Los que dicen ¡no!, documental de Ángel F. Flores, da testimonio de esta cruzada de los habitantes de la cuenca del río Apulco, quienes desde trincheras han creado una red de defensa pero también de vida, de amistad, de reforestación de la tierra y de los afectos. Es una película crítica pero también propositiva; de retos y de esperanzas; de lucha contra las lógicas capitalistas, pero también de reconocimiento de las diversas personas que crean una gran comunidad.
Con el apoyo del Estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica (ECAMC), al Apoyo a la Producción y Postproducción de Largometrajes Documentales (FOCINE) y al Fondo #Miradas (Ambulante-Netflix), Los que dicen ¡no! tendrá su estreno en el 23° Festival Internacional de Morelia, en la sección Largometraje Documental Mexicano.
Ángel Froilán Flores compartió con nosotros el entusiasmo, el ejercicio asertivo de decir no desde la experiencia del documental.
¿Cuál es tu relación con estas comunidades de la Sierra Norte de Puebla que retratas?
El documental se desarrolla en la cuenca del río Apulco, un territorio muy grande desde su nacimiento hasta la parte donde el río es caudaloso. Mi familia es de allá: mi papá y mi mamá migraron a la ciudad en los setenta y nos convertimos en proletariado urbano. En el verano íbamos con la abuela y los tíos, pasábamos mucho tiempo en la región. Siempre he mantenido un vínculo con el territorio. Cuando decidí dedicarme al arte, estaba trabajando un proyecto sobre la memoria de la familia. Entonces surgieron las primeras movilizaciones y me empecé a involucrar.
Siempre ha habido una conciencia de cuenca: el río nos une y lo que pasa arriba nos afecta a los de abajo. Ahí decido que esto da para una película. Me reté a construir la figura de alguien que te cuenta cómo en la lucha aprendió a hablar con el vecino o a emprender nuevos proyectos; mostrar la lucha como ese espacio germinal en el que la gente encuentra elementos de reafirmación: hacer una radio comunitaria, una cooperativa, sembrar árboles donde el suelo se está perdiendo.
Con un compañero que se dedica a la cartografía comunitaria formamos un colectivo y empezamos a trabajar con los comités. Desarrollamos la preproducción en asambleas: los protagonistas, las locaciones, la escaleta de trabajo, se eligieron en consensos amplios.
Es interesante tu galería de personajes: Ignacio, que es muy fotogénico con su gorro frigio; Juan Hernández, que hace los corridos; la radio comunitaria; las mujeres que organizan la defensa mientras hacen las tortillas... ¿cómo elegiste a estas personas?
A mi compadre Nacho lo escogió la asamblea, para mostrar nuestros territorios y el daño que causaría el proyecto minero, que se da justo en la región de los chiquereyes. Francisca vende cosméticos y en sus demostraciones de maquillaje habla de los proyectos extractivos; así nacen las revueltas en la cocina, en las comidas, con las mujeres que socializan las ideas. La seleccionó el comité de defensa.
Don Luis hace pulque y es uno de los maestros del pueblo. En un taller, nos dijo: " en mis ratos libres hago canciones". Antes habíamos conocido a un músico de huapango y le hablamos de don Luis. Se conocieron, ensayaron y ahora son compas que se acompañan a capar a los cochinos y se invitan a echar mole.
La radio comunitaria Tsinaka lleva doce años trabajando en el esfuerzo de documentar saberes. Ellos empezaron a hablar sobre los proyectos extractivos. En algún momento escogieron a su vocera, nuestra comadre Paty, ella nos proporcionó una voz congruente.
El grupo de danza de Tecoltemic nos dijo: "Nosotros no creemos en el protagonismo, queremos salir siempre juntos” y fue un reto construir un personaje con este grupo de personas, Los rebeldes de Tecoltepec.
Cada uno contribuyó a crear nuestro avatar del superdefensor. Para nosotros fue un desafío hacerle un retrato al defensor a través de múltiples retratos; que el defensor colectivo de la cuenca de Apulco sea alguien que reflexiona sobre su territorio, que le canta a su tierra, que come elotes, que siembra árboles, que baila.
Los que dicen ¡no! muestra la lucha de los habitantes de la cuenca para defenderse contra prácticas extractivistas, pero también propone una filosofía de la relación de las personas con la naturaleza.
Hacer una película sobre la defensa contra los proyectos extractivos sería muy complicado sin caer en los recursos del especialista o el abogado. Muy poca gente puede informar en noventa minutos de problemas con tantas aristas. Entonces decidimos mostrar la lucha como un espacio donde se reproduce la vida. Renunciamos al relato técnico y abrazamos la idea de hacer un retrato del defensor: los apegos y las relaciones de los defensores con sus territorios.
El título, Los que dicen ¡no!, hace el tema evidente, pero también es un ejercicio de autodeterminación: Al decir no también dices lo que sí quiere hacer. Y esta gente lo empezó a construir desde las asambleas. El campo ha sido precarizado como estrategia neoliberal que favorece a las industrias extractivas, para acaparar los recursos y expulsar a los pueblos, pero la gente sabe resistir, y la mejor forma de hacerlo es mostrar que sus territorios son territorios de vida.
Al decir no, los pueblos le están diciendo sí a querer sembrar árboles, a tener una relación con la tierra que te da el maíz, la calabaza, el chile, el frijol; decir no es decirle sí al bienestar, la tranquilidad, el aire, los espacios de convivencias con los vecinos; a la música, la fiesta, el baile, cosas que son el sustento de la vida. En esa vida campesina hay dignidad, pero también bienestar. Si el campo se trata con dignidad, como una forma de vivir, la tierra se regenera y te permite vivir.
Sé que tienes experiencia como fotoperiodista, pero debe haber sido un reto intentar ahora la fotografía en el cine. ¿Cómo fue esta experiencia?
Era un asunto colaborativo: la banda ponía los temas, las locaciones, esos elementos que suman a las historias, y mi contribución eran mis saberes fotográficos. Eso me incluye a mí, pero incluye también a mis colaboradores Giovanni, Ángela, Sebastián, el editor que le dio un toque maravilloso a la historia.
Todos poníamos el saber sobre la mesa, en función de algo para todos, y mi propuesta era que la fotografía nos vinculara al territorio, que no fuera solo ilustrativo, sino que nos permitiera otra capa de entendimientos.
Lo que sí pasó y lo reconozco es que me superconfié, llegué pensando que sabía tomar fotos y me consideraba bueno, pero la foto fija y periodística no tiene nada que ver con hacer cine. No es solo el movimiento: es el ritmo, el tono, y la verdad es que al ver la peli también se nota cómo mejoré con el tiempo. En realidad la peli nos fue conduciendo y empujando; ahora nos trae Morelia y jamás imaginé que podríamos llegar acá.
¿Qué te parece presentar esta película en Morelia?
Yo crecí viendo pelis de Sara García y Pedro Infante, se me hacía un mundo inalcanzable y maravilloso. Que ahora esta peli nos conduzca a Morelia, nunca me lo hubiera imaginado. Ya hicimos una proyección con el corte final en Tecoltepec, las personas llevaron canto y baile; ahora vamos a Morelia.
Don Luis, en Tecoltepec, dijo cuando acabó la peli: "Vengo despertando de un sueño." Nosotros estamos igual. Y es bonito llegar a ese sueño acompañado de esta película y con esta gente tan chida y tan digna.
Los que dicen ¡no! (México, 2025). Dirección: Ángel Froilán Flores Martínez. Guion: Ángel F. Flores. Producción: Ángel F. Flores. Fotografía: Ángel F. Flores. Edición: Sebastián Agulló. Diseño de producción: Adriana Ronquillo, La Furia Estudios Arte & Animación. Sonido: Víctor Estrada. Música: Lizbeth Georgina Sánchez Ortiz, Celso Salgado, Juan López Hernández. Animación: La Furia Estudios Arte & Animación. Reparto: Ignacio Carmona Cruz, Francisca Zamora Morales, Juan Hernández, Patricia Emiliano Franco, Albino Limón Hernández.