‘Dirthy Feathers’ de Carlos Alfonso Corral: las sociedades que se crean cuando se vive en la calle

En Ciudad Juárez y El Paso, ciudad dividida por una línea fronteriza, sobrevive un grupo de personas en situación de calle, homeless que hacen suya una esquina, un portal, la parte baja de un puente. Pasan sus días buscando comida, droga, acompañarse desde una inercia de abandono.

Uno de ellos fue el tío de Carlos Alfonso Corral. Carismático, sociable, las borracheras y la heroína lo tuvieron en la calle, hasta su repentina muerte. Fue el punto de partida de Carlos para indagar en las dinámicas de la sociedad paralela que establecen estas comunidades sin hogar.

Ahí está el origen de Dirty Feathers, sobrio documental en blanco y negro, que contra cualquier apunte periodístico o antropológico prefiera apostar a la emoción.

 

Dirty Feathers, coproducción entre México y Estados Unidos, se presenta en la sección Premio Mezcal de la edición 36 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara. 


 

Corral inició su camino hacia Dirty Feathers haciendo contacto con The Opportunity Center (The OC) refugio para personas sin hogar en El Paso. Ahí reconoció dinámicas, rutinas, perfiles de las personas sin hogar. Pero cuando expulsaron a un grupo de ellos, Corral los acompañó y así encontró el tono de su película. “Hubo un momento que se estaban peleando con los que corren del centro, los empezaron a amenazar. Entonces decido acompañarlos. Ahí notaron que estaba interesado en ellos, más que en el centro.”

‘Dirty Feathers’ Dir. Carlos Alfonso Corral

Había muchas opciones de personajes, tú eliges a un grupo de cuatro o cinco personas, ¿por qué los eliges a ellos?

Ashley, la adolescente, es la única que tenía un sentido de maravilla con su condición, quería encontrar familia en la calle. Sobre Brandon y Reagan, él tenía un impulso fuerte de querer colaborar conmigo y me presentó a los otros personajes. Había mucho contraste de perspectiva: Ashley quería hacer una familia en la calle, Brandon y Reagan buscaban cómo salirse, además Reagan estaba embarazada y era probable que su bebé naciera en la calle. Eso se me hizo muy fuerte y es algo que deberíamos reconocer como sociedad. Esta gente me tenía confianza, quería colaborar y compartir, por eso los elegí.
 

Uno espera un documental sórdido, oscuro, sorprende ver que también trata de cómo se conforma una especie de sociedad alterna al sistema.

No buscaba la oscuridad, sino el esfuerzo que hacen, cómo pelean cada día. Nosotros podemos despertar y hacernos un café y desayunar, estas persona no saben si comerán ese día. Es gente que se encontró en una sociedad diferente, algunos se encuentran felices, otros buscan cómo salir. Parte de este proyecto es encontrar lo que tenemos en común y lo que nos distingue, era más el proceso de encontrar.
 

¿Cómo era la relación de la cámara con los personajes?

Hubo mucho tiempo sin cámara y luego con una cámara fija, tomando retratos. Ellos podían ver conocer nuestro ángulo y comentaban también. Cuando entró la cámara cambió totalmente todo porque era el día de rodar, pero era pequeño el equipo, sólo yo y Nini, el fotógrafo, tan unidos a ellos que se sentía como si fuéramos parte de ellos. Fue fácil por la confianza de estar con ellos desde antes de rodar.

¿Por qué eliges el blanco y negro para filmar Dirty Feathers?

Quería unir el paisaje con los personajes y encontrar el color detrás de los sentimientos. Quería que el corazón, la falta de amor o comunicación y todas estas emociones iluminaran la película. Además, siempre admiro a los directores cuyas películas las empezaron en blanco y negro. Cuando veía el material pensaba, si hubiera filmado a color, qué efecto habría logrado. Pero estoy muy contento que blanco y negro le dé espacio a las emociones que florecen en la imagen.


 

¿Qué les pareció la película a tus personajes? ¿Cómo fue verse en pantalla?

No encontré a todos. Nathan falleció, Reagan está en la cárcel, los de Child Protective Services les quitaron al hijo, a Ashley la vi pero el novio es muy celoso y no la dejó ver la película. Brandon fue el único que la vio. Le gustó muchísimo, no supo que iba a ser este tipo de película, esperaba un reportaje pero le pareció muy bien, me agradeció que se puedan escuchar sus voces, que la gente vea cómo vive él.

‘Dirty Feathers’ Dir. Carlos Alfonso Corral

Me llama la atención tu biografía, no dice si naciste en El Paso o Ciudad Juárez, eso me habla de una identidad que va más allá de ser de Estados Unidos o de México.

La metáfora de esta ciudad, El Paso y Ciudad Juárez, consiste en una falta de pertenecer. Siempre crecí así: te dicen pocho porque no hablas inglés o por qué no solamente hablas español, y desde ahí puedo relacionarme con los personajes: en la falta de pertenecer a una patria, un país o una cultura. Ésa es la identidad de Ciudad Juárez y El Paso, esa frontera de dos culturas que se unen. Nací en El Paso, crecí en Juárez, fui a la escuela en El Paso, ambas son una ciudad que tienen su propia onda ahí.

Dirty Feathers (Estados Unidos – México, 2021). Director: Carlos Alfonso Corral. Fotografía: Nini Blanco. Edición: Cameron Wheeless. Sonido: Bernat Fortiana. Diseño de producción: Laura Aguirre. Productores: Carlos Alfonso Corral, Roberto Minervini, Denise Ping Lee, Denise Dorado. Productores ejecutivos: Alexis Franco, Jonathan Kessler. Casas productoras: Pulpa Film (Houston, Estados Unidos) y Cine Candela (Jalisco, México). Con Brandon Ashford, Reagan Ashford, Ashley Mistral, Nathan Thomas, Carlos Gutierrez, Felipe Morales, Maria Sabina, Jimbo, Tiny