No quieren tener un día como el de Nuria: la acaban de despedir, tiene hasta la noche para pagar la renta y no logra juntar el dinero, se le ponchó la llanta de su auto y lleva dos semanas sin fumar. Además, debe sobrevivir a una ciudad de Guadalajara que transita entre la precariedad y lo aesthetic: roomies quir, novios existencialistas (que ojo: no es un novio, no hay que etiquetar), mirreyes, fashionistas y emergentes de cualquier emergencia. Entre todo eso, Nuria debe completar la renta y encontrar un sentido a su vida. Y además: no fumar.
No, gracias, ya no fumo, ópera prima delirante de Diego Toussaint, tropieza entre el coming of age, el romcom, el quir cinema, el circense-tapatío, y lo más impresionante: de todo logra salir avante. Es una de estas películas ejemplares, que nos enseñan que si todo puede salir mal, lo más seguro es que saldrá peor.
No, gracias, ya no fumo es parte de la nueva movida tapatía. Se presenta en la sección Hecho en Jalisco del 40° Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Buen pretexto para platicar con Diego sobre la comedia en el cine, el carisma de Esmeralda Soto, lo guapo que es Juan Daniel García Treviño y las recetas de las tortas ahogadas.
Además, toda esta entrevista se hizo sin fumar.
¿Cómo empiezas a bordar esta historia con las aventuras de Nuria, que tiene un día tan terrible cuando dejó de fumar?
Viene de 2019, estaba hacía mi tesis universitaria y entendí que mis hermanos y yo. aunque habitamos la misma ciudad, teníamos mundos distintos. Quería burlarme de nosotros y la única manera es imaginar a una persona que la despiden, era una buena forma de plantear la historia, desde nuestros diferentes mundos.
En 2020 me gradué de la universidad y no conseguí empleo, de todo menos de cine. Al final regresé a casa de mis padres, qué necesidad había de andar sufriendo. Y me negaba hasta que decidí aceptarlo y ahí encontré mi historia. No es una historia de cinismo, sino un abrazo, decirte que está bien saber que no estás bien; dar un paso atrás para seguir adelante.
Durante tres días escribí el vómito y siempre hubo cambios de estructura, pero encontré la semilla de la película, y ya con la ayuda de un amigo, Guillermo Noriega, mejoré la estructura, manteniendo mi humor sarcástico, muy absurdo varias veces, pero con el corazón de la historia.
Aunque el centro de tu película son las peripecias de Nuria, ella también es un vehículo para mostrar la Guadalajara de los 2020. La vemos con mirreyes, con roomies inclusivas, con una startup delirante. Retratas la escena tapatia contemporánea.
Lo inicial fue habitar estos mundos, luego fue cuando encontré el viaje de Nuria. El propósito siempre fue mostrar estos mundos, la parte emocional llegó después. Cuando maduré emocionalmente logré esta parte, pero siempre desde una posición de alguien que le gusta burlarse. El objetivo fue hacer caricaturas de gente que conozco.
Cuando quiero ver a la Guadalajara de los años ochenta veo a Jaime Humberto Hermosillo; ahora que quiera ver a la Guadalajara de los 2020 me asomaré a No, gracias, ya no fumo. Se me hace interesante esta recuperación de escenarios.
Hay una película que me gustó mucho, Los años azules, de Sofía Gómez-Córdoba, esta película me inspiró a pensar en cómo veía ella a su Guadalajara, está bien pero yo la veo diferente. Yo quería mostrar la ciudad a través de postales, porque soy fan de estas películas que ahora llaman “películas de ciudad”, películas de los setenta o noventa, de ciertas partes del mundo, donde aunque no sea protagonista, hay un elemento importante de la ciudad, que le da sabor. Es el sazón de la película y yo quería ponerle ese sazón al mundo que habito.
Es un lujo tener en tu reparto a Juan Daniel García Treviño y Ximena Ayala; después encuentro que Esmeralda Soto, Estefanía Inti, presencias emergentes en plataformas. Es un gran casting, entre los ya reconocibles y los que se empiezan a conocer. ¿Cómo convences a esta gente para que participe en tu película?
Tuve a Vanessa Romo, que es una crack de casting; ella ha trabajado antes con Ximena, y con Juan Daniel no, pero fue nuestro objetivo. Yo me enamoré visualmente de él en el último acto de Ya no estoy aquí, cuando está en la cenaduría, en Nueva York. Ahí pensé que quería trabajar con él. Le mostré el personaje y me dijo: "Es que yo soy él, lo que le pasa me pasó cuando me mudé a la Ciudad de México”. Confió en mí, en mi humor y en que le ofrecía un papel que es raro que les vayan a dar. Y XImena, yo sé que es chistosísima, quería mostrarla así.
La otra sorpresa es Esmeralda Soto, ella carga el 90% de la película. ¿Cómo trabajaste con ella para conseguir los tonos, los tempos que ella muestra en Nuria?
Yo le dije: "Tú eres la antorcha de la película. Todos van a ser chistosos alrededor de ti, porque son caricaturas, pero tú no puedes ser una caricatura, tienes que ser una persona”. Nuria está un poco basada en mi homoerotismo." Le explicaba: "Tú personaje tomó dos cafés sin desayunar. Es ansiedad pura”. Nuria en el libreto es un personaje odioso, porque se parece a nosotros. Y cuando ves un personaje que se parece a ti, te choca. Pero Esmeralda es carismática por naturaleza, eso hace que funcione en la película.
Nuria es diferente con cada persona. Con la mamá es la Nuria adolescente; otra es Nuria con la mejor amiga, o con el hermano. Era entender cómo es ella cuando está siendo sarcástica, cuando se burla de los demás y cómo se burla con los demás, porque en el fondo es arrogante y se cree mejor que todos.
Fue un deleite trabajar con Esmeralda, siempre propone. Cada tres días le cambiaba el elenco, para buscar distintos registros de Nuria, en relación con las personas que la rodean.
En la comedia tiene que caer el gag a tiempo, tiene que hacerte reír y es difícil hacer reír. ¿Cómo alcanzas los tonos, el timings, para que funcionen las escenas de tu película?
Es edición. No soy Larry David, que tengo todo bajo la manga. Es trabajo duro de edición, Y trabajamos 18 meses con el editor, además de asesorías, llegando a lo que me da risa.
Yo tengo una regla: no soy gaguero, mi cerebro no es tan ágil. Odio cuando las comedias insisten en contarme un chiste. Mi tarea era que la película tuviera chistes, pero si no da risa, que la situación funcione para la historia, de manera que si no te gusta el chiste no te moleste. Y escenas como el WeWork, yo sabía que era un swingsazo, pero lo quise hacer porque me gustan las cosas absurdas, y porque en parte yo soy mi audiencia. Es egoísta, pero al final mi audiencia es un poco como yo. Yo hago lo que me da risa, con esperanzas de que a alguien como yo también le de risa.
Ahora hay películas de Guadalajara que están pegando duro. Corina fue un hitazo, mucha gente la quiso. Goya también es una propuesta poderosa. Ahora, en No, gracias, ya no fumo, encuentro tonos semejantes: historias de jóvenes, colores, cierta candidez, humor. Pensaba: ¿le estarán cambiando la receta a las tortas ahogadas o por qué están logrando este cine?
No, no cambió la salsa de las tortas ahogadas, pero sí cambió que nos dieron las cámaras a los tapatíos. ¿Quieren ver historias diferentes? Danos las cámaras a diferentes personas. Y también están las ganas de hacer cine sin miedo, de hacer una película como si fuera la última película. Sabes que la industria quiere ciertas cosas pero yo haré otra cosa, y esta rebeldía genera un buen cine. No hago una película para sacar fondos o para entrar a un festival, lo hago porque me gusta. Cuando haces cine que viene de la entraña, de tu corazón, que lo tienes que hacer con o sin recursos, es el cine que permea en los corazones de las personas. Creo que ahorita el tapatío tiene esa hambre, esa necesidad. Y bueno, las tortas aquí te las dan en bolsa, por si quieres algún día aquí, te invito.
Se habla de Guadalajara como la ciudad creativa digital, se habla del Taller del Chucho y su animación, de Filma Jalisco, posiblemente de los programas más fuertes que se están dando para crear películas. Hay un ecosistema fértil para que sean posibles películas como la tuya. ¿Cómo lo ves estando allá y siendo parte de esta comunidad?
Es importante sacar las cosas de la Ciudad de México. Es importante para una industria saludable tener un hub enorme en cada estado. Se necesitan hubs en diferentes partes de la República, para que también tengamos diferentes visiones y un mercado más grande. El derrame económico nos funciona a todos y genera empleos; esta industria le ha cambiado la vida a muchos, no solo en lo visual, también como oportunidad laboral. Para que el país esté bien, hay que dar empleos dignos, y creo que la industria cinematográfica lo puede lograr.
Las óperas primas son germen, el primer momento de una visión que después profundizará. ¿Tú qué crees que le da al cine que quieres hacer No gracias, ya no fumo?
Es un aprendizaje, porque cuando uno hace un largometraje, va aprendiendo hasta en postproducción. Estás contento con lo que haces y quieres más. Quiero mejorarlo, explorar otras cosas y me llevo todos los aprendizajes, todos los errores. Quiero una constante innovación. Espero que la película le guste a los productores, a las plataformas, a los distribuidores, tener más oportunidades de dirigir. Quiero mostrar lo que lo puedo hacer, respetando siempre a la audiencia, las personas que trabajan todo el mendigo día para gastar sus 90 pesitos en el cine. Es un compromiso del director y el productor hacer algo que valga la pena tu tiempo. Yo quiero demostrarles que se pueda hacer eso.
No, gracias, ya no fumo (México, 2025). Dirección: Diego Toussaint. Producción: Diego Toussaint, Paulina Estrada. Compañías productoras: Santoufilms, CM Films, OA Sonido. Guion: Diego Toussaint. Cinefotografía: Olivia Luengas. Edición: Ricardo Pérez. Sonido: Christian García Zabueta. Música: Armando Curiel. Dirección de arte: Paloma Camarena. Reparto: Esmeralda Soto, Juan Daniel García Treviño, Ximena Ayala, Estefanía Inti, Alexia Alexander, Daniela Salinas, Imelda Sánchez, Saúl Sánchez. Locación: Guadalajara, Jalisco.