

Y voy a agregar, las partes de Naian [González Norvind] son formidables, acumulas un betún sobre betún empalagoso. Es una gran escena cuando sale a caminar para inspirarse, con la gente detrás, como escena de Disney o Coco. ¿Cómo fue el trabajo con ella?

Naian es una extraordinaria actriz. Tiene una cosa rara entre los actores, la enorme capacidad de reírse de sí misma, que era un requisito para participar en un proyecto como éste. Todo el tiempo esté haciendo chistes sobre sí misma, en todos los niveles de lectura.

Cuando le planteé hacer esta película, eso fue lo que le dije: quisiera hacer algo que no parezca a nada de lo que tú hayas hecho y que probablemente nunca vayas a hacer. Y eso le atrajo del proyecto. Fue muy generosa, porque además tenía poco tiempo y se vino sin conocer a casi nadie, a un rodaje de circunstancias muy diferentes a las de otros proyectos en los que está más acostumbrada a participar.

 

Siempre me llama la atención el termómetro de los cineastas. No sé si sea coincidencia, pero estrenas Buen salvaje en este momento del gran debate sobre la gentrificación y los nativos digitales, pero también de cómo tiene Donald Trump a sus ciudadanos en vilo, que ven en México una vía de escape. ¿Cómo le hacen los cineastas para tener esa antena tan sensible?

Esta película se hizo hace cuatro años. En ese momento la situación de los gringos en México no era la de ahorita. Su migración creció con la pandemia, pero no tenía nada que ver con lo de ahora; son esas circunstancias raras que pasan con las películas, que por razones misteriosas se acaban alineando con sucesos del mundo real, pero no lo teníamos previsto. Me parece interesante que la lectura de la película cambie, a vista de los hechos.

También el final de la película dentro de la película se parece a lo que ocurre políticamente en Estados Unidos: el retorno de cierto heroísmo gringo que pensábamos anticuado, y que ahora regresa un arquetipo del héroe de los noventa, pero ahora con una conciencia crítica.

Nosotros hacíamos nuestra historia en el colmo del absurdo y al final no resultó tan absurda. No tengo una respuesta a por qué suceden estas cosas. Además, en ese entonces no vivía en un lugar que estuviera gentrificado, no estaba en mi radar, pero siempre me ha llamado la atención la idea que una cultura puede tener de otra, y cómo eso afecta a su relación.

Buen salvaje (México, 2023). Dirección: Santiago Mohar Volkow. Guion: Santiago Mohar Volkow. Compañía: Edge Films. Fotografía: Flavia Martinez. Edición: Fernando Guisa, Didac Palou.  Música: Diego Lozano. Reparto: Naian González Norvind, Andrew Leland Rogers, Darío Yazbek Bernal, Manuel García-Rulfo, Alejandro Edda, Aldo Escalante.