‘Un día 28 de enero’, de César Uriarte: crecer entre el cine y la violencia

En un salón de clases de una primaria en Culiacán, Sinaloa, un grupo de niños recibe la oportunidad de hacer un cortometraje. Preguntan de qué se debe tratar; el coordinador del taller -también culichi, como ellos- responde que de cualquier tema. Los niños eligen la violencia: porque es lo que ven en las calles, de lo que se habla en sus casas, lo que han normalizado de su hermosa y triste ciudad.

El coordinador del taller, César Uriarte, encuentra en esta experiencia un tema para una película. Años después convoca a los mismo niños, ahora adolescentes, para hacer una nueva película. Y entre el testimonio infantil y el coming of age se fragua Un 28 de enero, un ejercicio metacinematográfico, emotivo y melancólico, sobre una ciudad que intenta sobrevivir al asedio del crimen organizado.

Un 28 de enero, de César Uriarte, ha recibido apoyos como el Estímulo a la Escritura de Guion y el Programa Fomento al Cine Mexicano (FOCINE) del Imcine. Ahora tendrá su estreno en la sección México ópera prima de la edición 20 de DocsMX.  

Platicamos con César de este ejercicio metanarrativo, detrás del cual se encuentra el humor, la tristeza y la energía para imaginar otra ciudad, un Culiacán que logra trascender la violencia.  

Un 28 de enero, dir. César Uriarte

 Un día 28 de enero ocurre en dos momentos específicos. No sé si desde que hiciste el taller de cine con los niños de la primaria sabías que los buscarías años después.

En la maestría de cine documental de la ENAC surgió un proyecto que buscaba explorar la cuestión identitaria del sinaloense. Tenemos cosas positivas, pero otras negativas que nos han dejado cicatrices: las violencias sistémicas provocadas por el narcotráfico, que derivó hacia la normalización de la violencia.

En 2015 y 2016 investigué sobre zonas donde había mucha deserción escolar. Llego a esta primaria, que además se llama Gustavo Díaz Ordaz, y me acerco a niños que tomaban un taller de literatura. La maestra los puso a leer La Iliada y me llamaron la atención Francisco y Josué, muertos de la risa porque el autor se llamaba como el de Los Simpsons. Entonces propuse un taller de cine, en el que pudieran contar lo que quisieran. Ahí surge la idea del cortometraje, casi como un juego.

En 2018 retomo la película y empiezo a escribirla de manera formal. Sigo en contacto con los papás de los niños, les dije que me interesaba regresar a filmar, cuando ellos estuvieran entre los 17 y 18 años. Quería explorar qué pasa cuando dejas de ser niño y te conviertes en adulto, qué pasa en tu cabeza y tu corazón con relación a la violencia. Ahí, la película se convierte en un coming of age. Una película en tono culichi porque así como somos: nos reímos de todo, incluso de las tragedias.

 

Platícame de ese primer taller que diste, con los niños de la primaria...

He estado muy nervioso varias veces en mi vida, pero las dos veces que más lo estuve fue los días previos a iniciar los talleres. Pensé que no me iban a aceptar, que me verían como el chilango que viene a Culiacán. Pensé que no debía ser condescendiente ni rígido, que la idea era jugar.

Me preguntaron si la historia podía ser de lo que fuera. Imaginé que querían hablar de violencia, que es un tema tabú para ellos. Al darles libertad generamos una complicidad que se mantuvo durante el rodaje. Todo lo que escuchas y ves es completamente real. La cámara estaba como flotando, registrando lo que sucedía.

 

Me parece interesante el ejercicio del metacine: filmas a unos niños que están filmando una película. Los chicos traen una cámara, tú traes otra y aparecen dos niveles discursivos. ¿Cómo asumías ese ejercicio?

Yo quería que fuera lo más cercano al cine directo, que yo me viera lo menos. Le pedía a Miguel, el fotógrafo, no salir. Pero esto no duró ni dos horas. Miguel me convencí de que yo decía salir, pues yo les daba indicaciones y los niños me respondían a mí. Entonces me convertí en parte de la historia. Para la segunda parte seguimos con este registro: esta cámara que sigue a los personajes. Por un lado los niños filman un cortometraje y yo los filmo a ellos: el cortometraje de ellos expresaa algo, pero me parecía  más interesante verlos hacer el cortometraje, cómo se relacionaban entre ellos y hablaban del tema.

Y no hay filtros: cuentan lo que es, cómo es, lo que sienten, lo que piensan en ese momento.

 

En la segunda parte del documental, hasta la lluvia parece cómplice para hacer una historia melancólica. Los ahora adolescentes tienen más conciencia y parecen reflexivos sobre sus vidas...

Esa etapa ya se hizo con el apoyo de Focine producción, en 2022, había un presupuesto y una estructura. Mientras esperábamos a obtener el recurso económico se fue moviendo la fecha de rodaje, de principios de julio a mediados de agosto, que fue cuando filmamos. En Culiacán no llueve tanto, pero entonces sí llovió. Queríamos eso, que se viera esa melancolía, como el agua se lleva las cosas y la inocencia.

Otro factor importante es que en esos seis años, de 2016 a 2022, ocurrió la pandemia se robaron los cables de luz en la escuela. No tenían cómo reinstalarlos, habían pasado un año y seguían sin luz. Los niños estaban tomando clases en línea y se quedaban en casa. Esa soledad ayudó para que nuestros personajes se sintieran cómodos y pudieran contar cómo ven ahora las cosas.  

La sensación era la tristeza de ver en ellos y en mí que habíamos normalizado la violencia.

 

Un 28 de enero, dir. César Uriarte

Estos niños hacen dos cortometrajes, tú haces una película que alude a tu infancia. La práctica de los cortometrajes se complementa con una suerte de autobiografía. ¿Cómo se articulaban ambas historias?

Era una manera de mostrarle al espectador lo que yo había vivido en los noventa, que seguía pasando ahora, pero más grave. Incluye partes como la carta a mi hijo, donde le cuento con nostalgia de lugares que él no va a conocer, porque esos lugares seguros y cómodos en los que viví ya no existen. Desde entonces hasta  ahora ha habido sucesos como el Culiacanazo, con toda la ciudad tomada, o el Culiacanazo 2. Esto, además, le dio estructura dramática a la película: que tuviera una introducción, un desarrollo y un desenlace.

Hubo muchas anécdotas que quitamos, porque sentíamos que no sumaban. Pero existen tres vasos comunicantes: primero estoy yo hablándole a los niños; después, la carta que le hago a mi hijo mientras hago una película; finalmente, la película que le habla al espectador.

 

¿Qué ocurre con Josúe, Francisco y Fabiola después de estas experiencias filmando cortometrajes?

Creo que se cuestionaron y lo siguen haciendo el día de hoy. Ese primer paso es importantísimo, ver la violencia como algo negativo, que no es normal y rechazarla.

Fabiola y Josué están estudiando la universidad, Josué ya está cerca de concluir. Francisco regresó a la prepa después de que filmamos pero no continuó, ahora trabaja, vive en una ranchería en las afueras de Culiacán. He estado en contacto con los tres, principalmente con Francisco, nos mandamos el meme o el chiste en común. La cosa principal que les movió fue eso, preguntarse de adultos si esa violencia la había normalizado. creo que eso es muy valioso.

 

¿Ellos ya vieron la película?

No la han querido ver. Van a ver la película a finales de noviembre, acá en Culiacán. Habrá un par de proyecciones con el apoyo de las instituciones culturales del estado, entonces me dijeron que iban a venir, que la quieren ver, pero se chivean.

Me dice Fabiola: "voy a ir pero yo sola, ya le dije a mi hermana que no vaya porque quiere llevar a toda la familia y qué vergüenza. Se va a poner a gritar y aplaudir”. Han visto muchas escenas, yo les mandaba cosas y me contestaban cada quien a su modo, Fabiola un poco más avergonzada, Josué más entusiasta, Francisco el que más se ríe. No la han visto terminada. Les dije que podía enviarles la liga sin problema pero prefieren verla en el cine, a finales de noviembre.

 

Pero nosotros antes veremos nosotros Un 28 de enero en DocsMX. ¿Qué te parece estrenarla en este festival?

Estoy muy contento porque el proyecto tuvo muchos apoyos del Imcine, pero también estuvo en todos los talleres de DocsMX: en Plataforma MX, en Docs Labs, en la campaña de impacto, que ya la estamos trabajando para el próximo año. Me siento muy contento porque siento que el proyecto regresa a casa, es un proyecto que ha tenido varias casas y Docs es una de ellas.

 

Un 28 de enero (México, 2025). Dirección: César Uriarte. Producción: César Uriarte, Eduardo Venado. Compañías productoras: César Uriarte, Rino Films, Arturo Orozco Gómez, Diego Noriega Mendoza, Francisco Iñigo, Rubén Castillo Pecina. Película realizada con el Estímulo a la Escritura de Guion del IMCINE y el apoyo del Programa Fomento al Cine Mexicano (FOCINE). Guion: César Uriarte. Fotografía: Miguel Zetina. Edición: Kryhzal Olalde Dávila. Sonido: Ces Araujo, Mauro Nares, Alfredo Garrido. Música: Luis Carlos González Barrantes. Dirección de arte: Xitlali Minssart. Participan: Fabiola, Josué, Francisco. Locación: Culiacán, Sinaloa.